martes, 7 de junio de 2011

VALLE DE LÁGRIMAS

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La moral atribuida por ciertos sacerdotes a Dios (ese que murió según Federico) propone sacrificarse acá, en este valle de lágrimas, para ganar el cielo allá, en el cielo o cualquier lugar ad hoc habilitado al efecto. El renunciamiento propiciaría un mejor posicionamiento frente a la autoridad divina. A mayor sufrimiento, mayores méritos para ascender a la gloria eterna. El grado de virtud entonces es directamente proporcional a la cantidad de dolor que uno haya padecido acá en la tierra.
En la actualidad muchos (bastantes) han dejado de lado esa escalera al cielo, porque sospechan (con razón y con la razón) que ese estado de cosas sirve para sostener los privilegios de quienes viven libres de todo apuro aprovechando el renunciamiento de los demás. El abandono de la moral cristiana del dolor desespera a los señores purpurados que pierden su poder sobre la conciencia ajena y de esa forma quedan al descubierto, como el rey desnudo.
En nuestros días, en medio de una campaña política, muchos partidos vuelven a proponer una versión secular de aquella perimida moral del sufrimiento. Indican que en el futuro será necesario renunciar, sacrificarse, suspender el derecho al placer por tiempo indeterminado hasta que los esfuerzos den por resultado una felicidad futura. No es nueva esta propuesta, ya la padecimos en carne propia a lo largo de décadas. Mientras millones de argentinos ponían el sudor y las lágrimas, una minoría gozaba los beneficios del ajuste de cinturones ajenos.
Ahora, cuando algunos tiros han sonado para el lado de la justicia, esa minoría postula que los beneficios obtenidos no son reales. Que tienen la naturaleza de un espejismo del que habrá que despertar. En definitiva, que el placer no es para el pobrerío. Para el pobrerío son los esfuerzos que alguna vez fructificarán, quien sabe cuándo y quien sabe dónde. Y todavía, luego de proponer esas cosas, preguntan porqué nadie les da pelota.
En el extremo opuesto, otros defienden que los beneficios no son tales, que son opio para los pueblos, que
nada bueno puede salir de ese reformismo, que en el horizonte asoman nubes más que negras y correrán ríos de sangre (que de tinta ya estamos hartos). Y coinciden con los primeros en su solicitud: hay que sacrificarse ahora para construir una nueva Argentina. Por supuesto nadie les da bola y ellos, al igual que sus supuestos rivales, tampoco entienden porqué.
Faltan más tiros. Todavía faltan y muchos. La cosa no está para dormirse en los laureles. Pero tampoco para tirar lo hecho por la borda en función de felicidades futuras. Tal como reza la canción de La Chicana, "Ayer hoy era mañana", Y ya me dicen estás loco el futuro va a llegar, pero no llega más. Nací ya preparado pero el día de mañana siempre es mañana.

8 comentarios:

Daniel dijo...

Bien Dormi!
Excelente post.

Jorge Mux dijo...

Coincido con Unfor.
Muy, muy bueno.

José Pepe Parrot dijo...

Unfor:
Chas gracias.
Me puse colorado me puse.

José Pepe Parrot dijo...

Jorge:
Doble colorado para mi entonces.
De noivo, chas gracias.

Olivia dijo...

Excelente!! Iluminado post, con el coincido plenamente. Comentario colateral: por eso siempre la iglesia está del lado del poder, para mantener el status quo. Total después no se les puede reclamar que no te dieron tu porción de paraiso celestial pese a que les pagaste todas las cuotas.

José Pepe Parrot dijo...

Olivia:
Chas gracias.
Sigo dele que te dele con el ponerme colorado.
Si, por eso siempre los jerarcas de la iglesia, de las iglesias ahora, están con el poder.

ram dijo...

Eso que escribió es una basura deleznable (digo, no vaya a ser que con tanto elogio, nos encontremos con el "colorado" dormidano de narváez, pa'exorcisarlo, vió?)

José Pepe Parrot dijo...

Ram:
¡Al fin un grito de cordura!
Ya me estaba asustando.