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Una de las características centrales del votante PRO es su incapacidad para conjeturar la existencia de un otro que es tan humano como él. Un otro en donde la espeficidad humana también está objetivada y que además de su derecho a la existencia concreta en cuanto ser vivo, también tiene derecho a desplegarse en el mundo como un ser autónomo, dentro de su propio proyecto. Por tanto, este otro que se aparece frente a mi necesita las condiciones objetivas para ese despliegue. Su despliegue es también mi despliegue en tanto yo también soy el otro en muchas relaciones sociales.
Esta situación abre una mirada novedosa en cuanto a la concepción de libertad que abandona el paradigma de autonomía parcelada, que se resta, para alcanzar la autonomía ampliada, colectiva, en donde soy más libre, más autónomo, en tanto el otro sea más autónomo.
El fundamento de un proyecto de emancipación se encuentra ahí: en considerar que la libertad se suma, no se resta.
El votante PRO no adscribe a esta forma de pensar la sociedad. Para él la libertad consiste en mantener su autonomía dentro de la parcela que tiene asignada, resguardando ese espacio y solo ese espacio. La ampliación de esa parcela solo puede corroborarse -considera el PRO- apropiándose de las parcelas de autonomía de otros actores, quitándoles posibilidades de despliegue para potenciar el suyo.
Por eso, para justificar esta exanción, el otro debe ser menos humano. De esta forma, una vez disminuido como sujeto, puede ser sometido, explotado.
De alguna forma es un proceso de anonimización progresiva en donde el otro desaparece como totalidad y queda en pie solamente su fuerza de trabajo. Si ya sé, esto lo dijo el barbudo hace mucho y sigue teniendo razón.
Esto además demuestra la condición de pensamiento sin profundidad ni densidad existencial del liberalismo, y en particular de sus nuevas formas. Pero esto es tema para otro post.
Este terminó acá.
Déjeme recordarle que la deshumanización del enemigo es una de las primeras tácticas que se aplican para generar un conflicto, don Dormi. Los yanquis les decían "monos" a los vietnamitas, "cerdos" a los alemanes, y de ahí para adelante todo enemigo es apenas un animal, si es que tiene suerte. Así es que en su imaginario, el votante pro no puede concebir la existencia de un simpatizante del gobierno que no sea rentado, aunque fuera de una manera indirecta. O sí no, la otra alternativa es que sea un subnormal. Bien saben ellos que la gente como uno es egoísta, y nunca se ensucia las manos participando. Para eso pagan (demasiados) impuestos, para que no les pisen el césped ni les corten la calle.
ResponderEliminarHace unos 40 años, yo iba a Bariloche, a Traful, Villa Mascardi, me bajaba en cualquier lado, y caminaba por el medio del bosque, la montaña, los arroyos. Todos podían hacer eso, porque era parque nacional.
ResponderEliminarHoy la cosa ha cambiado: prácticamente la totalidad de los parques nacionales accesibles están alambrados; si cruzás un alambrado, te metés en el "campo" de alguien y te tiran los perros. Nadie puede andar por la montaña de otro. Cada pedazo de tierra tiene dueño, y los tipos son felices porque pueden excluir a los demás de acceder a lo que ellos sí acceden.
El único detalle es que ellos tampoco pueden entrar al campo del vecino; tienen un arroyito, pero no pueden llegar al río, o tienen costa de lago, pero no pueden subir a la montaña. Han ganado por el lado de impedirles a los demás ingresar a su parcela, y han perdido la posibilidad de entrar a cualquier otra parcela.
Ganaron la exclusividad de un derecho -es decir, ganaron un privilegio- sobre algo a lo que ya tenían derecho. A cambio, perdieron el mismo derecho a todo el resto del parque nacional.
La pregunta es: ¿ganaron o perdieron? Perdieron, pelotudos.
Lo que se asignaron a sí mismos ya lo tenían, lo que los demás se asignaron a sí mismos lo perdieron. Y es mucho más. Felicitaciones: no ganaron absolutamente nada que no tuvieran ya, y perdieron el derecho a casi todo lo que ya tenían.
Ese es el resultado del liberalismo estilo PRO: en nombre de la libertad crean un privilegio, y todos salen perdiendo. La suma cero a veces existe; la suma negativa es mucho más habitual.
Luiggi:
ResponderEliminarEsato.
Para poder matar al otro sin escrúpulos morales, debe constituirse como el resumen de todo lo malo y odioso que existe en el mundo. Luego de asignarle esa calificación se deriva el nombre con el que será objetivado para su eliminación.
Marcelo:
ResponderEliminarAdmirable ejemplo. Déjeme contarle una anécdota que anda por ahí. Una vez un coso tuvo el atrevimiento de alambrar una de los senderos por los que avanzábamos camino a los picos altos del Cordón del Plata. Había muchas cumbres que nadie había pisado y el terreno no era para novatos. La primera vez que nos encontramos con el alambrado y el cartel odioso: "Propiedad Privada" hicimos lo que cualquier montañero chúcaro hace, abrimos los hilos de púas y nos mandamos. Nos "detectaron" a la distancia cuando repechábamos una cuesta muy empinada. Si nos querían sacar nos tenían que venir a buscar y luego, saber por dónde bajaríamos. Cosa que no se puede hacer dado que uno domina el panorama. Asi que subimos, pasamos a los valles profundos y rompimos la sagrada propiedad privada. Y si me nos querían echar, alcanzame si podés.
Más sencillo y básico, mi argumento para impugnar a Adam Smith, que supone que de la búsqueda individual del beneficio propio surge necesariamente el bien común.
ResponderEliminarPensá en un país cualquiera del Asia o África pobres; pensá en sus principales problemas. Uno que te va a venir siempre a la mente es el crecimiento poblacional desmedido. Si cada matrimonio decidiera tener menos hijos, todos deberían estar mejor en diez o veinte años. Pero resulta que eso no ocurre: aún sabiendo que ese es un problema grave para la sociedad, y teóricamente para sí mismos, cada matrimonio decide tener muchos hijos.
¿Por qué eligen tener muchos hijos, cuando criar hijos es bastante caro? Porque son pobres: los hijos no estudian carreras universitarias, comen poco y cuestan poco hasta los siete u ocho años. A partir de esa edad trabajan; al principio lo que ganan sólo alcanza para pagar lo que comen, pero a partir de la adolescencia, ganan más de lo que consumen, aportan a la economía familiar. Cuantos más hijos, más ingresos a diez o veinte años de distancia.
Y después forman su familia, claro. Y después los padres llegan a viejos, y necesitan ayuda para subsistir: no pueden trabajar, y los mantienen los hijos. Cuantos más hijos, más seguros estarán en el futuro, a treinta o cuarenta años de distancia. Si tienen pocos hijos, corren el riesgo de morir de hambre; literalmente.
Esas sociedades necesitan urgentemente que la gente tenga muchos menos hijos, pero a cada matrimonio le conviene tener la mayor cantidad de hijos posibles. La suma de la búsqueda del bienestar individual perjudica a todos.
De nuevo, suma negativa.
Ah, ¿soluciones? ¿Vos querés soluciones? Las principales son dos: educación y jubilación. Educación obligatoria, porque encarece el costo de criar chicos e impide que los chicos trabajen; y jubilaciones universales, porque con ellas los viejos ya no dependerán de los hijos para no morir de hambre.
La solución al problema básico de todos esos países no pasa por la búsqueda del beneficio individual. Pasa por el Estado y sólo por el Estado.
Adam Smith estaba completamente equivocado.
Marcelo:
ResponderEliminarSi. Lo estaba.
Hace un rato vi un documental sobre el 29; abarcaba hasta el 37. Varios comentaristas, Stiglitz entre ellos. Uno decía: "lo que resulta increíble es que muy poco tiempo después tantos hayan olvidado lo que pocos años antes había pasado, los factores que habían llevado al colapso". Un escalofrío, un estremecimiento. Una y otra vez. Porque en realidad hay algo más oscuro: hay un deseo de crisis, jugando con la idea de que ellos zafarán; es lo que pasa cuando compran dólares: DESEAN QUE SUBA. "Cubrirse" es la excusa, la pulsión es de destrucción para erguirse sobre las ruinas. Es la pasión del apostador, que además puede extrapolarse a los grandes grupos económicos que ganaron en estos 12 años más que nunca: lo que no perdonan es que se les impida seguir apostando todo sin límites y sabiendo que un "estado amigo" les cubrirá las pérdidas. Todo ya ocurrió. Tuvimos suerte hasta ahora, y, quién sabe, quizás sigamos teniéndola.
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