Dado que en este blog nos ocupamos de desensamblar minuciosamente los desaciertos y falacias de la Madre que te Parió Iglesia Católica, no dejaremos pasar la oportunidad que la misma nos sirve en bandeja para refutar todos los puntos que señalaron los señores obispos en sus reflexiones previas al cumpleaños de Sucristo.
No pregunto cuántos son sino que vengan de a uno.
Allá vamos:
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Los obispos argentinos, reunidos en nuestra 104 Asamblea Plenaria, hemos repasado con honda preocupación algunos síntomas de la persistencia de esta crisis moral y cultural. Compartimos algunos de ellos:
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1.- La dignidad de la vida desde la concepción hasta su término natural es la base de todos los derechos humanos. Reiteramos, una vez más, que el ordenamiento jurídico debe respetar el derecho a la vida.
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Si los obispos creyeran en sus propias palabras habrían condenado a Von Wernich y a Grassi, entre otros, que justamente ofendieron y ofenden la dignidad de la vida. No se ha escuchado una sola palabra de la Asamblea Plenaria en ese sentido. Además se hubieran al menos abstenido de colaborar con la dictadura militar, de hecho deberían haberla condenado enérgicamente. Si su apego a la dignidad de la vida fuera sincero y no una chicana, deberían refutar las acciones y palabras de Aguer, que apoya a los genocidas y ayudó a un banquero mediante una fianza, evitando que se lo castigara por ofender la dignidad de la vida de los estafados. Hay muchos más ejemplos del desapego sistemático de los obispos a la dignidad de la vida. Creo que estos alcanzan para dejar en claro cuánto les interesa esa dignidad.
Cierto es que la dignidad de la vida es la base de todos los derechos humanos. Los obispos, cada vez que defienden lo indefendible deberían recordar sus propias palabras.
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2. La familia, fundada sobre el matrimonio entre varón y mujer, es un valor arraigado en nuestro pueblo. Anterior al estado, es la base de toda la sociedad y nada puede reemplazarla. Vemos con preocupación una corriente cultural y un conjunto de iniciativas legislativas que parecen soslayar su importancia o dañar su identidad.
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La familia es una institución humana y es una construcción social. No es un “valor arraigado”, es un agrupamiento humano siempre en proceso, cosa que cualquiera puede comprobar comparando las actuales familias con las familias de hace cinco décadas, por establecer un período aleatorio. La familia muta, cambia, no hay roles estáticos ni funciones predeterminadas que se verifican sí o sí. Nada de eso, por el contrario, lo que hay es cambio. Lo mismo vale para el matrimonio que no es anterior a ningún estado, de hecho es una institución reciente en nuestra historia como sociedad y también cambia en tanto los modos de vida mutan, como no podría ser de otra manera. Las leyes solo reconocen esas mutaciones, tratando de hacer extensivo a los nuevos agrupamientos los derechos concedidos a las formas anteriores.
Pretender que, por desconocer los derechos de las nuevas formas familiares estas formas desaparecerán, es tratar de tapar el sol con el índice indignado.
Agrego además que “la identidad” también es un proceso. No una foto de ahora para siempre, sino un constructo en movimiento. Por no entenderlo la Iglesia Católica está condenada a hundirse en sus propios dogmas, ahora que no puede recurrir a las armas bendecidas para imponer sus criterios estrechos y mezquinos.
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3. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Tienen el derecho de que el sistema educativo no les imponga contenidos contrarios a sus convicciones morales y religiosas. Deseamos que toda la sociedad tome una mayor conciencia de la necesidad de mejorar el sistema educativo, de modo tal, que los más pobres sean sus principales beneficiarios. La necesaria preparación para la vida cívica de niños y jóvenes debe excluir la politización prematura y partidista de los alumnos.
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En esto estamos de acuerdo. Y como estamos de acuerdo y además soy padre, no quiero que ninguna confesión religiosa meta sus narices en los planes de estudio que son para todo el mundo y no solo para los católicos. Que solo se entrometa si elijo una escuela confesional y ahí me las tendré que bancar. No quiero que ninguna confesión imponga sus contenidos contrarios a mis convicciones morales y religiosas. No quiero que, mediante presiones y subterfugios ninguna confesión imponga sus objetivos de orden religioso como los objetivos educativos de todos, aún de los que no comparten sus preceptos. Tampoco quiero que los colegios que reciben subvenciones del estado difundan una doctrina religiosa, dado que esos recursos provienen de los impuestos que son abonados por ciudadanos religiosos y no religiosos.
Lo de mejorar el sistema educativo es también cierto y para tal fin y en primera instancia podríamos dejar de sostener a la iglesia católica y usar esos dineros para la mejora, pensando en los más pobres.
Sobre la “politización prematura y partidista” de los alumnos, sirve lo dicho al comienzo. No quiero que ningún credo religioso imponga su propia mirada de la sociedad como si fuera la única mirada legítima. Porque luego esa mirada apoya determinados partidos. La famosa politización prematura. Prefiero que el pibe conozca todo lo que hay y que opte, a que le vendan como válido para todo tiempo y lugar el sonido de una sola campana, de iglesia en este caso.
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4. Constatamos una angustia generalizada en nuestro pueblo por la vida de los jóvenes. Es enorme la cantidad de ellos que no estudian ni trabajan: ésta es una de las hipotecas sociales más desafiante para los argentinos.
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No parece ser ésta una preocupación de la iglesia católica, que no comparte en este caso la angustia generalizada que señala en la sociedad. Lo que le interesa a la Iglesia Católica no es el estado de los jóvenes sino que no sean católicos, tal como demuestran sus acciones de todos los días. Por eso apoya políticas que promueven la marginación de los jóvenes a los que alude en abstracto. Crece en el seno de la iglesia católica la influencia del Opus Dei y sus cuadros ocupan lugares centrales en la jerarquía y además, en las empresas que provocan y provocaron, marginación, desocupación, etc. La Iglesia Católica no ha considerado importante distanciarse de esas políticas y de hecho, las sigue apoyando.
O sea, se abstiene de preocuparse por los jóvenes que no estudian ni trabajan, contentándose con lanzar elucubraciones al aire, que es gratis. El desafío en este caso, y como siempre, no les compete.
Hacerse cargo de los profundos errores y de la doble moral que los llevó a identificarse con el estado neoliberal, bombardeando todas y cada una de las iniciativas que sus propios cuadros intentaron llevar adelante para frenar la desocupación y la marginación de los jóvenes, eso no consta en su manual de estilo.
Tampoco consta en ese librito la posibilidad de renunciar a sus ingresos que provienen del estado y solicitar sean dedicados a la atención de los jóvenes.
Todo consiste en señalar su indignación, pero evitar ensuciarse las manos. Y por favor, no me hagan reír con esa paparruchada de Cáritas u otros calmaconciencia por el estilo.
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5. La droga se extiende por el crecimiento del crimen del narcotráfico y la red de complicidades que lo sustentan. Pensamos que ésta es una de las causas principales de la proliferación del delito y de la consiguiente inseguridad.
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Me gustaría hablar de la red de complicidades. Resulta ser que los piadosos obispos respaldan con entusiasmo sin igual a candidatos que están, dicen las malas lenguas, relacionados con el tráfico de drogas. Pongo por caso, el irrestricto apoyo al Bañero, y más allá en el tiempo, las aventuras de Prolatín, entidad con fines de tráfico que supo asesorar con entusiasmo Don Moises Jardín. Con El Bañero por ejemplo, convocaron en el 2002 a una “concertación social”. En esta época las aventuras de Duhalde eran ampliamente conocidas. Tal cosa no estorbó la voluntad de poder de los señores jerarcas de la iglesia católica argentina que se lanzaron a la aventura acompañando a tal personaje del que podemos decir que las brujas no existen pero que las hay, las hay.
Decir “la droga se extiende” pretende también evitar ser nombrados junto con esos personajes a los que prohijaron y dieron albergue. Otra vez, la pelota afuera.
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6. A casi treinta años de la democracia, los argentinos corremos el peligro de dividirnos nuevamente en bandos irreconciliables. Se extiende el temor a que se acentúen estas divisiones y se ejerzan presiones que inhiban la libre expresión y la participación de todos en la vida cívica.
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Esto merece una atención especial, dado que plantea una topología de la sociedad que indica la aparición de una mirada maniquea y excluyente. En principio, ninguna sociedad “se divide en”. La sociedad está “compuesta por”. Por ejemplo, hay en la sociedad argentina una cantidad importante de hinchas de Boca Juniors que no quieren ningún tipo de reconciliación deportiva con los simpatizantes de River Plate, que también son numerosos. Pero esos hinchas de ambos equipos no son solo hinchas, además comparten lugares de trabajo, de esparcimiento, la misma familia, etc. Los dos están dentro de la sociedad, no la dividen. Atento al piojo, porque los obispos son hábiles en sofismas. Una sociedad es una red de interdependencias complejas y no una serie de compartimentos estanco.
Pensar que una postura divide implica quebrar puentes, romper lanzas. Acá mismo hemos señalado que semejante expediente es peligroso porque alumbra la aparición de otros irreductibles. Y lo hemos hecho extensivo a los dos bandos aparentes que los medios serios se han encargado de nombrar. Eso de “si no estás conmigo están contra mi” no tiene entidad. Puedo no estar de acuerdo y sin embargo, no estar en contra. Puedo defender lo que pienso y no pedir que los otros mueran, sean exterminados o desaparezcan por no pensar como yo. Debatiré con los argumentos contrarios, pero no eliminaré al mensajero. Esto es algo que la Iglesia Católica argentina no ha hecho, dado que miró para otro lado, cuando no apoyó, la desaparición.de los que pensaban distinto a los “valores tradicionales arraigados en la sociedad argentina”. Vemos aún hoy que sostienen ese discurso.
Pero la iglesia católica no se limita a señalar lo que acá ya hemos dicho. También toma partido por un bando, o sea, contribuye a “dividir a los argentinos en bandos irreconciliables”. El último párrafo del punto 6 es muy claro al respecto. Pese a los subterfugios y a la prosa barroca, señala quién, a su juicio, propugna esas divisiones y le achaca las culpas correspondientes. La iglesia católica, al menos la que expele esta perorata de medias verdades, está con la cacerola en la mano. Y lo dice, aunque dice que no lo dice. Y las evidencias están ahí en el documento, disponibles para el arqueólogo del sentido que quiera emprender la aventura de encontrarlas.
Como ya indicamos, apuntala una probable división. Declarándose parte de una de las mitades, si es que se admite esta torpe alusión a un topos inexistente.
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Conclusión:
Señores obispos, a papá primate con plátano de incienso. Si quieren jugar al adivina-adivinador, busquen a uno de su tamaño.
No me gusta ser Casandra (versión 2023)
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Otro año interesante ,en el sentido de la maldición china,se termina.
Siempre me he considerado el nivel cero de la perspicacia. No soy buena
previendo aco...
5 comentarios:
Brillante Dormi!
Excelente. Ni una palabra más para agregar.
Saludo
Axel
P.D.: me dejar repostear esto en otro lado? Siempre menciono fuente, eh!
Daniel:
Chas gracias.
Axel:
Use con confianza nomás.
Mire, no dejó más espacio que para el "amén".
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