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En el lapso de tres días, uno más uno menos, he logrado una hazaña digna de mención en los anales de las hazañas. Pude conseguir que me dieran palos desde las filas de la oposición y a la misma vez, que me dieran palos desde la filas de los que uno suponía estaban en la misma vereda.
Cabe destacar que se han esmerado en los insultos. Casi todos van dirigidos a la inteligencia. Me tiraron por la cabeza el no peronismo, me "aparatearon" como en los mejores tiempos del PCR, me acusaron de no tener realismo político, de falta de fe (y luego dicen "es política" mientras hablan de religión de estado), de no entender una mierda de nada, de no saber nada de kirchnerismo, el ya clásico progresismo siome, de jugar al iluminado (¿yo? leiste otro blog fiera), de ser la avanzada intelectualoide (el viejo prejuicio contra cualquiera que, aunque de prestado, esté en el campo intelectual), etc.
Todo muy lindo muchachos.
Han venido a esta puerta a decirme: el peronismo nació antes que uds., etc. Me lanzaron citas doctas acerca de lo que yo entendí en la calle. ¿Por qué carajo piensan que apoyé al FPV no siendo peronista? ¿Por una revelación mística? Dicen "-Hay que entender el contexto, porque si no hacemos la vertical todo se va a la mierda". Si claro, eso pasa en un ejército. En un colectivo político no. Porque si el colectivo político depende de la verticalidad sin fisuras, no es un colectivo político. Es otra cosa.
Por supuesto, citaron dos apotegmas peronistas para cagarme a escobazos: "Primero la patria, luego el movimiento, y después los hombres". El detalle nada menor es que la patria y el movimiento están compuestos de mujeres y hombres. Y yo pensé (o creí) en un concepto que me parecía superador y que muchos suscribieron (espero, concientemente): la patria es el otro. Si la patria es el otro, metete la trilogía en en el aparato, porque la propuesta de "la patria es el otro" deroga la verticalidad dándole protagonismo a la construcción colectiva.
También se mandaron con "La única verdad es la realidad". Ajá. Y lo dicen los mismos tipos que discuten (y creo que con solvencia) el concepto de "realidad" dado que, prensa hegemónica mediante, han comprendido que la realidad es un constructo que, justamente, debe estar sometido a una deconstrucción sistemática y cotidiana.
Llegaron con el peronómetro en la mano a pedirme (a mi y a varios) que desalojáramos el boliche, que apenas nos habían prestado una pieza, pero que, en definitiva, el local es de ellos y en ese local hacen lo que quieren. Que, a pesar de habernos convencido para que ayudáramos a pintar las paredes y limpiar las mesas, no hacemos falta. Está bien, nosotros nos dejamos convencer. Los boludos somos nosotros, por partida doble.
He escuchado tantas cosas en estos últimos días que prefiero no continuar con la enumeración porque me da ganas de vomitar. Más que nada por los garrotazos que siguen lloviendo desde donde uno no esperaba semejante castigo. Igual no se inquieten, Tengo el cuero duro, no es la primera vez.
Pero sí quiero señalar algo, que me parece muy peligroso (debo indicar que ya lo he dicho, pero bueno, no soy brillante, me plagio a mi mismo): el síndrome del contorsionista. Resulta que ahora, como Scioli ha sido ungido como candidato único del "proyecto" hay que ponerse rápidamente detrás de su lancha y construir un soporte discursivo y teórico que permita sostener lo que hasta ayer nomás se criticaba. Tarea para la cual es necesario torcerse a uno mismo, retorcerse diría yo, para convertir y reconvertir lo dicho antes en lo que ahora tenemos que defender.
No importa si las patas quedan delante de la jeta o parece que caminamos para allá pero vamos para acá. Esas son fruslerías. Lo que verdaderamente interesa es construir una realidad que sostenga el nuevo dogma de fe (¿la única verdad es la realidad? ja).
Debido a este síndrome he visto también en los últimos días unas contorsiones dignas del Cirque Du Soleil. Gentes a las que les asoma la cara entre los muslos, tipos que caminan sobre sus orejas, mujeres que se ajustan la vincha con los dedos gordos de ambos piés.
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Fenómenos de circo, que solo pueden ocurrir por la elasticidad de los contorsionistas.
Quizás nos puedan acusar de, justamente, nos ser flexibles (es la acusación de moda contra Randazzo, esa y que los medios hegemónicos hayan dicho que fue consecuente). Quizás las convicciones son un tanto rígidas. Lo que pasa es que un principio se funda sobre la experiencia, es del orden de lo diacrónico. Y ahora, los historiadores de la nada nos piden pura sincronía.
La derivación del síndrome del contorsionista es que, así como el sujeto gira sobre su propio eje sin mover las patas para explicar ésto, luego puede hacer lo mismo para explicar lo otro. Cuando haya una nueva verdad de fe, simplemente se retorcerá para otro lado y fundará una lista de justificaciones sin que se le mueva el tutú.
Eso es jodido, digo yo, pensando en la ristra de excusas usadas para votar tres veces a Carlos Saúl I.
Cierro estas consideraciones sueltas con un asunto: Brienza ayer, en 6,7,8, lanzó una frase jodida: "la muchachada del 70 creía que estaba a la vuelta de la revolución y Perón conocía el contexto internacional..", etc. Quien haya transitado los muchos y buenos textos de los historiadores peronistas sabe que lo dicho por Brienza es una petición de principio. Por las mismas razones por las que ahora nos piden realismo político. ¿Tengo que volver a recordarles lo de la conducción táctica y la conducción estratégica y los malabares del Tío Cámpora para armonizar todo y encima conformar a Perón? La realidad en esa época era más compleja que el simplismo de Brienza. Pero claro, cuando sos vertical, una curva te parece una tragedia.
Por lo pronto debo decir que me dejaron sin identidad política. La misma que nos invitaron a construir. Me dejaron, nos dejaron, en Pampa y la vía (tengo la tentación aquí de recordar las críticas al pase a la clandestinidad de Montoneros, en donde se les señaló que dejaron en banda y en bolas al aparato político visible, críticas que provienen del mismo campo de donde ahora salen los dardos por el no encuadramiento).
Pese a haber fatigado las páginas de Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz esta no es una guerra.
¿Están familiarizados con el concepto "victoria pírrica"? Creo, humildemente, que esta lo fue.
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Nota: Creo que comenzó una batalla cultural.