(Ese título creo que ya lo usé, pero no me resisto, es tan apropiado)
Resulta que somos una Monarquía, como ya han dicho tantos, pero curiosamente una monarquía fundada en los votos "populistas". De lo que se deduce que, de una votación democrática deviene una monarquía, con lo que la torcedura de brazo que el autor de este líbelo le ha propinado a la sociología política es tan alevosa que la tal sociología todavía está curándose las heridas la guardia traumatológica (¿alguien me puede aclarar qué cornos vendría siendo democracia neopopulista?)
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¡Qué cosa che! ¿Qué diría el politólogo franchute Alain Rouquié? ¿Qué? ¿Que dice lo mismo? ¿No? ¿Parecido? No te digo yo, al fin y al cabo somos bárbaros nomás.