Parece una cargada. Premiaron a este tipo por decir cosas que hemos señalado hasta el cansancio y sobre las que hay una pila sobre pila de investigaciones, ensayos y análisis. Claro, todos esos trabajos provienen de zurditos, quintacolumnistas, marxistoides y otros engendros por el estilo: ergo, no merecen mayor consideración.
En cambio uno que indica como hacer "competir" a los oligopolios (me encantaría ver de qué se van a disfrazar para tal fin teniendo en cuenta que un oligopolio sirve para evitar la competencia y, en todo caso, si compiten dos oligopolios los que se siguen jodiendo son los orejones del tarro. No hay caso, la teoría del derrame sigue anegándoles el cerebruto) y propone ¡ohh novedad! ¡regularlos! merece un Nobel.
Bastaba con darle un premio póstumo al barbudo Carlitos Marx que habló de esto hace un montón de años en varios libros y sigue teniendo razón. O si querés venirte un poco más acá, dáselo a Lenin por "Imperialismo, fase superior del capitalismo". O a "Imperio" de Hardt y Negri. O a la extensa y precisa obra de Heinz Dieterich que trabaja estos temas desde hace una punta de años, haciendo foco en la economía de no equivalencia.
Fuera de programa, podrían premiar a Enrique Dussel, aunque se dedique a la filosofía ¿Total? Tantos disparates premian que un dislate no sería tan problemático.
Pero es preferible seguir premiando a las obras de ficción. El problema es que le dieron a Tirole el Nobel de Economía y merecía el de Literatura.
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Dormi, no sufra por lo que no puede cambiar, hace mal a la presión arterial, los jugos gástricos y esas cosas; limítese a dar las gracias porque no le dieron al nobel a los buenos modales, la cortesía y la honestidad intelectual a lanata. Y no me diga que tal cosa es imposible....
ResponderEliminartiene razón Lo de Lanata lo tienen en estudio
ResponderEliminarNo parece muy extraño. El "Premio Nobel" de Economía, que no es un verdadero Nobel y lo otorga un banco, siempre tuvo, como el de la paz, salvo honrosas excepciones que siempre hay, mucho de ficcional...Y el hecho de que la economía académica hoy en día sea un subgénero de la literatura fantástica (de terror para ser más precisos) no ayuda mucho.
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