viernes, 27 de mayo de 2011

COMO DECIRLO...

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Leí ayer una nota que quería compartir. No puedo hacer demasiados comentarios, eso sí. Es fuerte el asunto, aviso. Por las dudas si hay personas impresionables. La nota completa acá. Abajo, un extracto.
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“Exhibiendo una fotografía, la señora comenta frente a la cámara: Antes del experimento, tenía una cabellera tupida. Ésta era yo antes de mi tratamiento”. La señora se quita el sombrero: “Ahora, míreme”. Salpicada con manchas de calvicie, la tintura roja apenas disimula las horribles cicatrices que cruzan su cabeza.
Otra señora, con la cara torcida, comenta: “Mis tres niños tienen los mismos cánceres que afectaron a toda mi familia: ¿va a decirme usted que esto es sólo una coincidencia?” Una enfermera explica el tratamiento a los niños más pequeños: “Primero, sus cabezas fueron rasuradas y untadas con un gel que les ardía. Luego se les puso una pelota entre las piernas, y se les pidió que no la dejaran caer, para que no se movieran”.
Los niños no fueron protegidos en el resto del cuerpo. Para ellos no había trajes de plomo. En Israel, las normas para irradiar a un niño con rayos X, eran de 0.5 rad. Pero como los escogidos no eran niños “normales”, fueron irradiados con una dosis 35 mil veces mayor. Un sobreviviente recuerda:
“Yo estaba en clases cuando hombres vestidos de civil vinieron para llevarnos a una gira. Preguntaron nuestros nombres. Los niños ashkenazis (judíos de Europa central emigrados a Israel) fueron devueltos a sus asientos. Sólo los niños morenos (sefardíes de Marruecos y Yemen) fueron subidos al autobús.”
Para engañar a los padres, el Ministerio de Salud les informó que las irradiaciones eran para tratar el ringworm (hongo parecido al herpes) en el cuero cabelludo. Sin embargo, después de recibir las dosis murieron cerca de 6 mil niños, en tanto los restantes fallecieron poco a poco con padecimientos de epilepsia, amnesia, alzheimer, migraña, sicosis y distintos tipos de cáncer.
Basado en las investigaciones del escritor israelí canadiense Barry Chamish (1952), el documental 100 mil radiaciones (Dudi Bergman, Simona Producciones, 2003) fue dirigido por Asher Khamias y David Balrosen y se transmitió por el Canal 10 de Tel Aviv, a las 9 pm del 14 de agosto de 2004.
La primera parte del programa concluyó con un debate en el que participaron David Edri (cantautor marroquí y cabeza del comité de compensación para las víctimas de ringworm rayos X), Boaz Lev (vocero del Ministerio de Salud) y el periodista Dan Margalit, moderador.
Edri investigó el secuestro de unos 4 mil 500 niños yemenitas durante los primeros años de la entidad sionista. En el panel manifestó la frustración que sintió al solicitar los archivos médicos de su niñez. Indulgente, el ministro Lev aclaró: “casi todos los archivos se quemaron en un incendio”.
El artista consiguió reunirse con el líder del Movimiento de los Niños Yemenitas, rabino Uzi Meshulum (encarcelado ocho años por intentar llegar a la verdad, y sometido a torturas de las que aún no se ha recuperado), y con el rabino de Jerusalén David Sevilla, quien corroboró el crimen y pudo ver las fotografías de las cicatrices en los pocos niños que sobrevivieron.
En el documental aparece un historiador que primero dicta una plática breve sobre el llamado “movimiento eugenésico” y luego, con mordacidad, reconoce que la operación ringworm fue un programa oficial de eugenesia que apuntaba a “…desyerbar las semillas débiles” percibidas en la nueva sociedad israelí.
Autorizada en 1951 por el gabinete liderado por David Ben Gurion, la operación ringworm fue sugerida por el gobierno de Estados Unidos, jaqueado entonces por la ley que a finales del decenio de 1940 puso fin a los experimentos de radiación humana en presos comunes y enfermos mentales.
Así fue como el gabinete de Ben Gurion (Eliécer Kaplan, ministro de Finanzas; Levi Eskhol, Asentamientos; Moshe Sharret, canciller; Golda Meir, Trabajo; Amos Ben Gurion, hijo de David, Interior; Yosef Burg, Salud, padre del luego pacifista político Abraham Burg) se puso a cavilar dónde desintegrar bebés judíos sefardíes: si en Estados Unidos o Israel.
Washington necesitaba una nueva fuente de cobayos humanos y, a cambio de dinero y secretos nucleares, el gobierno de Israel se los proporcionó. Durante años, Washington pagó al gobierno de Tel Aviv 300 millones de liras israelitas destinadas al programa nuclear, cuyo director era el ministro de la Defensa Shimon Peres, líder del Partido Laborista y actual presidente de Israel.
Chaim Sheba (1908-71), el médico con el grado más alto en el ejército de Israel (1948-51), realizó en 1951 un viaje especial a Washington, donde el Pentágono le proporcionó siete máquinas de rayos X. Con estos aparatos, el doctor Sheba realizó el experimento sobre una generación completa de jóvenes judíos sefarditas. En 1968, Sheba recibió el gran premio Israel. Su nombre encabeza hoy un importante centro médico.
En el panel, el moderador Dan Margali justificó los experimentos: “El Estado era pobre. Era una cuestión de sobrevivencia día a día”. Al día siguiente, ningún periódico habló del programa. Las miles de personas que alcanzaron a verlo (pues salió al aire al mismo tiempo que Ha nacido una estrella, el show más visto en Israel), continúan esperando la segunda parte del documental 100 mil radiaciones."

4 comentarios:

Daniel dijo...

Alguna diferencia con los nazis? Si, un poquito más cínicos. Porque si los padeciste y hacés ésto.

José Pepe Parrot dijo...

Unfor:
Cuando leí ésto sentí un dolor en el bobo del que todavía no me recupero. Siempre pienso que la maldad humana tiene límites. Y siempre me desmienten.

Marce dijo...

No no tiene límites, o por lo menos no medibles. Pero le voy a decir algo: por cada uno que milita por la muerte, por el sadismo, hay muchos que militan por la paz. Aunque hay noticias que parecen desmentirlo, hay muchos hombres y mujeres que trabajan por el bien, médicos, maestros, biólogos, ingenieros, etc etc que se instalan en rincones alejados, en medio de la nada y hacen mucho. Ellos militan por la vida, por la dignidad humana. Y tal vez su única recompensa sea un apretón de manos o un abrazo. Sabe querido que esto no aparece en las noticias?
Un fuerte abrazo.

Moscón dijo...

Una vez mas vemos que la maldad no tiene bandera y si múltiples discursos.
Sinceramente no me asombra,actuálmente en nuestro país se llevan a cabo experimentos semejantes delante de nuestras narices.