Mostrando entradas con la etiqueta Pequeño Panteón Portátil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pequeño Panteón Portátil. Mostrar todas las entradas

jueves, 17 de marzo de 2016

A VOS TE HABLO, SI, A VOS

...
Lo primero que vamos a establecer es que este post es más bien interno, digamos, para los del palo. Esto es un aviso y además una amable advertencia. Más que nada a los trollolones que andan como ejército por ahí tratando de meter cizaña: no son bien recibidos en los comentarios. Hoy serán borrados sin mayores contamplaciones. No es un debate para el que estén habilitados.
Dicho lo anterior, paso a la parte conceptual (gracias Dolina).
Mirame a los ojos cuando te hablo:
¿Desesperanza? ¿Así que tenés desesperanza?
Mirá que tierno.
¿Sabés qué?: me importa un comino, digamoslo con palabras más civilizadas, me chupa un huevo tu pequeño estado de ánimo. No me conmueve, ni un poco. 
¿Qué querés que haga? ¿Una palmadita en la espalda? ¿Un tecito de tilo? ¿Acaso una consulta con un terapista ocupacional? ¿Quién carajo te crees que sos?
Allá afuera, más allá del huevo nueva era que te pusieron tipos como Coelho y Stamateas hay un mundo. Un mundo que arranca por un país que no era el paraíso pero al menos no era el infierno y las siete plagas de Egipto que nos cayeron sobre el lomo a partir del 10 de diciembre de 2015 (fecha que tendrías que tatuarte en la frente, para no olvidarla de una vez por todas y además, para recordar que esos delincuentes están ahí también por lo que hiciste o dejaste de hacer). En ese mundo había víctimas y no te imaginás cuántas víctimas nuevas hay ahora. Asi que, si me permitiera un sentimiento tan espantoso como la piedad, arrancaría con ellos. no con vos.
Vos, y los que piensan como vos (o sea, yo, ponele) no podemos darnos el lujo de la desesperanza. No tenemos derecho a la desesperanza. Tenemos, eso sí, la obligación de luchar. Una pelea que tiene que convertirse en orgánica, empecinada, persistente y más que nada, franca y sin tapujos.
Ni vos ni yo podemos reclamar un poco de tranquilidad o reposo. Tenemos el mandato del guerrero lacedemonio (espartano) con respecto a su escudo: vuelve con él o sobre él.
Por tanto, más vale que vayas limpiando esas lágrimas de bronca y dolor, porque estamos sobre este mundo para luchar para que otros no lloren de hambre e impotencia. Eso es, al fin y al cabo, política. Política en sentido fuerte, POLITICA con mayúsculas.
De lo contrario, si no son, somos, "capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo" tengan a bien despejar el camino.
Hay mucho trabajo porque "todos los días hay que luchar por que ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos".
Para terminar, ayer mientras viajaba en tren para ir al Congreso, leía un librito de de Alain Badiou, "Pequeño Panteón portátil". Robaré partes del prólogo de ese texto para cerrar estas reflexiones del día de hoy:
...
"Porque yo sostengo que la muerte no debe interesarnos, y la depresión tampoco. Si para algo sirve la filosofía es para alejar de nosotros el cáliz de las pasiones tristes, para enseñarnos que la piedad no es una emoción leal, ni la queja una razón para tener razón, ni la víctima aquello a partir de lo cual debemos pensar. Por un lado, como lo establece de una vez por todas el gesto platónico, es en lo Verdadero -declinado si hace falta coomo lo Bello o como el Bien- donde se origina toda pasión y toda creación con pretensión universal. Por otro lado, el animal humano, como lo sabe Rousseau, es esencialmente bueno; cuando no lo es, es porque alguna cosa exterior lo obliga a ello, causa que debe ser detectada, combatida y destruida lo antes posible, sin la menor vacilación. Los que pretenden que el animal humano es maligno sólo quieren domesticarlo para convertirlo en un asalariado sombrío y un consumidor deprimido al servicio de la circulación de capitales. Capaz de crear en diversos mundos verdades eternas, el hombre lleva en sí el ángel con el cual las religiones pretendían embaucarlo. Eso es lo que enseña desde siempre, la filosofía propiamente dicha. Para que ese ángel interior se declare, hay que sostener un principio, una máxima -finalmente siempre la misma- bajo una gran variedad de formas. Elijamos la de Mao: "Desechar las ilusiones, prepararse para la lucha". Sostener lo verdadero contra lo ilusorio y, cualesquiera sean las circunstancias, combatir antes que rendirse; no veo que una verdadera filosofía pueda desear otra cosa.
El punto es que hoy, con el nombre de "filosofía", intentan imponernos una máxima ciertamente opuesta, que se expresaría así: "Cultivar las ilusiones, prepararse para capitular". Hemos visto surgir revistas en las cuales la "filosofía" se parece a la fitoterapia o a la eutanasia de los entusiastas. Filosofar sería una pequeña parte de un vasto programa: estar en forma, eficaz pero relajado. Hemos oído a "filósofos" declarar que, ya que el Bien es inaccesible, incluso criminal, hay que contentarse con luchar palmo a palmo -y sobre todo codo a codo con nuestros amigos yanquis- contra diversas formas del Mal, cuyo nombre común, si se mira de cerca, no es otro que "árabe", o "islam" o, si no, "comunismo". Hemos visto resucitar los "valores", de los cuales habíamos logrado desembarazarnos con la ayuda eterna de la filosofía, como la obediencia (a los contratos comerciales), la modestia (ante la arrogancia de los histriones de la tele), el realismo (son necesarias las ganancias y las desigualdades), el egoismo absoluto (bautizado "individualismo moderno"), la superioridad colonial (los buenos demócratas de Occidente contra los malvados déspotas del Sur), la hostilidad al pensamiento vivo (todas las opiniones deben tomarse en cuenta), el culto al número (la mayoría siempre es legítima), el milenarismo estúpido (ya mismo bajo mis pies el planeta se está calentando), la religión vacía (tiene que existir Algo...) y aquí me detengo; ya muchos "filósofos" y "filosofías" no se detienen y, por el contario, se empeñan en infectarnos con esas cosas mediante articulillos, debates, tapas rimbombantes ("La ética de las stock-options: los filósofos toman la palabra") y mesas redondas endiabladas ("Los filósofos entre la tanga y el velo"). Esta prostitución permanente de las palabras "filósofo" y "filosofía" -prostitución que enseguida señaló Deleuze y cuyo origen, recordemos, fue la producción puramente mediática del sintagma "nuevos filósofos" a partir de 1976- termina resultando agobiante. Tal como van las cosas, ya no serán solamente los cafés los que se declararán "filosóficos" (qué invención tristísima, que la expresión "café filosófico" sea la sucesora de la "charla de café", como hasta hace poco se identificaban las conversaciones estereotipadas). Al final terminaremos penetrando con gran pompa en filosóficos toilettes.
Entonces, sí, conviene recordar qué es un filósofo. 
Recordarlos mediante el ejemplo de aquellos que asumieron el alcance de ese vocablo en las últimas décadas. Hay que pedirles auxilio a ellos para limpiar y volver a sacarles lustre a las palabras en cuyo nombre, dificultosamente, y con una gran tensión del pensamiento, han propuesto aceptar incondicionalmente que hay que encontrar al menos una Idea verdadera y nunca ceder sobre sus consecuencias, aun cuando, como dice Mallarmé a propósito de Igitur; ese acto que nadie reclama sea "perfectamente absurdo (salvo porque) el Infinito está al fin fijado".
En suma, convoco a mis amigos, los filósofos ya desaparecidos, como testigos de cargo en el juicio que el Infinito entabla contra los falsificadores. Ellos vienen a decir, a través de la voz que pronuncia su elogio, que el imperativo del materialismo democrático contemporáneo, "Vive sin Idea", es a la vez vil e inconsistente."
...
(Alain Badiou, prólogo a "Pequeño panteón portátil", Buenos Aires, 2011, Fondo de Cultura Económica)
Fuente de la imagen