jueves, 23 de abril de 2015

EL VIRREY GRIESA

Siempre me pareció repulsivo. Por las razones que nos ha dado y por esa pretensión colonial de intentar decidir sobre la vida y obra de un país que no es el suyo a favor de una colección de chupasangre (los fondos buitres y sus socios locales, aquellos que quieren ir corriendo a "pagar lo que corresponde") especializados en cagarse en todo el mundo para llenarse los bolsillos sin frenos, como en ese salvaje oeste que el cine de EE.UU. nos miente en cada película de cowboys.
Ahora Griesa ha superado en mi consideración esa fase para volverse además perverso en su cretinidad: el enojo que manifiesta ante la colocación (exitosa Broda, Melconian, Espert, de Pablo, Ferreres) del Boden 24 es el berrinche de un virrey al que los súbditos no le hacen caso. Sus amenazas de represalias sin límites culminarían (como en otros tiempos Obama) en una invasión de los marines para disciplinar a los exóticos sudacas que no le llevan el apunte.
Pero son otros tiempos Griesa. Son otros tiempos amigos de Griesa.
Como hemos dicho acá una y mil veces, el mundo dejó de tener como epicentro a EE.UU. Ahora, la vieja ex-potencia lanza crujidos y quejas que no son más que los síntomas de su decadencia. La evidencia palmaria de semejante estado de cosas es la prepotenia sin frenos que despliegan los funcionarios de EE.UU. en todas partes, indicando con el pecho inflado que ellos son los más fuertes, los más pesados del barrio. Cuando de verdad tenés el chupetín por el palito los alardes no hacen falta. Alardeas (como en el truco ¿vistes?) cuando estás al tanto que ya sos un cuatro de copas. 
Griesa es parte de esos alardes. Es la expresión más acabada de esa centralidad perdida, diluida en un nuevo escenario geopolítico que los deja al margen.
El éxito del Bonar 24 también es un síntoma: nadie le tiene miedo al cuco.
Asi que Griesa, si lo que te gusta es gritar, desenchufá el cable del parlante, el silencio tiene acción, el más cuerdo es el más delirante.
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