Lunes, tren, calor, proximidad de navidad y año nuevo. Tal combinación no puede más que desembocar en una música acorde que sea capaz de traducir esa taxonomía anárquica. Yo vine a recaer en Dire Straits (usando el verbo “recaer” en el sentido cortazariano del mismo).
Y la primera canción que trepó a mis orejas fue Sultans of Swing (algunos traducen “Sultanes del Ritmo” que es la traslación que usaré en este opúsculo pese a su inexactitud). El tema describe la actuación de una banda en un pub londinense. Unos músicos a los que no les importa demasiado el aplauso del público sino su propio gusto por el jazz, el creole, el honky tonk, etc. Ellos tocan y se van a casa. Juegan con su música en un lugar ruidoso en donde no les prestan demasiada atención. Poca gente se entera de la maravilla que ocurre en el escenario de ese pequeño local.
La canción entera (letra y música) derrama nostalgia. Uno puede imaginarse a esa banda encaramada en un escenario diminuto, trajeada a la vieja usanza, tocando sus instrumentos en medio del humo y el ruido de copas que chocan. La forma en que Knopfler desgrana la pasión de esos músicos mediante la tensa exploración de sus dedos en la guitarra alcanza para que Sultans of Swing sea una obra maestra. Pero además está el resto de Dire Straits para terminar de redondear una canción imprescindible.
Por ese asunto de las asociaciones libres (que no son masones en busca de un destino) mientras escuchaba Sultans of Swing recordé al Grupo Celestial.
¿A quién? Preguntará el lector, que si lee tiene derecho a enterarse.
El Grupo Celestial era (ya no existe en su forma original) un grupo musical de mi pueblo allá en Mendoza (allá lejos y también hace tiempo). Formado por una miscelánea de sujetos de diversas edades y profesiones, los unía la música y más precisamente, ese género indefinido que suele etiquetarse como “música tropical”. Si tuviéramos que ubicarlos (no hace falta pero no resisto la tentación) diría que eran de la vieja escuela tropical. Su repertorio incluía temas clásicos del género y su estética remitía a conjuntos como El Cuarteto Imperial, aunque con menos despliegue de sombreros. En un momento de su carrera vestían con rigurosa camisa celeste cielo, pantalón, chaleco y zapatos blancos.
El Grupo Celestial contaba además con un locutor oficial, cuya voz impostada era proverbial antes de cada actuación: “¡Con Uds. la música del Grupo Celessstiaaalll” decía la frase que marcaba el comienzo del set. Además, cada tanto metía un bocadito entre canción y canción para marcar algún acontecimiento, saludar a la novia, la quinceañera, etc., o simplemente para informar que se iba a escuchar un tema nuevo agregado al repertorio habitual.
Como habrán inferido el Grupo Celestial amenizaba cumpleaños de quince, casamientos, bailes “sociales”, agasajos, cenas de instituciones y cada tanto brindaba un recital al solo efecto de brindar un recital. Tenía un público fiel que perseguía la trayectoria del grupo en cuanto escenario actuara. Esa tarea no era titánica en absoluto dado que la frecuencia de esas presentaciones no era vertiginosa.
¿Por qué recordé al Grupo Celestial escuchando Sultans of Swing? Algo de los Sultanes descriptos por Knopfler y los suyos anidaba en el Grupo Celestial. La seriedad con la que encaraban la música, su apego a formas que morían a cada minuto, la etiqueta rigurosa de cada una de sus presentaciones. La perseverancia de la cual era evidencia el acople cuasi perfecto de la banda y que mostraba el apego a los ensayos. Sonar como sonaban cuando a poca gente le importaba esa búsqueda de perfección era, a mi juicio, su mayor mérito. La preocupación por los arreglos, la afinación y el sonido era inversamente proporcional a la relevancia de los escenarios en donde actuaban.
Sin importar cuál era el foro en donde tuviera que presentarse, el Grupo Celestial ponía en acto una apuesta a la calidad que implicaba, necesariamente, un profundo respeto por el oyente.
No es común encontrar semejante cosa en estos días.
Tuvieron actuaciones gloriosas, en donde la abundancia de público premió su perseverancia aunque la mayor parte de las veces estaban un poco menos que solos. Pero en cualquier circunstancia, el Grupo Celestial perseguía la perfección. No es poco.
¿Qué decir para cerrar esta comparancia intempestiva? No mucho. No era parte del público habitual del Grupo Celestial, pero cada vez que los escuché pude percibir que se tomaban las cosas muy en serio y que poca gente entendía esa postura.
El Grupo Celestial eran los Sultans of Swing de Dire Straits, o los Sultans of Swing de Dire Straits eran el Grupo Celestial. Sospecho que en muchos lugares existen Sultans of Swing y eso protege a la música y la salvará pese a todo.
1 comentarios:
Me encantó.
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