Se vienen las vacaciones se vienen, y acá estamos, con el pescado sin vender, sin guita y sin pausa, como buena parte del pueblo argentino y, arriesgo, una porcion importante de personas de ese espacio hipotético llamado "mundo".
¿A qué lugar podemos ir para dejarnos invadir por la paz unos días, unos minutos, unos segundos, escapar a esta vida que se hace tan pesada y rutinaria? Tal pregunta supone otra mucho más concreta: ¿Dónde puedo ir con la guita que tengo? Hecho este recorte, las opciones se verán reducidas casi a los dedos de una sola mano. Es más ¿para qué quiere el dedo meñique, el medio y el anular? Ahí está. Creo que con esos dos alcanza.Mientras nosotros estamos meditando acerca de la posibilidad de sacar un pasaje en 38 cuotas a Las Toninas, aparece el tipo o tipa que viajó con 0,50 $ hasta el mismo Culo del Mundo. Anduvo por acá, por allá, encontró a éste que le dió alojamiento, a aquel que lo llevó en su descapotable de una costa a la otra, a un amigo que trabajaba en el restorán del hotel chorizo que le dió de morfar gratis todo el verano. Y añade que el guía de la excursión ésa en catamarán que cuesta un huevo y la mitad del otro era amigo de uno de los nombrados, entonces no tuvo que garpar un mango por viajar. Es más, como el grumete del catamarán con el que entabló amistad era amigo del conserje del hotel que está en medio de los hielos, consiguió quedarse en ese bulín (que cuesta 800 dólares la noche) sin sacar un solo peso del bolsillo. Obviamente comió gratis y chupo idem. Volvió en el vuelo privado de una de las huéspedes de ese último hotel, una mujer que conoció, tuvieron un affaire y ahora son amantes, pero no va a durar mucho por eso de los amores de verano, que como los de estudiante, flores de un día son. Y por supuesto, trajo los 0,50 $ de vuelta, intactos.
Dice todo ésto mientras lo miramos con cara de odio creciente, con la mano en el bolsillo, amagando el puñetazo sanitario, incapaces de dilucidar si todo ese mamotreto que acabamos de escuchar es puro cuento o que se yo. Y si no es cuento la envidia te pone azul como el mar azul.Desde el ángulo nornoroeste aparece otra persona que decide intervenir en la charla vacacional. Todos parecen dispuestos a opinar sobre cuál es la mejor manera de conseguir el relax tan ansiado.La señorita arranca diciendo que tenés que reservar el hotel antes de salir, porque no se consigue nada al llegar. Claro, las reservas están hechas desde mitad de año. Las habitaciones con vista al mar son las mejores y vale la pena pagar unos pesos más. Este párrafo inicial nos alerta sobre la naturaleza pudiente de la fémina. Y sospechamos además que los consejos están siendo lanzados al sujeto equivocado.
Es mejor viajar en avión y alquilar un auto allá para recorrer. En el camino hay unos restoranes en donde te sirven trucha patagónica que son divinos. No sería mala idea contratar un guía que maneje y te vaya explicando. El caminó de acá a acá no vale la pena es mejor tomarse otro avión y aprovechás un día más. Fijate en la calle Tatetí hay una posada que es un sueño, es toda de troncos, así y asá. Podés comer ahí, sobre todo un lomo adobado con vaya a saber qué, no te olvides de pedir el licor de la montaña que es tan rico con el café y los postres. Eso sí, comprá los chocolates para traer de regalo el último día. El hotel tiene un servicio precioso: te traen los catálogos de chocolates a la habitación, seleccionas los que te gustan y te los alcanzan antes de irte. Una ganga.
Uno, que gastaría todos sus recursos en las primeras llamadas para reservar el hipotético hotel, ha dejado de prestar atención al contenido de las palabras. Nada más intenta decidir cuál es la actitud correcta a tomar ante la eventual consejera. Queda mal trompear a una mujer. Máxime cuando sus intenciones son buenas. ¿Son buenas?
Desesperados, confundidos, extraviados entre opciones inexistentes, medramos a la sombra del escritorio, protegidos por el brillo artificial del monitor, intentando escapar de cualquier otro comedido que pretenda indicarnos el camino de la felicidad.
Pero, ¡oh tragedia!, aparece el que da por tierra hasta con la conjetura misma del descanso y la relajación tan oriental.
Mirá que yo he viajado, te dice, y todos los lugares son una mierda. En el sur te cagás de frío en el norte te cagás de calor. En el centro te cagás de frío a la mañana y te cagás de calor a la noche, las playas están llenas de gente con niños, las sierras tienen plantas con espinas que te perforan los metatarsos, en el Valle de la Luna la tierra no te deja vivir, en la nieve se te corta la digestión, ese lago de mierda al que fuimos estaba lleno de mosquitos, todo el día con repelente y tuve una reacción alégica por las empanadas que comí porque vaya a saber qué mierda les ponen en el relleno, que ahí en la montaña no tenés un café decente para ir a leer el diario, la proveeduría del camping tenía dos latas de arvejas y el viaje es una tortura, kilómetros y kilómetros de meseta pelada, que en el colectivo me tocó ir sentado del lado del pasillo y había una vieja de mierda que se paraba a cada rato a mear y no me dejó dormir y la puta que lo parió a las vacaciones mejor me quedo en la ciudad con aire acondicionado y que la bruja y los pendejos se vayan todos a la mierda quince días.
Si estábamos algo tensos, ahora deseamos matar a cualquiera que se mueva en kilómetros a la redonda.
Las vacaciones se acercan cada vez más en el almanaque y se alejan a la misma velocidad de nuestro presupuesto.
Está visto que un ser humano que da consejos para las vacaciones, más que un ser humano es un...
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