domingo, 8 de noviembre de 2009

EL DOMINGO DE LOS CRONOPIOS: El campito de los Peñaloza

Dejemos que Julio convierta las certezas en un acertijo para buscadores.




Instrucciones para subir una escalera al revés
Julio Cortázar
...
En un lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme, se explicó alguna vez que hay escaleras para subir y escaleras para bajar; lo que no se dijo entonces es que también puede haber escaleras para ir hacia atrás. Los usuarios de estos útiles artefactos comprenderán, sin excesivo esfuerzo, que cualquier escalera va hacia atrás si uno la sube de espaldas, pero lo que en esos casos está por verse es el resultado de tan insólito proceso. Hágase la prueba con cualquier escalera exterior. Vencido el primer sentimiento de incomodidad e incluso de vértigo, se descubrirá a cada peldaño un nuevo ámbito que, si bien forma parte del ámbito del peldaño precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica y lo ensancha. Piénsese que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la forma usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la escalera misma, su hipnótica sucesión de peldaños; en cambio, bastará subirla de espaldas para que un horizonte limitado al comienzo por la tapia del jardín, salte ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque luego el molino de la Turca, estalle en los álamos del cementerio y, con un poco de suerte, llegue hasta el horizonte de verdad, el de la definición que nos enseñaba la señorita de tercer grado. ¿Y el cielo? ¿Y las nubes? Cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase el cielo que le cae en plena cara desde su inmenso embudo. A lo mejor después, cuando gire en redondo y entre en el piso alto de su casa, en su vida doméstica y diaria, comprenderá que también allí había que mirar muchas cosas en esa forma, que también en una boca, un amor, una novela, había que subir hacia atrás. Pero tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse. Hay cosas que sólo se dejan ver mientras se sube hacia atrás y otras que no quieren, que tienen miedo de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto; obstinadas en su nivel y en su máscara se vengan cruelmente del que sube de espaldas para ver lo otro, el campito de los Peñaloza o los álamos del cementerio. Cuidado con esa silla; cuidado con esa mujer.

2 comentarios:

vae dijo...

Cuánto hacía que no leía estas instrucciones!
Es increíble como, mientras vamos transcurriendo la vida, la lectura va adquiriendo otros sentidos.
No es fácil animarse a mirar las cosas de esa forma... Muchas veces lo que vemos nos sorprende tanto, que hay que saber (y poder) bancárselo. Igual, no deja de ser un desafío de lo más interesante.
Gracias por publicarlo!

José Pepe Parrot dijo...

Vae:
Tiene razón.
Uno debería leer varios libros como quien sube una escalera al revés.
Uno debería, y debería animarse.
No todos pueden. No todos podemos.
Subir escaleras al revés es renunciar a ciertas seguridades que calman la ansiedad.
Ayer escuchaba a Dolina conjeturar que habría que comenzar a discutir el espejo mismo.
O subir escaleras al revés.