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Uno sabe y casi acepta con resignación que los candidatos digan huevadas durante la campaña. Y cuando digo candidatos digo todos los candidatos. Toda la épica discursiva, las tomas fotoshopeadas, el vestuario y ese horizonte que asoma detrás de Margarita esfumado como en un póster romántico berreta, es previsible, por desgracia.
Me pregunto si toda esa parafernalia tiene algún efecto sobre el votante, quizás sí. Pasa que, como a mi tanta empalagosa zalamería me molesta y mucho, tiendo a pensar que también le pasa lo mismo a otros y ahí me equivoco porque ¿quién soy yo para saber el efecto que causa en otros sujetos las boludeces que se ven y escuchan en una campaña?
Tipas y tipos cuya estatura intelectual no pasa de un centímetro y medio intentan camuflarse detrás de un montaje cinematográfico para hacernos creer que son estadistas responsables y con una mirada de futuro digna de ser tenida en cuenta.
Repito -y creo- existe un acuerdo cuasi unánime acerca de la naturaleza de ese engaño. No es fe poética, pero de alguna forma admitimos la suspensión de la incredulidad a pesar de no creer en lo que se ve y escucha.
Ahora, detrás de cada una de las pelotudeces que se dirán, debe existir para propiciar o intentar promover la adhesión a algo o a alguien, un germen de verdad, algo que sirva de ancla para el discurso prosopopéyico que luego será lanzado al aire. No significa que este pequeño punto de apoyo provenga de las virtudes de un candidato o del supuesto proyecto que ese candidato encarna. Porque el publicista correría el riesgo de trabajar sobre nada. Pero un puntito de conexión con la realidad del candidato tiene que haber.
Porque de lo contrario tenés a Macri.
Y aquí llegué a donde quería llegar.
En la estrategia de campaña de Macri ese cablecito que engancha lo que se promete con la esencia del candidato no existe. No está. Los publicistas de Macri y calculo, su jefe de campaña y asesores, han decidido vender a Mauricio como lo que no es y nunca fue y, debo decirlo, jamás será. Insisto, uno puede decir que el candidato es mejor de lo que parece, pero no decir que no es lo que siempre ha sido y de ahora en adelante no será.
Esto último es subestimar lisa y llanamente esa suspensión de la incredulidad en la que casi todos coincidimos en torno a las campañas políticas. En definitiva, es subestimar al votante, incluso vulnerando el espacio de ficción que uno acuerda respetar para que todo el despliegue discursivo no caiga en el más lamentable de los ridículos.
La "estrategia" de Macri viola ese acuerdo no escrito solicitándole al espectador que desestime toda su existencia anterior para reconstruirla mediante una enumeración de promesas. Por eso las promesas de Macri son tan disparatadas teniendo en cuenta lo que es y lo que no es.
Veamos, Massa promete mano dura. Con una gestualidad amenazante como un Rambo de utilería. Pero esa promesa no está reñida con su existencia anterior. Stolbizer promete un gobierno de margaritas y esa promesa no está reñida con su propia estampa como política. Scioli se postula como la continuidad y la previsibilidad y estas promesas no están reñidas con su trayectoria como gobernador. Macri promete sostener lo que se "hizo bien" y esa promesa se da de patadas con su existencia anterior en donde decía que el gobierno actual era lo peor que le había pasado a la Argentina.
Entendamos algo: no estoy pidiendo que los candidatos hagan lo que prometen. Esa es harina de otra bolsa. Digo que en sus campañas algo de cierto tiene que haber, aunque esa certeza sea solo una construcción sin sustento, para que por lo menos simulemos creer o al menos, no descreer tanto del montaje de campaña.
Macri ha roto ese acuerdo por el que nosotros creemos que esa piadosa impolutéz de los candidatos es real, al menos por el espacio de tres minutos.
Una subestimación más para un tipo que subestima la política. Y lo que es peor, subestima al que vota hasta el punto de insistir con la existencia de un Macri paralelo que no se parece en nada al Macri que existe en la realidad concreta.
Y mirá que romper la fe poética del votante es complicado, porque tenemos que soportar cada batracio.
Ahora, cuando el votante cree que Macri es lo que no es ahí la subestimación cambia de orilla y coincide con la subestimación que el candidato plantea como eje de campaña.
Y quizás, solo quizás, el candidato y el votante coincidan en que es necesario no decir lo que se piensa y esconder el juego. Entonces el camuflaje es consensuado y hay un guiño cómplice entre Macri y su votante. Quizás, solo quizás.
Se lo dejo como punto de partida de otras discusiones.
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Nota: añado una comparancia para ayudar a la comprensión del mamotreto anterior. Cuando uno ve una publicidad de champú o detergente (que son lo mismo salvo detalles) no cree que de verdad te deje la cabeza igual a una modelo o que la vajilla se lave sola o que Mr. Músculo tenga un laboratorio en donde un turista japonés saca fotos con entusiasmo mientras los científicos mezclan flores en un matráz gigante. Sabe que el champú lava el pelo y que el detergente ayuda a lavar los platos. Y que la publicidad tiene la altisonancia necesaria para vender el producto en una economía capitalista (incluso la estudiada humildad de Quilmes o Fernet Branca es altisonante)
Y los publicistas se cuidan muy bien de graduar la fantasía que ponen en cada aviso: no dicen por ejemplo que el champú te asegure la vida eterna o que el lavavajilla haga que te conviertas en millonario, y si lo dicen es en clave de ironía o humor. En la cadena de metáforas explícitas e implícitas el champú y el detergente siguen siendo champú y detergente (si uno lo piensa, también los de Coca Cola se extralimitan todo el tiempo violando la fe poética, dado que dicen, por ejemplo, que destapar una Coca Cola es destapar felicidad o cosas por el estilo)
Si los tipos dijeran que lo que venden no es lo que venden ¿cómo cuernos podría el escuchante o vidente comprarlos? Porque el engaño metafórico dura lo que dura la propaganda y se activa como slogan frente a un escaparate, pero no viola el acuerdo: el champú es champú y el detergente es detergente.
Por eso no nos pueden decir que Macri no es champú o detergente.
Me parece que la "suspensión de la incredulidad" se aplica únicamente cuando existe una voluntad fuerte de parte del que está mirando, en este caso del votante. Suspendemos la incredulidad cuando Gilda canta con una voz increíble ¡herida de muerte! a su padre Rigoletto. Pero para suspender la incredulidad mirando y escuchando a un Macri... únicamente un tipo muy resentido, o muy fundido de la vida. Para votar a un Macri, lo entiendo en los Niembros, Amadeos y afines, que debe haber unos cuantos, los cagadores de bajo vuelo. Lo entiendo en tipos con menos todavía, puestos como empleados del GCBA (empleados municipales), que le deben su puestito de cobrar y rascarse el higo, ojo que hay unos cuantos también pero ni de lejos pueden definir una elección. Los que sí la pueden definir habitan ese mundo gris de cagar más alto que el culo, gente que sabe que no va a estar mejor, pero que hay otros que van a estar peor... y eso es lo que desea. No quiere tener un LED más grande, sino que su empleada no lo tenga. No quiere tener más vacaciones, sino no tropezarse con el portero en Villa Gessell. Y todos conocemos, seguro, más ejemplos de gente así.
ResponderEliminarSus propios votantes hace rato suspendieron su incredulidad, pensemos en los carteles de "1.000.000 de créditos hipotecarios"; o en la frase "le dejarías tus hijos a Vidal o a Fernández", que habría que poner en un afiche donde se vea cómo se le van los ojos con la adolescente Violetta, o incluir en el video de la nena que vendía rosas, donde en sus rodillas le decía "ya te vas a relajar", "¿con el pediatra sos tan arisca?".
La verdad votar a Scioli para mí va a ser un sapo en el estómago, pero el ñato del montón que vota a Macri se está comiendo un dinosaurio entero,y encima contento. La verdad, me da pánico, no hablemos del candidato, sino de la sociedad que lo genera y lo tolera... y más que tolerarlo, lo admira y se le quiere parecer.
Perdón por la extensión, saludos.-
Pero Dormi, si le dicen que mauri el ladri es disneylandia, usted crea, no sea jodido, ¿o se cree que la publicidad le va a mentir?.
ResponderEliminarPor desconfiados como usté, así nos va...
Alejandro:
ResponderEliminarEl tema amerita la extensión.
Por eso decía, cuando el votante del PRO vota al PRO quizás es cómplice del PRO, por todo lo dicho y por lo que ud. dice.
No creo que el votante del PRO se coma un sapo, sabe lo que vota pero dice para justificarse cualquier otra cosa.
Ram:
ResponderEliminarPor eso no compro Reduce Fat Fast...
ResponderEliminarDormi:
Es cuestión de hacer un poco de intertexto entre su artículo y la "Nota aclaratoria" y todo se acomoda.
Macri es como tomar detergente.
Macri es como ponerle champú al fernet.
O como la Coca Cola o Míster Músculo. Prometen aflojar bulones oxidados o limpiar la olla del último locro con pasarle un trapito y aerosol.
TODOS saben que es puro cuento pero...
Si no es verdad es por culpa de "la shegua" seguro...
Pura campaña sucia.
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Abrazo patagónico !!!
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Colorado:
ResponderEliminarAhí puso la bala en el centro del blanco. Gran parte del voto PRO obedece al odio a la shegua