Me llevé por delante el jazz por casualidad. Tenía diez años y me compraron un grabador. Para probar el sonido el vendedor y dueño de la tienda había dejado una cinta de muestra. Fue escucharla y enamorarme de esa música de locos todo al mismo tiempo.
Cuando volví para el "service" del grabador, le pregunté al señor qué era eso que estaba en el cassette: "-Eso es jazz pibe."
Y me regaló otra cinta que tenía entre otros al Fat Fernández, la Buenos Aires Jazz Fusión y a Walter Malosetti.
Quien pase de vez en cuando por acá sabrá que mi amor por el jazz es similar al que tengo por la montaña. Aunque Theodor Adorno diga diga que "el jazz es un manierismo de interpretación. Y, como ocurre
en toda moda, de lo que se trata es de la presentación, y no de la
cosa" yo sostengo lo contrario.
Dice Joachim Berendt: "El jazz va contra todos los academicismos: contra ese mismo
academicismo que ha hecho de la gran música europea de concierto la
ocupación exclusiva de la burguesía bien educada. [...] Casi cien años
después de que empezó, el jazz sigue siendo lo que era: una música de
protesta; también esto contribuye a su vitalidad. Grita contra la
discriminación racial, social y espiritual, contra los clichés de la
moral burguesa, contra la organización funcional de la moderna sociedad
de masas, contra la despersonalización inherente a esa sociedad, y
contra esa categorización de las normas que conduce a hacer juicios
automáticos siempre que no se satisfacen tales normas”
Por esto último me gusta el jazz, entre otras cosas.
Y por eso estoy de luto. Se murió Walter Malosetti y con él algo de mi también desapareció.
Chau Walter. Nos estamos viendo.
...
Un gran músico WM.
ResponderEliminarNunca entendí la separación entre música "académica" y jazz, u otras. Son distintas formas del mismo arte. Se disfrutan, se gozan, conmueven. Más allá o más acá de toda teoría.
Rob:
ResponderEliminarUd. lo ha dicho. Un músico enorme.
Yo tampoco, a lo sumo son formas distintas de abordar el lenguaje musical, la sensibilidad estética y explorar distintos modos del lenguaje de la música.
Yo tengo la impresión, pero es una impresión sin sustento, cabe aclarar, que la música que se esconde en una academia o decide someterse a los rigores de una normativa taxativa y excluyente comienza a morir. Algo así le había pasado al tango y al folklore, que no se le atrevían a los puritas de las respectivas academias. Por suerte se sacaron la caspa del hombro y volvieron a respirar.
El jazz por principio debe sacudirse las normas, creo que por eso además de muchas otras coas, lo sigo eligiendo.