Hace poco, en mis recorridas por la televisión (en donde mientras pasan publicidad, ponen algunos retazos de películas y series para que uno no se aburra con las ofertas de LCDs y toallas femeninas) vi un aviso que no comprendí. Pensé primero que era un comercial de alguna casa de la calle Warnes, en donde los automóviles son embellecidos hasta el paroxismo, pero no. Tampoco era de una marca de automóviles, dado que no aparecía identificación alguna o una mina medio en bolas subiéndose al mismo. Entonces advertí el famoso y onomatopéyico slogan de Nextel: ¡Prip!.
La próxima vez que apareció en la pantalla le presté un poco de atención a los efectos de corroborar si lo que había creído ver era lo que efectivamente ocurría en el spot antes citado..
Y sí che. Era eso nomás. Resulta que un par de otarios, un empleado, una obstetra, por poner dos ejemplos, hacían algo bien (panqueques y niños) y para festejar se subían al auto ¡PRIP! de Nextel. ¿Qué les ocurre una vez que suben al auto en cuestión? (que es más bien un utilitario cabe aclarar)
Los festejadores se sientan en el medio de un mar de parlantes de alta potencia y el conductor lanza una señal hacia esas bocinas mediante el telefonito y ¡BUM! el sonido se estrella en la cabeza de los protagonistas. Supongo que no debe ser nada bueno para las pobres orejas de los dos salames (espero que les hayan garpado lo suficiente). O sea, el premio a sus esfuerzos es música a todo volumen en una docena de parlantes, música que los aturde, tal como se puede comprobar por la cara que ponen cuando son sometidos a este "premio".
O yo soy un viejo de mierda con costumbres del siglo XIX o alguien está equivocado. Siempre conjeturé que un premio es, ponele, una orden de compra para Mundo Lanar o Alto Fruncido Plaza Shopping, para citar cosas que se designan como deseables. Un libro, un disco, entradas para el cine o una buena cena si me querés tener de tu lado.
Pero ¿que te rompan los tímpanos con música al mango es un regalo?
No sé si la comparación vale, pero uno de los métodos que usan en Guantánamo, en la cárcel de alta seguridad que tiene Obamalandia ahí (la que el morocho prometió cerrar pero no cerrará) es el de aturdir a los presos mediante sonidos de alta potencia.
Más o menos lo mismo que hacen los de Nextel y que aceptan con una sonrisa el empleado y la obstetra.
Ya me lo había advertido mi abuela, sarna con gusto no pica.
El Masoquismo del Éxito que le dicen.