jueves, 8 de agosto de 2013

EL ODIO TUERTO

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Hace algunos números la revista noticias publicó una nota de Beatriz Sarlo sobreel odio. De esa nota me voy a ocupar. Antes de comenzar debo decir que tiempo atrás leía con bastante gusto a Sarlo porque me parecía una pensadora lúcida y punzante. Cosas ambas que han desaparecido de su prosa.
Decía, provisto con alguna esperanza me interné en la lectura de la nota mencionada. Al fin y al cabo era Beatriz Sarlo ¿cuán malo podía ser un artículo suyo? Digamos, no acuerdo con sus actuales opiniones pero siempre intentó fundar sus apreciaciones sobre un sólido andamiaje teórico.
Bueno, al repasar el texto descubrí que eso también había desaparecido,
El título de la nota indica que estamos frente a un ensayo. Yo creo que es una calificación exagerada. Aunque el ensayo como género no requiere la rigurosidad de una investigación científica, la hipótesis que defiende debe ser argumentada con solvencia. No es éste el caso.
En principio no hay ninguna definición de “odio”. Y eso no es moco de pavo dado que no contamos con la referencia básica para saber en qué términos hablamos. Esa es una trampa o un error, porque le otorga demasiada amplitud al concepto sin precisar sus contornos.
La única referencia que contiene el texto es una vaga alusión al odio como consecuencia de la confrontación política. Tampoco es inocente este recurso. Al disipar los límites del concepto la autora apela al atavismo del lector, a un imaginario construido con anterioridad y que, como habrán sospechado, asume la forma de prejuicio. Se da por sentado un hecho que es una petición de principio. No hay ningún argumento con el que polemizar porque la discusión fue cerrada por Sarlo antes de comenzar.
Digamos, no está demostrando mediante un razonamiento conceptual riguroso. Lo que ha hecho es recubrir su opinión con un supuesto análisis que no es tal, presuponiendo unanimidad en torno a lo que ella considera como odio.
Procedimiento que repite para presentarnos un nuevo hallazgo: esta época ha exacerbado el odio. Pero no todos en esta época lo han hecho. Solo los que encarnan los males que Betty considera insoslayables. Otra vez, fundamentación cero. Bien gracias.
Sigamos.
Sin haber definido parámetro alguno Sarlo indica a continuación que el odio se ha impuesto al diálogo, cosa que “algunos advierten” (¿quiénes, dónde, cómo, porqué?). Deriva esta nueva hipótesis de la nunca explicitada caracterización del odio. La polisemia es aquí utilizada para reforzar los prejuicios del lector, al que se le guiña el ojo en actitud de “Ud. Y yo sabemos de qué se trata”. No hay argumentos que conecten ambos puntos. Apenas una descripción poco minuciosa, tan general que puede servir para muchos escenarios, todos ellos, disímiles.
Y aquí viene el problema mayor:
Sarlo inclina la balanza sobre el origen de ese odio que no se molestó en definir, estableciendo que proviene de las características del gobierno actual. Lo que resta del artículo es una muy mala incursión en las herramientas lingüísticas (herramientas que Sarlo maneja, no me cabe duda) para analizar evidencias que no son tales dado que no se establece en el hilo argumental cuál es la relevancia que poseen a la hora de explicar el odio como producto de las acciones del gobierno. Esa relación no se esclarece porque de esa forma queda abierta a la libre interpretación del lector o lo que es lo mismo, a sus prejuicios al respecto.
Evidencias débiles, pobreza argumental y más que nada, un análisis que busca forzar una conclusión son las dolencias de esta nota.
Pero este asunto quedaría con una sola pata si yo no tuviera una memoria molesta y jodida.
Hace varios años, cinco o seis, ponele, asistí a un ciclo de charlas y conferencias sobre Juan José Saer que tuvieron lugar en el Malba. En una de esas conferencias estaba presente Beatriz Sarlo.
La ponencia que presentó en torno a la figura del escritor indicaba que no era lícito forzar los textos de Saer para hacerles decir lo que el investigador quería que dijeran, que no se podían extraer conclusiones inapelables de evidencias demasiado parciales. Que muchas veces Saer había sido mal leído y peor comentado porque los autores de esos abordajes estaban contaminados con los prejuicios de la subjetividad. Entonces Saer era cualquier cosa menos Saer. Era lo que sus exégetas querían que Saer fuese, pero Saer se les escapaba por todos lados.
Algo así.
No pude menos que pensar en aquella conferencia y la postura que defendió Sarlo (que comparto, pensando también en Susan Sontag y los límites de la interpretación) y este pobre texto sobre el odio.
No interesa a los fines de este post, indicar que no suscribo las opiniones de Sarlo. Bien puedo no hacerlo y a la misma vez reconocer un ensayo bien escrito, argumentado, sólido con el que puedo disentir en el campo de las ideas y con el que puedo confrontar en ese mismo campo. En esta oportunidad no hay nada con lo que uno pueda discutir dado que ya se ha cerrado el análisis sin análisis.
Este ensayo comparte la misma condición de debilidad, por ejemplo, que el fallido “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” o los artículos de Rolando Hanglin en La Nación. Y Sarlo tiene mejores armas que los autores mencionados.
Pero ha decidido no usarlas.
Hablando de abandonar el diálogo.
Para concluir:
1.-Con los prejuicios no se puede discutir, porque son un juicio acerca del mundo inapelable en tanto que no poseen fundamentación más allá de la petición de principio que entrañan. Un prejuicio ya ha decidido que el mundo es así, es una foto que intenta inmovilizar un proceso. Este artículo de Sarlo opera desde el prejuicio.
2.-No comprendo, o al menos no entiendo, cómo aquella Sarlo de la conferencia sobre Saer puede ser la misma que la Sarlo de este endeble artículo sobre el odio, mejor, sobre lo que Sarlo considera es el odio. No puedo, que querés que te diga.
...
Nota:
El texto completo del artículo lo leí de ojito en la revista de un compañero de laburo que sospecharán lo que opina de mis opiniones. No pude encontrar un link con la nota completa on line. Si lo consiguen me lo pasan, please.

2 comentarios:

  1. Es una lástima que no podamos leer el artículo. Si lo pudiera conseguir lo escaneo y se lo envío. Un abrazo.

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  2. Gustavo:
    Yo lo estuve buscando pero son demasiado ratas los de Perfil.
    Persistiré a fin de buscar la nota completita.

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Bueno, os dejo en libertad. Disculpen las molestias ocasionadas.