La izquierda argentina ha perdido el rumbo: no puede encontrar a su enemigo. Al laburante le llueven los sopapos, como siempre, pero la izquierda ni siquiera puede decirle de dónde vienen ni de quién son los puños. Mucho menos diseñar una estrategia para enfrentar el castigo.
Nutrida con la literatura revolucionaria de rigor, presupone conceptos y los aplica a una realidad que ha mutado una y otra vez. Anclada en la mirada decimonónica dice “explotación”, “plusvalía”, “proletariado”, “obrero” y su voz suena ceremoniosa y uno puede creer que expresa verdades imprescindibles.
Pero no, el explotador, que sigue explotando, tuvo la astucia de mutar sus formas para escamotear el cuerpo a las críticas. La derecha, coherente consigo misma, detonó la dialéctica del amo y el esclavo a fuerza de placebos. Los esclavos son convencidos a diario de las bondades del sistema y de la inevitable posición que en el ocupan, usando el confort como un anestésico y la posibilidad de adquirir amuletos para neutralizar resistencias, que a esta altura, son míticas.
La izquierda ortodoxa (el helado caliente) insiste en sus viejas taxonomías y sobre ellas vuelve a fundar estrategias que están perimidas: son como un sable mocho del cual se conserva el antiguo fasto pero que carece de filo y mueve a risa, mejor, a compasión.
A la derecha le sirve que ese sable inofensivo exista porque le permite pavonearse como triunfadora absoluta y además, para mostrar el anacronismo del pensamiento revolucionario y su escasa relación con la vida cotidiana. Y tiene razón, porque durante mucho tiempo trabajó sin prisa pero sin pausa para lograr esa desconexión mediante una táctica de dos movimientos: estimulando la inmovilidad teórica de la izquierda asignándole posiciones dentro del sistema académico y por otro, disolviendo la figura del obrero para desactivar al probable sujeto de la revolución.
De esa trampa, la izquierda todavía no ha podido zafarse. Incluso, muchas veces, parece no querer zafarse. Con lo que solo contribuye a su propia desaparición, o a seguir consolidando su posición “testimonial”.
También la derecha obtiene un tercer beneficio de esta inmovilidad: un punching ball previsible, un enemigo con el que enfrentarse sin riesgo alguno porque está neutralizado desde el comienzo.
La izquierda, lejos de refutar la mirada capitalista, la consolida usando en la discusión los términos que la derecha estableció como válidos. Así, se refuerza el status quo mientras la izquierda ciega infla el pecho y se proclama vanguardia de los trabajadores.
Como esos campeones de catch cuya ferocidad es impostada, ha perdido su potencia y carece de las herramientas necesarias para enfrentar al capitalismo allí donde estuviere bajo la forma en que aparezca.
El famoso león sin dientes, con el que cualquier domador se luce.
Si la izquierda militante tuviera una tónica, hoy debe estar con los desclasados, con las víctimas de la fuerza centrífuga de la reforma, deteniendo los efectos colaterales del modelo, y por otro lado siguiendo el una movida de pinzas munición gruesa debajo de la línea de flotación a la tranza y la trenza
ResponderEliminardel negociado, el vaciamiento y la especulación.
El trabajador, por si no se dieron cuenta, hoy es un burgués.
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ResponderEliminarErrata:
ResponderEliminarDonde dice "el", va "en".
Si la izquierda hubiera armado, TRABAJADO una opción inteligente, allí estaríamos apoyando.
ResponderEliminarY estaría el kirchnerismo con todos los defectos que quieran y estaría esa izquierda y seríamos DOS.
Y la derecha hasta que podría entrar en pánico.
Vi algo incipiente en Marea Popular, pero muchos de sus seguidores que nos acusaban de posibilistas la dejaron renga cuando vieron la escasez de votos en algo que RECIEN COMENZABA y se fueron corriendo a Troscolandia que mostró orgullosa su palo de votos.
Acá termina para mí el asunto. Con los troscos no voy ni a la puerta de calle.
Querer enfrentar al neoliberalismo con la izquierda clásica, es como enfrentar una infección intrahospitalaria con penicilina vencida.
ResponderEliminarLos afecta la falta de esquina. Se pueden estudiar enciclopedias enteras sobre como hacer algo pero no se comparan con diez minutos de hacer ese algo. La izquierda teorica no entiende al obrero, no entiende el peligroso aburguesamento que corroe al obrero, ni entiende que muchas veces el obrero justifica al patron que lo hambrea. De eso no tienen idea pero pueden hablar horas y horas sobre lo que dicen los libros. Y perdieron el tren de la vida. Toda la liturgia que estudiaron les impide ver la realidad. A la derecha no les importan en los mas minimo porque la incidencia que tienen en la politica no llega ni a nimia. Y de esa situacion, de que la derecha considera al kirchnerismo un enemigo visceral, tampoco son capaces de aprender.
ResponderEliminarMoscón:
ResponderEliminarDeberían, pero insisten en perseguir un fantasma al que denominan "obrero" y los desclasados siguen siendo, para su mirada acotada "lumpenproletariado", excepto honrosas excepciones, que las hay.
Daniel:
ResponderEliminarEsta izquierda de la que hablamos necesita la apelación a la estrategia del maximalismo a ultranza para seguir existiendo.
Pero, paradójicamente, eso la va a matar.
Gustavo:
ResponderEliminarUn trabuco contra un AK47, así no se puede.
Anónimo:
ResponderEliminarLa izquierda ortodoxa, efectivamente, quedó instalada en sus recetas y feliz por su desconexión que le asegura pureza moral.
Hay otra izquierda, pero es tan incipiente que por ahora no gravita.
Me llama la atención que se hable siempre de la "vieja" izquierda y nunca de la "nueva". Que sí existe: la han formulado diez mil veces.
ResponderEliminarLos innumerables experimentos de la "nueva izquierda", esa que busca "superar" a Marx, son las sandeces de Toni Negri, John Holloway y un montón de "teóricos" que aconsejan la ignorancia, la falta de organización y la debilidad teórica como virtudes fabulosas, cuando no mandarnos a sumergir la nariz en mamotretos posmos cuyo valor es nulo (y que además también están pasados de moda).
Porque si lo que se recomienda a la izquierda es no ser izquierda porque eso "es viejo", bueno, no me parece una crítica muy acertada. Que el capitalismo "mutó"... puede ser, pero no creo que haya mutado tanto como para que "plusvalía", "explotación", "proletariado" u "obrero" sean palabras obsoletas. Yo creo que siguen existiendo obreros explotados que proporcionan plusvalía a sus explotadores. Las vías son más diversas, sobre todo a través del capital financiero, pero el modelo general no ha cambiado y creo que es fácil de demostrar.
Coincido en que la izquierda no es solvente, pero más bien creo que combinan lo peor de dos mundos: tácticamente se comportan como si nada hubiera cambiado, teóricamente no resisten el menor exámen de ortodoxia.
Y creo que la "ortodoxia" en la izquierda no la transforma en "helado caliente", al menos si entendemos por "ortodoxia" el sano consejo de Trotsky: si nos enfrentamos a una escalera que desciende, pero hacemos los movimientos necesarios como para subir, entonces nuestra fresca falta de ortodoxia nos hará rodar y estrolarnos.
Sería interesante debatir exactamente qué cambió y cómo, para entender de qué forma hay que enfrentar los nuevos problemas. Pero si me sugieren que deje de hablar de "explotación", "plusvalía" u "obreros", entonces contestaré que lo que se me pide tirar por la borda son conceptos fundacionales del pensamiento marxista, y que para tirarlos alegremente al carajo necesito algo más que la moda del momento o las ganas de parecer cool:
¿"Explotación" no? Muy bien, ¿cómo se le llama a trabajar 16 horas seguidas por dos mangos?
¿"Obrero" no? Muy bien, los tipos que laburan en la construcción enfrente de mi casa ¿qué son? ¿Quién fabricó la mesa, la silla, el parquet?
¿"Plusvalía" no? Muy bien, ¿al trabajador se le paga ahora exactamente por lo que produce?
Lo único que escucho son genialidades como esa de que "el trabajador hoy es un burgués". Son frases bonitas y que tienen mucho efecto... siempre que uno no las analice en serio. Trabajadores que se creen burgueses hubo desde el tiempo de la escarapela, no es un fenómeno nuevo. Y repetir esa frase acríticamente terminará convenciendo a quien la dice -probablemente un trabajador- de que él mismo es un "burgués", cuando lo cierto es que labura por un salario.
Así que antes de tirar esos conceptos por la ventana, creo que se necesita una justificación muy acabada y un planteo muy sólido, que en este post al menos no veo.
El abandono de esos "viejos" conceptos ya ha sucedido, muchachos: la "nueva izquierda", la socialdemoprogre, la progresía bla bla bla ya dejó atrás, como sugiere este post, esos conceptos tan obsoletos ¿no? Todos los partidos "socialistas" se "modernizaron" Albricias!
Y ya sabemos qué políticas implementan. Yo gracias pero prefiero seguir siendo "obsoleto".
Salute.
Jack Celliers
Hola Jack:
ResponderEliminarNo es que haya dejado de existir la explotación, la plusvalía, la acumulación, etc.
Pero la izquierda tal como está las ha vaciado de contenido.
Las convirtió en eslóganes para cantar en una marcha, pero no están vivos, porque, básicamente, no expresan la dinámica de los acontecimientos ni siquiera remitiéndonos al perimido "tipo ideal" weberiano.
Sin duda siguen ocurriendo en la realidad, pero la izquierda (suena a chicana, pero yo soy un tipo de izquierda que sigue buscando, y encima no soy postmoderno porque ni siquiera creo que algo como eso exista) no puede describir cómo y dónde: y eso para mi es un problema central dado que si no es posible identificar los métodos con los que el enemigo combate no se puede diseñar ninguna estrategia acertada para enfrentarlo. Las pruebas de esa incapacidad están a la vista.
No se trata y no se propone en el post tirar por la ventana los conceptos del marxismo. La propuesta es volver a ser dialécticos, repensar cómo ocurre hoy en día la explotación, cómo se genera la plusvalía, qué sería un obrero hoy en día, etc. Hay cosas que la izquierda ni siquiera se plantea (con excepción de Altamira que algo hace aunque recurriendo a los trucos que la derecha ya conoce y desarma sin más) por ejemplo, el traslado del grueso de la actividad a los servicios, la deslocalización del trabajo, la atomización de especialidades, etc. Digo, ni siquiera las analizan porque, para cierta izquierda, esas cosas no ocurren porque no están en el manual.
La crítica central del post es al inmovilismo que no solo expone a la izquiera al ridículo sino que tambíén deja en pelotas al laburante al que deberían defender.
Como indiqué en el post en el blog de Daniel: ud. tocó con certeza el tema de la moral burguesa, sus alcances y límites, pero esa es otra historia.
No es correcto lo que señala sobre que el socialismo abandonó los conceptos fundacionales. No los abandonó porque nunca los abrazó.
Y no hablamos de modernización porque esa palabra no nos pertenece, porque remite a una mirada distinta a la que decimos sostener.
A la que no adhiero, aunque a veces me traicione.
Jack, Ud. me conoce, yo no hablo de fantoches estilo Hollande. Hablo de una izquierda que sea izquierda. Insisto. Hay algunos intentos, pero nada que asuste por el momento.
Saludos
Disculpe, lo mío es una reacción alérgica si se quiere.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que hace falta un debate, y que hay que repensar una cantidad de cosas. Pero también creo que hay una crítica a la izquierda que hace rato ha demostrado lo que quiere: que la izquierda deje de serlo. Y casualmente se le exige el abandono de algunos términos que Ud. menciona.
Ya sé que la tónica de este blog no es esa, y que la necesidad de debate se plantea desde una posición muy distinta. Señalo nomás la conveniencia de ser meticuloso y no hacer el juego a cierta crítica trendy malintencionada y tilinga.
Me gustó por caso el ejemplo del telemarketer, una modalidad de explotación relativamente nueva. Quizás sería interesante proponer y debatir distintos casos de "nuevas explotaciones" para las cuales los viejos modelos de lucha en fábrica -por ejemplo- no son eficaces, ni han sido encarados por la izquierda. Podrían establecerse colectivos de trabajadores dejados "huérfanos" por una izquierda centrada en ciertos conflictos más "clásicos" como el de Kraft.
Digo, que deshacerse de algo es relativamente fácil, el asunto es con qué reemplazarlo no?
JC
Jack:
ResponderEliminarEn eso nos va la vida, porque necesitamos encarar la lucha de nuevo, mejorando las estrategias y creando nuevas en tanto hay formas de explotación novedosas que no han sido pensadas en si, sino en función de esquemas que no las contienen.
Y tiene razón, menuda tarea nos espera.