Pero no, no lo son. Es más, hay una enorme cantidad de cuestionamientos a la AUH que deberían figurar en el Manual del Pequeño Enano Fascista Argentino. Descalificaciones que solo se pueden explicar mediante el recurso al imaginario social que les da origen, lo que habla muy mal de la "gente".
Encontraremos objeciones del tipo "con mi plata alimento a esos muertos de hambre que no trabajan" o "tienen la Asignación y no laburan", etc.
Responderemos con lo que debiera ser obvio.
Los primeros destinatarios de la AUH, verdad de perogrullo, son los niños, los pibes. Los pibes que, pedazo de animal clase mierda, no tienen la culpa de las condiciones en las que nacen, así tampoco de las características de sus padres. Eso solo debíera alcanzar para cerrar más de una jeta imprecisa, pero no, la jeta que desparrama odio y racismo sigue diciendo "crias muertos de hambre que van a ser iguales a sus padres, unos vagos de mierda" ¿Y sabes qué? Pese a lo torcido del razonamiento no está tan errado. ¿Cómo cómo?
Dejame que te refresquete la memoria.
La década del noventa transformó la pobreza estructural en marginalidad y lanzó a la pobreza a una muy amplia porción de la clase media baja. El aumento de la marginalidad y de la pobreza en un solo movimiento generaron una subcultura de la marginalidad y la pobreza que abarca a varias generaciones. Esto quiere decir que muchos niños nacieron en un hogar marginal, con padres que no trabajaban o no encontraban trabajo, que ponían en acto estrategias de supervivencia que incluyen cirujeo, venta ambulante y, como no podía ser de otra manera, actividades delictivas.
Generaciones de niños nacidos en estas condiciones sin chances de escapar de ese círculo de muerte, de esas cárceles a cielo abierto que son las villas, no puede hacer otra cosa que reproducir las prácticas de su entorno, que son las prácticas que les permiten sobrevivir. Esa joda del "trabajo digno" sirve si todavía tenés trabajo, si tu viejo lo tuvo, si el viejo de tu viejo lo tuvo. Si no es así, lo de la "dignidad" o la "cultura del trabajo" es una mala broma. ¿De qué cultura del trabajo hablan con gestos ampulosos los defensores de ahuecados valores que inundan el moralinatorio cotidiano cuando el desempleo en los noventa llegó a límites insostenibles y el índice de pobreza incluía a más del 50 % de la población?
Las consecuencias de esa verdadera década infame los vamos a llevar con nosotros por largos años. Y una de las maneras de quebrar ese círculo que se retroalimenta es darle una oportunidad a los pibes que nacen en esa condiciones. La AUH ayuda (no soluciona todo, ayuda) a que tengan una oportunidad. Porque pueden por lo menos comer, porque tienen que ir a la escuela y recibir todas las vacunas (si no lo hacen, si sus padres no cumplen pierden el beneficio, esta coercitividad sirve y mucho porque obliga a los mayores a ocuparse de sus hijos y hace que los niños por lo menos vayan a la escuela y sean vacunados lo que no es poco)
Insisto, los padres pueden ser la clase de sujetos que quieran pero los pibes no tienen la culpa. Merecen una oportunidad que sus padres no pueden darles. ¿Te parece tan mal "tipo decente"?
"Pero se lo dan a cualquiera" insiste el "vecino". Diré que para recibir la AUH hay que cumplimentar varios requisitos de la misma forma que para mantenerla. Me indicarán que hay gente que la recibe y no la merece. Probablemente. Pero es preferible ampliar que reducir y en todo caso, no deben ser la regla sino las excepciones. Si todos los que reciben AUH no la merecieran seríamos mucho más felices, porque no haría falta.
En la lucha contra la pobreza y la marginalidad no hay milagros. No es probable que años y años de permanencia en esa situación puedan ser revertidos con apenas algunas políticas activas. Pero la AUH apunta al centro del problema, apoyando a los niños para que puedan proyectarse por encima de sus circunstancias.
Claro que la AUH no es una solución mágica, pero sin la AUH esos pibes estarían (como estuvieron) definitivamente condenados a la muerte social.
Si les das una mano quizás dentro de algún tiempo, y si las condiciones del país acompañan, haya menos delincuentes en las calles. Quizás (porque las causas son múltiples y complejas). Cambiar la percepción del tiempo que tiene un pibe de una villa por ejemplo, que puede dejar de pensar en la supervivencia minuto a minuto para reemplazarla por un horizonte de esperanza que antes no era ni siquiera una posibilidad.
Para todo eso y para varias cosas más sirve la AUH.
¿Lo qué? ¿Que la pagás vos con tus impuestos y que quiénes son ellos para no laburar? Insisto, los pibes, destinatarios de la AUH no tienen la culpa ni de vos, ni de su sociedad, ni de sus padres. Los que sí tenemos alguna responsabilidad por la situación generada en los noventa somos nosotros. Porque los gobernantes que tuvimos no salieron de un repollo y además, porque lograron legitimidad elección tras elección ¿Cómo que no tenemos nada que ver? Claro que si. Consideralo una deuda. Individual, pero más que nada colectiva.
Cuando un purpurado reconvertido en un simulacro de hombre sensibilizado por la pobreza y marginalidad pide solidaridad y resume ese acto en poner guita para una colecta te están vendiendo un buzón (y vos lo estás comprando). No es ésa la solidaridad. A lo sumo es piedad lo que provoca el gesto de la colecta, no mucho más.
La solidaridad es comprender que el otro es un otro. Que por ser a la misma vez lo mismo que uno pero distinto merece reconocimiento a su dignidad humana. Y que por eso contribuir a mejorar las condiciones de vida de los pibes en situación vulnerable no es una dádiva ni un gesto de suficiencia que hacemos con cara de filántropos. Es, te guste o no te guste, una obligación.
Nuestra obligación como sociedad.
Porque la libertad, querido "decente", no se resta. Se suma. Si el otro es más libre yo soy más libre. Si el otro no tiene que galguear persiguiendo el morfi o no se muere de un resfrío, si tiene espacio para planificar una vida, si tiene un horizonte que alcanzar, si tiene esperanzas, entonces probablemente y por fin comenzaremos a estar más seguros.
Dormi; no le quepa ninguna duda. No les importa en lo mínimo lo que usted tan bien explica aquí.
ResponderEliminarSi hay algo que detestan sobre el resto es la AUH. Epicentro de toda su catarsis racista y profundamente egoísta.
Daniel:
ResponderEliminarDadas las circunstancias, oponerse a la AUH es además de un acto de lamentable miopía, una canallada.
Nada ayuda más a la actitud de superioridad moral de esos sujetos que oponerse a la AUH y a cualquier medida de inclusión social. Por alguna razón se sienten más "decentes" cuando despotrican de ese modo.
ResponderEliminarEs una canallada, es suicida, pero al mismo tiempo no pueden evitarlo. Es como la fábula de la rana y el escorpión.
Iris:
ResponderEliminarSon muchas décadas de prejuicios enquistados y alimentados.
Y luego la reproducción de campo, según dice Bourdieu.
Es muy complicado revertir el asunto. Muy.
Tal vez de viejo uno se pone un poquitin pesimista, el Mediopelo criollo no solo está contra los pobres sino que es autodestructivo, quieren voltear sus propios negocios.
ResponderEliminarUna cosa que suele estar disimulada en cosas como ésta es algo que, si rascamos un poquito, aparece enseguida y es la tremenda cantidad de guita que se destina al "clientelismo" con estos "indignados"; poner guita en la AUH, no solamente es justo en términos sociales, es práctico en función de una vida social más vivible pero, además, es barata, si comparamos los billetes que implican los subsidios invertidos en subsidiar ínfulas de clasemediero; la luz, el gas, los combuestibles líquidos, ahora ganancias, guita, guita, guita y más guita que el estado pone o no cobra, subsidiando a estas almitas gentiles, sensibles y solidarias, no?
ResponderEliminarOk, saquemos la AUH y saquemos los subsidios - todos - a ver qué opinan, o aúllan...