lunes, 16 de septiembre de 2013

LA SUSTITUTA

El problema acuciante de la democracia actual es la sustitución. La letra de las leyes indica que el legislador representa al soberano, pero en la práctica por lo general se opera una sustitución. O sea, el legislador ocupa el lugar del soberano y acúa en su propio nombre, mientras pretende representar al sustituído.
Lo que Ocaña confiesa sin pudor en este afiche, por otra parte.
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Gracias "Hormiguita" por la confesión.

6 comentarios:

Rob K dijo...

¿Realmente lo cree Ud. así? Yo, probablemente un ingenuo, no veo ninguna "confesión" en esa mera frase.

Grupo de Expertos en Todo dijo...

Rob:
Es una confesiòn en la que Ocaña o cree decir nada inconveniente y sin embargo lo dice.
Eso es, si me permite, lo peor. La redacciòn del slogan es la evidencia de la forma en que conciben la labor parlamentaria, no solo Ocaña, por otra parte.
¿Còmo hubiera sido un mensaje, al menos, polìticamente correcto? Alguna frase que aluda a que Ocaña, o cualquier legislador, representa los intereses de la gente, no que ocupa el lugar de la gente.
Pero està tan naturalizado el asunto que Ocaña puede poner este afichote y a nadie se le mueve un pelo.

Rob K dijo...

No es así fuera del Congreso, ese lugar no lo ocupa nadie más que uno, eso está claro. Pero sí puedo decir que aquél a quien yo vote - cualquiera sea - ocupará "mi" lugar en el Congreso, pues yo no tengo otra forma de hacerlo. Por eso digo que me representa.

Grupo de Expertos en Todo dijo...

Rob:
Ahí está, semánticamente hablando, el asunto.
El legislador no ocupa su lugar, ocupa el lugar del legislador. Lo que hace ocupando ese lugar es representar los intereses del representado, pero no el lugar del representado.
Nadie le pide que se ponga en el lugar del representado sino que se ponga del lado de los intereses del representado.
Ahí se verifica un desplazamiento de sentido que se ha hecho costumbre pero no es inocente.
Cierto es que estamos en una forma de gobierno representativa, pero el legislador no encarna sujetos en particular, ni sujetos colectivos, porque no es él un supraente. Encarna (o debería hacerlo) los intereses de esos sujetos, de ese colectivo del cuál emerge como electo y en ese sentido debería representarlo.
Al proceder a la sustitución, los intereses que dice representar dado el proceso de reemplazo del sujeto colectivo por el sujeto particular, se transforman en sus intereses, dado que él sería además el representado en acto objetivado en un ente legislativo, por tanto, habría contingencia punto a punto entre sus intereses y los intereses del que dice ocupar su lugar.
Claramente esto no es así. Ahí está el peligro. No se le pide al legislador que se identifique con el elector, sino que lo haga con los intereses del elector. De forma tal que sus decisiones se vean influidas por esos intereses. Si el legislador es el representado todas sus deciciones son infalibles dado que sería al mismo tiempo, vox populi vox dei, y además, la instancia que le da sustancia en el aspecto formal.
Algo así.

Rob K dijo...

Tiene Ud. mucha razón en su fino análisis, aunque pienso que un "slogan" de campaña mejor elegido por un publicista no cambiaría el actual papel de un legislador en el Congreso.

José Pepe Parrot dijo...

Rob:
Desde ya.
Lo que me llama la atención es la manera en que la sustitución se naturaliza tanto que un cartel lo puede decir cuasi impunemente.
Claro que estoy seguro que ni el publicista ni Ocaña mandan mensajes subliminales. De ninguna manera. Pero la coyuntura en donde la sustitución es un hecho convertido en retórica de campaña que se considera un "es así" no deja de sorprenderme.