Allá lejos y hace tiempo publiqué (en mi otra resurrección) un post sobre La Dormida. Como habrán sospechado con razón, del nombre citado proviene el gentilicio "Dormidano" (gentilicio incorrecto por otra parte, debería ser Dormideño, pero la fuerza de la costumbre es la costumbre).
En ese viejo post contaba algo sobre el pueblo que me soportó mientras crecía.
Resulta que ayer, buscando información para un texto futuro e improbable, apareció en el listado del buscador un artículo de Wikipedia mentando a La Dormida.
Al recorrerlo me encontré con la sorpresa de que mi viejo texto sobre el pueblo había sido usado como fuente para la nota de Wikipedia. Cosa que por otra parte no demuestra que mi artículo sea importante sino que hay poco o casi nada escrito acerca de mi pueblo en Internet y en otros soportes más tradicionales.
¡Plop!
Me volvió a la memoria el motivo de aquel antiguo post y recordé que fue elaborado en ocasión de una protesta de productores de la zona que arrojaron a la ruta internacional gran parte de su producción de damascos para llamar la atención sobre el ¿precio? que tenía esa fruta. El post data de diciembre de 2008.
Lamento corroborar hoy, a cuatro años de distancia, que la cosa no ha cambiado mucho. Pasó mucha agua bajo el puente pero todo está como era entonces, según indicaba el poema aquel.
En este momento se está negociando el precio de la uva, el ingrediente que provoca la fiesta de la vendimia y el vino. Me informaron que el valor del kilo de uva será aproximadamente 1,50 $. Si si, leyeron bien. 1,50 $. Y es un precio mayor que el de la cosecha pasada, así que imagínense.
Eso si, hay una presión fiscal que tiene ciertas características diferenciales. Digo, presiona a los pequeños productores pero permite a las grandes empresas vitivinícolas eludir el pago de los impuestos a la producción presunta, garpa el laburante que tiene una o dos hectáreas pero no una megaempresa, que aprovecha sus dimensiones para lograr ventajas impositivas.
Eso se ve dramáticamente en La Dormida.
Hay algunos fenómenos asociados a la paupérrima situación de los pequeños y medianos productores de esa zona del este de Mendoza (calculo que en otros lugares pasa algo parecido pero me voy a concentrar en el lugar que conozco como la palma de mi pie): la población en edad productiva emigra dado que no tiene laburo en el departamento por tanto busca en otros lugares, ya sea la capital de la provincia, otras provincias, etc. La población está en alerta amarillo porque, sin ser una ciudad europea, se está quedando sin jóvenes. El acceso a servicios básicos es problemático, la empresa de telefonía monopólica no provee Internet al pueblo porque no es "rentable". Hasta hace poco tiempo no había gas natural de red (de hecho en muchas zonas del pueblo no lo hay). No hay cloacas.
La oferta educativa superior es menos que acotada y el Instituto Superior Terciario que se abrió hace algunos años es pasto de peleas políticas que no intelectuales.
Las megaempresas vitivinícolas siguen asentadas en el territorio del departamento, pero sus explotaciones tienen un impacto laboral e impositivo casi nulo en la economía del lugar.
Los políticos de la zona no están a la altura de las circunstancias, por varios motivos. Calculo que, además de la consabida ausencia de virtudes morales, hay un un baldío intelectual a nivel polìtico que asusta. Porque, en rigor de verdad, nadie en su sano juicio le encargaría a semejantes personajes manejar algo, mucho menos el destino de miles de personas. Sin embargo ahí están, cosa que agrega una descalificación ad hoc a las personas que los votan y refrendan en cada elección.
Ayer leía a Umberto Eco que se despachaba contra el pensamiento mágico presente en la tecnología. Pensamiento que le hace creer al usuario de armatostes sofisticados que, detrás de los aparatos hay magia. Y no, lo que hay es un largo camino de investigación, prueba, error, falsaciones varias. Un arduo sendero que recorre el investigador y que, en última instancia, permite obtener los conocimientos necesarios para fabricar un MP3. Pero el MP3 no es magia, es el resumen acotado de un esfuerzo enorme.
El pensamiento mágico intenta obviar este tránsito y busca un efecto inmediato de una causa inmediata.
En eso parecen estar en el departamento de Santa Rosa (en donde está La Dormida) dado que están apostando sus porotos a la instalación de La Salada en el lugar.
Suponiendo que, por algún tipo de abracadabra, el resultado será el progreso de todo el pueblo.
Pero no. Quizás sirva y le sirva a varios, pero seguramente no a todos.
Lo que se le opone a estos razonamientos mágicos es el laburo. Tener un proyecto de departamento que contemple fortalezas, debilidades, recursos, capacitación, entorno, y que ante todo tenga objetivos a largo y mediano plazo. Objetivos que puedan orientar acciones que de a poco, con todo el esfuerzo que eso supone, permitan solucionar los problemas diversos que se presentan en el día a día y en el horizonte.
Claro, eso necesita discusión, trabajo, acuerdos, y luego, ejecución paciente y constante.
Y los resultados no serán políticamente relevantes dado que los cambios efectuados de esa forma llevan tiempo, frustraciones, avances y retrocesos.
Es más simple pensar que La Salada resolverá todos los problemas del departamento.
Si eso no es pensamiento mágico.
Estas cosas agregan a la perplejidad que me causó ser citado como fuente, un amargo sentimiento de impotencia y rabia, si se me permite el desborde.
Porque, y vuelo a citar el viejo poema: todo está como era entonces...
jueves, 28 de febrero de 2013
PERO CLARO
Faltaba más Don Rosales. Lindo lo suyo, haciendo los deberes de ya sabe quién. No sé si me explico.
miércoles, 27 de febrero de 2013
HABLANDO DE RELATOS
Explicación similar a esa que dice "Yo no le pegué, el agarró a cabezazos mi mano".
DANGEROUS STUFF
Creeríamos en la buena fe de Lorenzetti cuando cita "ejemplos históricos" de equivocaciones de las mayorías. Pero es Lorenzetti y Lorenzetti y buena fe en una misma oración constituye un exceso lingüístico.
...
TENGO UN AMIGO JUDIO ESPIRITUAL
No hace falta todo esto.
Hace falta oposición.
...
...
Es más, exijo que haya opisición: seria, rigurosa, con argumentos, prospectiva. Que sepa decir que no pero también que sepa porqué mierda dice que no. Y que lo explique y sostenga y proponga a la sociedad caminos alternativos (en lo posible que no coincidan con los transitados que nos dejaron con el tujes mirando al norte).
Reclamo que exista esa oposición para que de verdad hayan alternativas. No esto, no todos estos fantoches impresentables que juegan a ser tapa de Claringrilla y sus fervorosos adherentes.
Nos hace falta que la oposición esté y lo sea, por derecho propio y por laburo. No por payasos.
Estoy entumecido del asco, debo admitirlo.
martes, 26 de febrero de 2013
EL ENOJO EN EL LUGAR CORRECTO
Es de público conocimiento el chiste acerca del calor: un adulto se queja del excesivo calor de una tarde de marzo y un niño, en este caso su hijo, pregunta con gesto inocente: "¿Es culpa del gobierno no?"
Algo de este ingénuo interrogante está presente en los ¿razonamientos? que establece el uomo cualunque acerca del aumento de los precios (aumento evidente amigos míos, pese a que el dedo intente tapar el sol: digo ésto para evitar que el debate se vaya de costado como camión chocado).
Para hablar de este tema es necesario explicar, aunque parezca increíble a esta altura, la condición de los grupos mediáticos en América Latina. En principio hay que decir que replican la concentración que se puede apreciar en el mundo sobre la propiedad de los medios. E inmediatamente hay que señalar que los grupos propietarios no solo tienen intereses en empresas de comunicación sino también en todo el espectro de la actividad económica, llámese producción, elaboración, distribución, mercado financiero, inmobiliario, etc.
O sea, los grupos que ostentan la propiedad de los medios son los que además poseen el poder económico. Y este es un dato no menor.
Por tanto, la ideología que despliegan esos medios proviene de los intereses de sus grupos controlantes (no podría ser de otra manera) y el discurso que distribuyen se corresponde con esa ideología (cosa por demás obvia). Entonces, y antes de cualquier debate, podemos inferir que no es posible hablar de independencia de un medio en tanto no es independiente de su propietario o controlante (si si, los medios oficiales replican también el mismo esquema, solo con una pequeña diferencia: no se puede controlar ni influir ni exigir nada que no sea su propio discurso a un medio privado, en cambio ese control debiera ser posible de ejecutar en un medio público que en definitiva, es la expresión o la pretensión de expresión de una pluralidad o colectivo que no obtiene espacios de expresión en los medios privados).
Comprender lo anterior no implica un juicio de valor. Significa conocer la topología de los medios para saber que cuando hablan, no hablan en forma neutral (en rigor de verdad, nadie puede hacerlo): defienden unos intereses concretos, palpables y visibles.
Y aquí aparece la primera sustitución: la pretendida independencia es nada más ni nada menos que la opinión de los dueños del medio en cuestión propalada por quienes son contratados al respecto. Incluso sin una bajada de línea explícita, el control se despliega siguiendo otros carriles menos evidentes pero igualmente efectivos (¿otra vez? por supuesto, esto vale para los medios oficiales).
La ideología de los grupos económicos dominantes es entonces la que se desparrama usando los medios de los que son propietarios. Y esa ideología es de neto corte conservador y económicamente ortodoxa (a veces ni siquiera es neoliberal porque es aún más reaccionaria). Entonces, los mensajes que llegan al público que consume el medio provienen de esa mirada acerda de la sociedad. Y esa mirada es entonces conservadora y económicamente ortodoxa.
¿Con qué fin? Con el más obvio de los fines: mantener el status quo en donde la empresa está en posición dominante, propiciar escenarios en donde la empresa acreciente su poder económico y político y lograr consenso en torno a sus propios objetivos camuflándolos bajo el rótulo de "opinión pública" (qué cosa curiosa, llamar opinión "pública" al despliegue de la opinión privada disfrazada de sentido común). Estos grupos saben que deben legitimar su existencia porque, ante todo, son grupos monopólicos que hacen y deshacen en contra del interés público. La única forma de esconder ese saqueo es hacerlo pasar como algo inevitable que proviene de las leyes naturales en donde las propias empresas son inevitables (para lo cual hay que quitar de circulación o desechar las evidencias que prueban que una empresa es un hecho social y no una emanación atmosférica).
Y los destinatarios de este esfuerzo no son los gobiernos, a los que pueden coptar en puntos más precisos y neurálgicos. El esfuerzo está dirigido a los que deben legitimar a los sucesivos gobiernos mediante el voto y que son además consumidores de sus productos. De estos sujetos los medios deben obtener anuencia implícita y explícita.
Otra verdad de perogrullo: los grupos mediáticos requieren de la buena voluntad de los gobiernos a los efectos de mantener y acrecentar su poder. Por eso impulsan candidatos que los representen y defienden doctrinas que sostengan sus propios objetivos. Por eso defendieron y sostuvieron a dictaduras y gobiernos de distinto signo, para preservar sus propios intereses. Lo que no representa un problema.
El problema aparece cuando esa defensa de intereses particulares (o de clase si lo prefieren) por obra y gracia de los medios de comunicación concentrados se transforma en la supuesta defensa de los intereses de toda una sociedad. Se vende la idea de que los objetivos del grupo son los objetivos de la sociedad. Algunos compran el engaño por ingenuidad, pero la mayorìa lo hace por conveniencia.
¿Qué carajo tiene que ver esto con la inflación?
Ahí va.
Es cierto que los gobiernos tienen responsabilidad en ese tema (por las razones contrarias a las que Uds. sostienen amigos ortodoxos de Friedman y CIA). Pero no solo los gobiernos (en este caso los que no comulgan con los intereses de los grupos mediáticos, o al menos, disienten públicamente con ellos).
Ya hemos dicho que los grupos mediáticos son además propietarios o tienen participación directa e importante en empresas de servicios, alimentarias, financieras, etc. Las famosas formadoras de precios que además están inextricablemente unidas a los grupos mediáticos por medio de la publicidad (ese argumento que esgrimen los más ingénuos orejones del tarro "-A los privados no les pagamos el sueldo nosotros" es una pavada atómica porque sí les garpamos el sueldo, cada vez que compramos un producto de esas empresas, que, además están concentradas en monopolios por lo que siempre terminamos comprándole a los mismos, o sea, no podemos elegir comprar a otros que no sean ellos, si eso no es pagarle el sueldo a Bonelli...)
Esos grupos entonces intentar descartar su parte de responsabilidad en la inflación, o sea, en el aumento de precios que ejecutan y por tanto, tratan (con un éxito notable por otra parte) de desviar la indignación colectiva hacia uno solo de los agentes económicos en danza. También mediante ese dispositivo intentan forzar la adopción de recetas que, como no podría ser de otra manera, refuerzan sus intereses.
No es el objetivo de este texto extendernos en las causas de la inflación. Déjennos señalar al menos que el fondo del asunto es una puja redistributiva apoteótica. Y otras cosas más, pero al menos ésa.
Lo que se trata de hacer es por lo menos quitar del medio el telón que despliegan los medios concentrados para ocultar su propia responsabilidad en aquello que critican.
Hay que enojarse con el gobierno, pero también con las empresas formadoras de precios. Este segundo enojo, curiosamente, no aparece por ninguna parte o apenas asoma la ñata. Y tendría que estar, en el tapete, a la luz pública y suscitar, ya que estamos, cacerolazos y protestas. Porque el accionar de las empresas privadas concentradas, las formadoras de precios y los medios que las defienden a capa y espada merecen al menos la misma censura que el gobierno.
Por eso digo que el esfuerzo por ocultar la mano que mece la cuna por parte de los medios concentrados tiene un éxito tremendo. Evidencia de lo cual es el empedernido silencio de los consumidores en torno a las empresas que aumentan precios a mansalva y el sonoro rechazo al gobierno de esos mismos consumidores.
Agrego para cerrar este ya extenso post: el peor problema de un boxeador es no saber de dónde le llueven los sopapos. Cuando a un pugilista le cierran un ojo sabe que el contendiente le caerá por ese lado aprovechando su momentánea ceguera. Creo que la moraleja, si la hay, es también obvia.
Algo de este ingénuo interrogante está presente en los ¿razonamientos? que establece el uomo cualunque acerca del aumento de los precios (aumento evidente amigos míos, pese a que el dedo intente tapar el sol: digo ésto para evitar que el debate se vaya de costado como camión chocado).
Para hablar de este tema es necesario explicar, aunque parezca increíble a esta altura, la condición de los grupos mediáticos en América Latina. En principio hay que decir que replican la concentración que se puede apreciar en el mundo sobre la propiedad de los medios. E inmediatamente hay que señalar que los grupos propietarios no solo tienen intereses en empresas de comunicación sino también en todo el espectro de la actividad económica, llámese producción, elaboración, distribución, mercado financiero, inmobiliario, etc.
O sea, los grupos que ostentan la propiedad de los medios son los que además poseen el poder económico. Y este es un dato no menor.
Por tanto, la ideología que despliegan esos medios proviene de los intereses de sus grupos controlantes (no podría ser de otra manera) y el discurso que distribuyen se corresponde con esa ideología (cosa por demás obvia). Entonces, y antes de cualquier debate, podemos inferir que no es posible hablar de independencia de un medio en tanto no es independiente de su propietario o controlante (si si, los medios oficiales replican también el mismo esquema, solo con una pequeña diferencia: no se puede controlar ni influir ni exigir nada que no sea su propio discurso a un medio privado, en cambio ese control debiera ser posible de ejecutar en un medio público que en definitiva, es la expresión o la pretensión de expresión de una pluralidad o colectivo que no obtiene espacios de expresión en los medios privados).
Comprender lo anterior no implica un juicio de valor. Significa conocer la topología de los medios para saber que cuando hablan, no hablan en forma neutral (en rigor de verdad, nadie puede hacerlo): defienden unos intereses concretos, palpables y visibles.
Y aquí aparece la primera sustitución: la pretendida independencia es nada más ni nada menos que la opinión de los dueños del medio en cuestión propalada por quienes son contratados al respecto. Incluso sin una bajada de línea explícita, el control se despliega siguiendo otros carriles menos evidentes pero igualmente efectivos (¿otra vez? por supuesto, esto vale para los medios oficiales).
La ideología de los grupos económicos dominantes es entonces la que se desparrama usando los medios de los que son propietarios. Y esa ideología es de neto corte conservador y económicamente ortodoxa (a veces ni siquiera es neoliberal porque es aún más reaccionaria). Entonces, los mensajes que llegan al público que consume el medio provienen de esa mirada acerda de la sociedad. Y esa mirada es entonces conservadora y económicamente ortodoxa.
¿Con qué fin? Con el más obvio de los fines: mantener el status quo en donde la empresa está en posición dominante, propiciar escenarios en donde la empresa acreciente su poder económico y político y lograr consenso en torno a sus propios objetivos camuflándolos bajo el rótulo de "opinión pública" (qué cosa curiosa, llamar opinión "pública" al despliegue de la opinión privada disfrazada de sentido común). Estos grupos saben que deben legitimar su existencia porque, ante todo, son grupos monopólicos que hacen y deshacen en contra del interés público. La única forma de esconder ese saqueo es hacerlo pasar como algo inevitable que proviene de las leyes naturales en donde las propias empresas son inevitables (para lo cual hay que quitar de circulación o desechar las evidencias que prueban que una empresa es un hecho social y no una emanación atmosférica).
Y los destinatarios de este esfuerzo no son los gobiernos, a los que pueden coptar en puntos más precisos y neurálgicos. El esfuerzo está dirigido a los que deben legitimar a los sucesivos gobiernos mediante el voto y que son además consumidores de sus productos. De estos sujetos los medios deben obtener anuencia implícita y explícita.
Otra verdad de perogrullo: los grupos mediáticos requieren de la buena voluntad de los gobiernos a los efectos de mantener y acrecentar su poder. Por eso impulsan candidatos que los representen y defienden doctrinas que sostengan sus propios objetivos. Por eso defendieron y sostuvieron a dictaduras y gobiernos de distinto signo, para preservar sus propios intereses. Lo que no representa un problema.
El problema aparece cuando esa defensa de intereses particulares (o de clase si lo prefieren) por obra y gracia de los medios de comunicación concentrados se transforma en la supuesta defensa de los intereses de toda una sociedad. Se vende la idea de que los objetivos del grupo son los objetivos de la sociedad. Algunos compran el engaño por ingenuidad, pero la mayorìa lo hace por conveniencia.
¿Qué carajo tiene que ver esto con la inflación?
Ahí va.
Es cierto que los gobiernos tienen responsabilidad en ese tema (por las razones contrarias a las que Uds. sostienen amigos ortodoxos de Friedman y CIA). Pero no solo los gobiernos (en este caso los que no comulgan con los intereses de los grupos mediáticos, o al menos, disienten públicamente con ellos).
Ya hemos dicho que los grupos mediáticos son además propietarios o tienen participación directa e importante en empresas de servicios, alimentarias, financieras, etc. Las famosas formadoras de precios que además están inextricablemente unidas a los grupos mediáticos por medio de la publicidad (ese argumento que esgrimen los más ingénuos orejones del tarro "-A los privados no les pagamos el sueldo nosotros" es una pavada atómica porque sí les garpamos el sueldo, cada vez que compramos un producto de esas empresas, que, además están concentradas en monopolios por lo que siempre terminamos comprándole a los mismos, o sea, no podemos elegir comprar a otros que no sean ellos, si eso no es pagarle el sueldo a Bonelli...)
Esos grupos entonces intentar descartar su parte de responsabilidad en la inflación, o sea, en el aumento de precios que ejecutan y por tanto, tratan (con un éxito notable por otra parte) de desviar la indignación colectiva hacia uno solo de los agentes económicos en danza. También mediante ese dispositivo intentan forzar la adopción de recetas que, como no podría ser de otra manera, refuerzan sus intereses.
No es el objetivo de este texto extendernos en las causas de la inflación. Déjennos señalar al menos que el fondo del asunto es una puja redistributiva apoteótica. Y otras cosas más, pero al menos ésa.
Lo que se trata de hacer es por lo menos quitar del medio el telón que despliegan los medios concentrados para ocultar su propia responsabilidad en aquello que critican.
Hay que enojarse con el gobierno, pero también con las empresas formadoras de precios. Este segundo enojo, curiosamente, no aparece por ninguna parte o apenas asoma la ñata. Y tendría que estar, en el tapete, a la luz pública y suscitar, ya que estamos, cacerolazos y protestas. Porque el accionar de las empresas privadas concentradas, las formadoras de precios y los medios que las defienden a capa y espada merecen al menos la misma censura que el gobierno.
Por eso digo que el esfuerzo por ocultar la mano que mece la cuna por parte de los medios concentrados tiene un éxito tremendo. Evidencia de lo cual es el empedernido silencio de los consumidores en torno a las empresas que aumentan precios a mansalva y el sonoro rechazo al gobierno de esos mismos consumidores.
Agrego para cerrar este ya extenso post: el peor problema de un boxeador es no saber de dónde le llueven los sopapos. Cuando a un pugilista le cierran un ojo sabe que el contendiente le caerá por ese lado aprovechando su momentánea ceguera. Creo que la moraleja, si la hay, es también obvia.
lunes, 25 de febrero de 2013
PERROS QUE VOLTEARON LA OLLA
Como el mítico perro que volteó la olla y se hace el boludo en cinco idiomas y lenguaje de señas, los dos que siguen imitan como buenos pavlovianos que son, el gesto perruno intentando desviar la atención hacia otra cosa, otros, en fin, buscando alejar el peligro que los acecha dada su propia actuación en cada caso.
Con Uds., los canes:
...
1.-Sergio "Gorrito" Bergman ahora se ha vuelto un defensor a ultranza de la causa de la AMIA. Parece que recuperó la memoria (tarde piaste) aprovechando que puede picotear algo para su gallinero. Claro que, como acá le buscamos la quinta pata al protozoario, nos acordamos clarito clarito de las acciones de Bergman en torno a la causa AMIA. Actos que no lo dejan bien parado. Mucho menos para erigirse en defensor de lo que con tanto ahinco intenta ocultar. Si fuéramos desconfiados (que no somos) podríamos sospechar que Sergito teme que se esclarezca el atentado. Pero no vamos a andar pensando mal che.
2.-Este otro Sergio, en este caso el Massa, salió como tromba a desmentir cualquier relación con los tiros, lios, cosha golda de ayer entre hinchas de Tigre. Como si nada indica que son delincuentes y que hay que castigarlos con todo el peso de la ley. Se olvida Massita de su propia relación con el asunto. Nosotros, amablemente, se la recordamos.
Con Uds., los canes:
...
1.-Sergio "Gorrito" Bergman ahora se ha vuelto un defensor a ultranza de la causa de la AMIA. Parece que recuperó la memoria (tarde piaste) aprovechando que puede picotear algo para su gallinero. Claro que, como acá le buscamos la quinta pata al protozoario, nos acordamos clarito clarito de las acciones de Bergman en torno a la causa AMIA. Actos que no lo dejan bien parado. Mucho menos para erigirse en defensor de lo que con tanto ahinco intenta ocultar. Si fuéramos desconfiados (que no somos) podríamos sospechar que Sergito teme que se esclarezca el atentado. Pero no vamos a andar pensando mal che.
2.-Este otro Sergio, en este caso el Massa, salió como tromba a desmentir cualquier relación con los tiros, lios, cosha golda de ayer entre hinchas de Tigre. Como si nada indica que son delincuentes y que hay que castigarlos con todo el peso de la ley. Se olvida Massita de su propia relación con el asunto. Nosotros, amablemente, se la recordamos.
TEOCENTRISMOS
Resistimos con éxito aquella petición de principio que indicaba que dios, a través de algunos elegidos, decretaba lo que era legítimo y deseable. Y dado el supuesto origen divino, siempre según los mediadores, de esos mandatos el hombre debía sentir temor y desplegar obediencia ¿quién era el sujeto humano para andar desconfiando de la voluntad divina expresada usando como vehículo a hombres que, dada su cercanía con la inmortalidad, eran por lo menos venerables?
Una buena dosis de tragedia, injusticia, horrores e iniquidad sirvió para comprender que esos hombres, en todo caso, suplantaban al dios que decían representar. Y que la tal voluntad divina era la voluntad de esos hombres camuflada en oraciones y jaculatorias. Que lo que ataban y desataban era tan terrenal como su propia búsqueda de poder. En fin, que si dios era dios, esos hombres no eran sus emisarios, porque sus actos desmentían a cada paso sus palabras.
Luego también resistimos (o tratamos de resistir) a la teología de la ciencia. También la ciencia pretendió erigirse en medida de todas las cosas y los científicos, en los adalides del progreso humano y ya que estamos, de la felicidad. Si detrás de cada frase estaba la palabra mágica "ciencia" cualquier cosa era legitimada a la larga o a la corta. Las peores aberraciones se convirtieron en daños colaterales y la conciencia moral, esa que debería gritar cada vez que abofetean a un hermano, lentamente comenzó a languidecer.
Pero este reinado, el de la ciencia, vino de la mano de la entronización, a la derecha del cielo, de la economìa. No de cualquier economìa, la economía de mercado, la que se precia de identificarse con las leyes naturales (tal como hace la ciencia o la religión). Esa que dice de sì misma que es nada más que una prolongación de la naturaleza de donde obtiene su legitimidad. Procedencia que la vuelve inevitable porque ¿quién puede gambetear a la naturaleza?
La combinación entre economía de mercado y ciencia da lugar a un tipo de libertad acotada que se parece bastante a aquella que nos proporcionaba la teocracia. Una libertad que no es libertad en sentido amplio sino el resultado de la obediencia a unas leyes que preceden al hombre y lo subsumen. Un hombre no es libre porque se despliega en el mundo: según estas religiones combinadas es libre si se somete a las leyes del mercado, a las de la ciencia y ya que estamos, a un dios normativo refundado para la ocasión.
¿Y la libertad? Bien gracias.
Le queda para consolarse una libertad parcelada. Mi libertad termina donde comienza la de los demás, dice la jurisprudencia. O sea, mi libertad se resta a la del otro, cada uno tiene un lote de libertad (bien reglado y en donde la supuesta autonomía está regulada ad nauseaum). La libertad en sentido amplio debería sumarse, no restarse. El sujeto debería ser más libre en tanto el otro fuera más libre. Pero para un sistema que se funda en la ética del egoismo tal cosa no sirve.
A ningún sistema polìtico le conviene un hombre verdaderamente libre.
Y esta es la verdadera tragedia. Descubrir, luego de cientos de años de historia, que siempre hemos sido libres solo de construir nuestras propias mazmorras.
Una buena dosis de tragedia, injusticia, horrores e iniquidad sirvió para comprender que esos hombres, en todo caso, suplantaban al dios que decían representar. Y que la tal voluntad divina era la voluntad de esos hombres camuflada en oraciones y jaculatorias. Que lo que ataban y desataban era tan terrenal como su propia búsqueda de poder. En fin, que si dios era dios, esos hombres no eran sus emisarios, porque sus actos desmentían a cada paso sus palabras.
Luego también resistimos (o tratamos de resistir) a la teología de la ciencia. También la ciencia pretendió erigirse en medida de todas las cosas y los científicos, en los adalides del progreso humano y ya que estamos, de la felicidad. Si detrás de cada frase estaba la palabra mágica "ciencia" cualquier cosa era legitimada a la larga o a la corta. Las peores aberraciones se convirtieron en daños colaterales y la conciencia moral, esa que debería gritar cada vez que abofetean a un hermano, lentamente comenzó a languidecer.
Pero este reinado, el de la ciencia, vino de la mano de la entronización, a la derecha del cielo, de la economìa. No de cualquier economìa, la economía de mercado, la que se precia de identificarse con las leyes naturales (tal como hace la ciencia o la religión). Esa que dice de sì misma que es nada más que una prolongación de la naturaleza de donde obtiene su legitimidad. Procedencia que la vuelve inevitable porque ¿quién puede gambetear a la naturaleza?
La combinación entre economía de mercado y ciencia da lugar a un tipo de libertad acotada que se parece bastante a aquella que nos proporcionaba la teocracia. Una libertad que no es libertad en sentido amplio sino el resultado de la obediencia a unas leyes que preceden al hombre y lo subsumen. Un hombre no es libre porque se despliega en el mundo: según estas religiones combinadas es libre si se somete a las leyes del mercado, a las de la ciencia y ya que estamos, a un dios normativo refundado para la ocasión.
¿Y la libertad? Bien gracias.
Le queda para consolarse una libertad parcelada. Mi libertad termina donde comienza la de los demás, dice la jurisprudencia. O sea, mi libertad se resta a la del otro, cada uno tiene un lote de libertad (bien reglado y en donde la supuesta autonomía está regulada ad nauseaum). La libertad en sentido amplio debería sumarse, no restarse. El sujeto debería ser más libre en tanto el otro fuera más libre. Pero para un sistema que se funda en la ética del egoismo tal cosa no sirve.
A ningún sistema polìtico le conviene un hombre verdaderamente libre.
Y esta es la verdadera tragedia. Descubrir, luego de cientos de años de historia, que siempre hemos sido libres solo de construir nuestras propias mazmorras.
domingo, 24 de febrero de 2013
sábado, 23 de febrero de 2013
AUTOSABOTAJE
Cuando uno pega carteles de propaganda política tiene que tener cuidado con el lugar en donde los estampa. Porque debido al montaje ¿involuntario? el mensaje final no es el que buscábamos. Ojo Mónica, no sea cosa.
...
NO HAY PLACER MÁS EXQUISITO QUE CAGAR BIEN DESPACITO
¿Sorprendidos con el título del post? ¿Por qué? Si este tipo de acá abajo puede decir verdades de perogrullo y poner cara de mono sabio yo puedo proferir esa estrofa brillante. Y agradezcan que no hago un cartel.
...
...
Además, si revisan "Un tal Lucas" verán que Cortázar es, además, mi fuente.
viernes, 22 de febrero de 2013
LA DANZA DE LA VERGÜENZA
Esa sensación de asco, de impunidad amparada por las leyes. Un vómito de bronca que asciende desde el estómago y se estrella con el mundo en donde los señores que dicen defender la civilización amparan y ocultan sus crímenes y los de aquellos que asesinaron y torturaron en nombre de esa misma civilización occidental y cristiana.
Esas ganas de salir a la calle y gritar que de todas formas la justicia se abre paso, como la vida en aquella pelìcula de dinosaurios. Justicia que a veces tiene que ver con las leyes, pero casi nunca.
Dinosaurios que no se han extinguido, que persisten, tal como lo prueba dolorosamente Uruguay en el día de hoy. Los asesinos siguen teniendo cómplices que se regodean en su republicanismo.
Es esa la "reconciliación" que buscan también nuestros propios fósiles. Por ahora no la han conseguido y espero, jamás la obtengan.
Esas ganas de salir a la calle y gritar que de todas formas la justicia se abre paso, como la vida en aquella pelìcula de dinosaurios. Justicia que a veces tiene que ver con las leyes, pero casi nunca.
Dinosaurios que no se han extinguido, que persisten, tal como lo prueba dolorosamente Uruguay en el día de hoy. Los asesinos siguen teniendo cómplices que se regodean en su republicanismo.
Es esa la "reconciliación" que buscan también nuestros propios fósiles. Por ahora no la han conseguido y espero, jamás la obtengan.
PARA NO PERDER LA COSTUMBRE
Lindos candidatos para el Habemus Papa.
Para no andar cambiando las costumbres digo.
Como el ¿señor? Timothy Dolan acusado de proteger a curas pedófilos.
Que un tipo como este sea candidato a Papa es un escándalo. Pero ya se sabe lo que la Iglesia Católica hace con sus ovejas descarriadas: las protege y premia, por eso de lavar los trapos sucios en casa. Y disimular virtudes que no se tienen. Eso si, previa admonición al resto de los mortales por su iniquidad y laicismo radical militante. Qué se han creído manga de herejes.
Para no andar cambiando las costumbres digo.
Como el ¿señor? Timothy Dolan acusado de proteger a curas pedófilos.
Que un tipo como este sea candidato a Papa es un escándalo. Pero ya se sabe lo que la Iglesia Católica hace con sus ovejas descarriadas: las protege y premia, por eso de lavar los trapos sucios en casa. Y disimular virtudes que no se tienen. Eso si, previa admonición al resto de los mortales por su iniquidad y laicismo radical militante. Qué se han creído manga de herejes.
AMNESIA PARCIAL
Es costumbre de Mauricio colgarse de los muertos para buscar rédito político. Ya lo hizo con las víctimas de Cromañón y ahora repite la estrategia con las víctimas del accidente de Once.
Quizás haya que recordarle al Ingeniero algunas cosas que el prefiere olvidar para disfrazarse de justiciero: por ejemplo, su estrecha relación con Juan Pablo Schiavi, que fue su jefe de campaña en el 2003 entre otras cosas. O los lazos que lo unen a Ricardo Jaime, vía Capitanich y cierto escándalo por coimas que nunca quedó del todo claro. O su relación con la familia Cirigliano.
En una de esas, recordando el tenor de su participación en el proceso que transformó los medios de transporte argentinos es una trampa mortal se abstendría de ir por ahí reclamando una justicia que el procura evitar a toda costa.
Pero somos unos ingénuos ¿no?
jueves, 21 de febrero de 2013
CRUEL EN EL CARTEL
...
Nada más cierto.
Por la plata danza el primate.
Porque, a pesar de todo, sigue apoyándolos.
Y sigue sin importarle.
EN EUROPA TAMBIÉN HAY
Como decía El Chavo, a todos les toca el ocho.
El capitalismo es una catástrofe que no deja a nadie afuera.
Ni allá, ni acá, ni más allá.
Así cualquiera tiene un milagro alemán.
FILS DE PUTE
Dejo los comentarios de esta nota a cargo de los lectores.
Sepan disculpar mi abstención, que, evidentemente obedece al asco.
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Así que el capitalismo es civilización.
Haceme reir con una pluma de chancho.
miércoles, 20 de febrero de 2013
NUEVO AVISO PARA SICARIOS
Teniendo en cuenta esta noticia, creo que aquello que escribí allá por abril del 2012 goza de una rotunda actualidad.
Señores sicarios, se ruega tomar nota.
martes, 19 de febrero de 2013
LA MEZCLADORA
Asi que "la política se mezcla con la religión".
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Pero por supuesto. Porque las declaraciones del Obispado, de Bergoglio, de Aguer y CIA no son políticas. Porque la adhesión sin fisuras a Macri no es política. Combatir cualquier manifestación de la teología de la liberación no es política. Intentar hacer desaparecer la influencia del Concilio Vaticano II en la Iglesia Católica no es política.
Señores, la religión, sea cual fuere, es política. Sería bueno que se hicieran cargo para no andar por ahí blandiendo como excusa preferencias divinas que tienen un tinte partidario que te la voglio dire.
PD:
Ah, me olvidé. Nada, pero nada de nada, nada en el mundo podrá disfrazar el apoyo que le dio la Iglesia Católica en la persona de sus jerarcas a la Dictadura Mlilitar del ´76. Nada.
POR UNOS SUICIDADITOS
Ejemplos sublimes acerca de la verdadera escala de valores que profesa el mundo capitalista, aunque declame en las iglesias su adhesión a vaporosas doctrinas que le calman el ánimo dejándole la manos libres para matar a gusto y piacere.
Me da un poco de asco, de bronca. Si pesco a uno de estos banqueros no respondo de mi.
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Todas las notas en Público.
¿QUEDÓ CLARO?
Un diáfano ejemplo de la no injerencia de EE.UU. en los asuntos de otros países. Tradición que los muchachos del Uncle Sam llevan adelante con entusiasmo sin igual.
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Con o sin Obama, EE.UU. sigue pensando que es la medida de todas las cosas. Vaya a saber porqué no les creo cuando le desean a Chávez que se recupere de su enfermedad. Si seré desconfiado ¿no?
lunes, 18 de febrero de 2013
ANIMISMO TECNOLÓGICO
Hay personas que profesan el animismo tecnológico. Esta arbitraria afirmación deja de serlo cuando por algún tipo de castigo divino o penitencia a cuenta nos toca aguardar en la cola de un cajero automático.
Ahí puede observar el impaciente investigador la conducta que confirma la adhesión del sujeto usuario a esa creencia que indica que las cosas están dotadas de alma y uno debe venerarlas y temerles.
Por ejemplo, esa coqueta mujer de más allá de la mediana edad que, provista de un par de anteojos que no deja de acomodar sobre la nariz correspondiente, intenta descifrar las consignas que pérfidamente le plantea la máquina contadora: “¿Desea realizar otra operación?” es una pregunta que convierte a la señora en una estatua de sal. Vemos que sus manos tiemblan y en la nuca brilla una gota de sudor causada por el miedo que le infunde el artilugio que tiene enfrente.
Reacomoda su billetera, levanta el papel que certifica la operación anterior, revisa a un costado y a otro del cubículo, vuelve a mirar la pantalla, y con un dedo tembloroso, presiona “No”. Entonces la máquina infernal escupe la tarjeta de una buena vez por todas pero la señora no se ha dado cuenta y espera que el ingenio le extienda el plástico en mano. No advierte la asustada mujer que en la ranura a la derecha de la pantalla una luz verde titila desesperadamente y un pitido intermitente perfora los oídos de toda la fila.
Nunca volverá la cabeza en busca de ayuda, en parte por la mentada inseguridad pero también por la vergüenza de confesar una imposibilidad tecnológica. Hasta que, luego de un largo minuto caerá en la cuenta del mecanismo. Extraerá la tarjeta y, aún todavía, permanecerá frente al cajero otro minuto guardando sus enseres.
Trata de recuperar el ritmo cardíaco normal ayudada por un comentario a media voz “-Cajero de mierda”
La fila que aguarda chocha de la vida, te digo.
La dama se retira y calculo que siente en su espalda la mirada furibunda de la multitud.
Pero ¡oh suerte! Frente al cajero se ubica ahora un señor con un manojo de facturas de servicios. Es obvio que desea pagarlas a través del aparato. Y es evidente además que intenta semejante hazaña quien apenas puede con su celular antiguo y vetusto que todavía lleva el logo de “Movicom”. Quiere volar pero aún no sabe caminar. Lo que todos en la fila sospechamos, dado el despliegue gestual del aludido frente al teclado del mecanismo bancario.
Acierta a colocar la tarjeta en la posición correcta y además, emboca la contraseña. Pero aguarda una magia que no ocurrirá: debe confirmar el password en la pantalla pero no consigue establecer la relación entre las palabras y el acto de presionar el ícono verde que por fin lo dejaría entrar al universo del cajero.
Como se demora, alguien le sopla “-Señor, tiene que apretar el botón verde”. Y el señor busca con desesperación el botón verde que tiene en la pantalla pero que él supone se esconde en algún rincón del cajero. Y sí, está ahí, al ladito mismo de la mano y dice “Anotación” pero el color verde del mismo no lo convence. “-A ver si meto la pata meto”. Alguien de la fila se acerca y le indica “-Ése” y el señor por fin mete el dedo en la pantalla y ahí está una nueva pesadilla en forma de menú de opciones.
El señor comprende que el asunto está más allá de sus fuerzas y exclama “-Cajero de mierda, mejor voy a un Pago Fácil” e intenta recuperar la tarjeta que ahora tiene el cajero en sus entrañas. Y ahí aparece el segundo problema: ¿cómo carajo se hace eso? Otra vez la mano amiga de la fila señala la tecla “Cancelar” y el señor obtiene la tarjeta y, de acuerdo a su semblante, la libertad.
El camino se despeja para la fila que ve con beneplácito como tres, cuatro clientes meten los dedos a toda velocidad, obtienen su satisfacción garantizada o le retenemos su dinero y se van tan contentos.
El paraíso mismo che.
Pero lo bueno dura poco. Exactamente el tiempo que media entre esta visita al cajero y la nueva visita que hacemos unas horas más tarde en otra entidad bancaria.
Comprobamos que hay nuevos obstáculos para añadir al calvario: una mujer de similares características a la descripta con anterioridad aguarda su turno. “-Otra vez no, por Tutatis” pensamos, maldita la suerte perra dos veces en el mismo día en diferentes cajeros y la misma sopa.
Pero la señora nos da una sorpresa. Se mueve con agilidad y con precisión busca y encuentra las opciones correspondientes. Todo camina sobre ruedas hasta la fase final. La fatídica fase final. Se sabe que los comerciantes no desperdician oportunidad para vender sus porquerías y los bancos son, al fin y al cabo, comerciantes. Entonces aprovechan que el atribulado consumidor está usando el cajero para intentar venderle un seguro contra robos en el propio cajero. Linda manera de levantarle a uno el ánimo. Y el momento que eligen para semejante faena es el punto en que, al culminar la operación solicitada el aparato escupe la tarjeta y nos da las gracias.
El tiempo en que la tarjeta es expulsada ya está grabado en el marote de cada usuario de forma tal que, cuando esa operación no ocurre, cuando nada pasa, esperamos lo peor: el cajero por algún misterioso complot nos ha retenido la tarjeta. El pánico se apodera del nosotros, en este caso de la señora que, pese a su solvencia técnica presiente que algo hizo mal y por eso su tarjeta no sale de la entrañas de la máquina. “-Pero si yo hice todo bien ¿qué pasa?” conjetura para su coleto la dama. Se castiga a si misma por no haber anotado el número ése que cuando uno está por usar el cajero le avisa que ante cualquier inconveniente llame al teléfono etc. “-Puta madre” piensa la señora aunque no lo dice en voz alta. “-Cajero de mierda”.
Entonces advierte que en la pantalla hay una pregunta nueva. Una pregunta que es una oferta de venta de servicios. En una ominosa y larga oración el banco le ofrece el seguro del cajero y al fondo a la derecha pone dos botones: uno verde y uno rojo. Verde que implica contratar el seguro y rojo que no. Botones similares a los que se usan cuando uno quiere terminar con los trámites del cajero. La señora lee y, luego de dos largos minutos comprende que le quieren vender algo y que ella no desea comprar nada. Entonces observa que los botones de la pantalla tienen mensajes distintos a los habituales. El verde indica “¿Desea contratar el seguro ahora?” y el rojo “Hacerlo en otra ocasión”. Obsérvese que no existe la opción de “Métanse el seguro en el orto” o sea, no quiero comprar una mierda.
La señora indica que no quiere seguro ahora y ahí, por fin, el cartel de “No quiero realizar ninguna otra operación con este cajero de mierda que encima me quiere vender porquerías”. La señora finaliza su safari, extrae la tarjeta y se va puteando, ahora sí, a un volumen más que audible.
Lo dicho, animismo puro.
Y nosotros en la fila. Como Marat en su bañadera.
Ahí puede observar el impaciente investigador la conducta que confirma la adhesión del sujeto usuario a esa creencia que indica que las cosas están dotadas de alma y uno debe venerarlas y temerles.
Por ejemplo, esa coqueta mujer de más allá de la mediana edad que, provista de un par de anteojos que no deja de acomodar sobre la nariz correspondiente, intenta descifrar las consignas que pérfidamente le plantea la máquina contadora: “¿Desea realizar otra operación?” es una pregunta que convierte a la señora en una estatua de sal. Vemos que sus manos tiemblan y en la nuca brilla una gota de sudor causada por el miedo que le infunde el artilugio que tiene enfrente.
Reacomoda su billetera, levanta el papel que certifica la operación anterior, revisa a un costado y a otro del cubículo, vuelve a mirar la pantalla, y con un dedo tembloroso, presiona “No”. Entonces la máquina infernal escupe la tarjeta de una buena vez por todas pero la señora no se ha dado cuenta y espera que el ingenio le extienda el plástico en mano. No advierte la asustada mujer que en la ranura a la derecha de la pantalla una luz verde titila desesperadamente y un pitido intermitente perfora los oídos de toda la fila.
Nunca volverá la cabeza en busca de ayuda, en parte por la mentada inseguridad pero también por la vergüenza de confesar una imposibilidad tecnológica. Hasta que, luego de un largo minuto caerá en la cuenta del mecanismo. Extraerá la tarjeta y, aún todavía, permanecerá frente al cajero otro minuto guardando sus enseres.
Trata de recuperar el ritmo cardíaco normal ayudada por un comentario a media voz “-Cajero de mierda”
La fila que aguarda chocha de la vida, te digo.
La dama se retira y calculo que siente en su espalda la mirada furibunda de la multitud.
Pero ¡oh suerte! Frente al cajero se ubica ahora un señor con un manojo de facturas de servicios. Es obvio que desea pagarlas a través del aparato. Y es evidente además que intenta semejante hazaña quien apenas puede con su celular antiguo y vetusto que todavía lleva el logo de “Movicom”. Quiere volar pero aún no sabe caminar. Lo que todos en la fila sospechamos, dado el despliegue gestual del aludido frente al teclado del mecanismo bancario.
Acierta a colocar la tarjeta en la posición correcta y además, emboca la contraseña. Pero aguarda una magia que no ocurrirá: debe confirmar el password en la pantalla pero no consigue establecer la relación entre las palabras y el acto de presionar el ícono verde que por fin lo dejaría entrar al universo del cajero.
Como se demora, alguien le sopla “-Señor, tiene que apretar el botón verde”. Y el señor busca con desesperación el botón verde que tiene en la pantalla pero que él supone se esconde en algún rincón del cajero. Y sí, está ahí, al ladito mismo de la mano y dice “Anotación” pero el color verde del mismo no lo convence. “-A ver si meto la pata meto”. Alguien de la fila se acerca y le indica “-Ése” y el señor por fin mete el dedo en la pantalla y ahí está una nueva pesadilla en forma de menú de opciones.
El señor comprende que el asunto está más allá de sus fuerzas y exclama “-Cajero de mierda, mejor voy a un Pago Fácil” e intenta recuperar la tarjeta que ahora tiene el cajero en sus entrañas. Y ahí aparece el segundo problema: ¿cómo carajo se hace eso? Otra vez la mano amiga de la fila señala la tecla “Cancelar” y el señor obtiene la tarjeta y, de acuerdo a su semblante, la libertad.
El camino se despeja para la fila que ve con beneplácito como tres, cuatro clientes meten los dedos a toda velocidad, obtienen su satisfacción garantizada o le retenemos su dinero y se van tan contentos.
El paraíso mismo che.
Pero lo bueno dura poco. Exactamente el tiempo que media entre esta visita al cajero y la nueva visita que hacemos unas horas más tarde en otra entidad bancaria.
Comprobamos que hay nuevos obstáculos para añadir al calvario: una mujer de similares características a la descripta con anterioridad aguarda su turno. “-Otra vez no, por Tutatis” pensamos, maldita la suerte perra dos veces en el mismo día en diferentes cajeros y la misma sopa.
Pero la señora nos da una sorpresa. Se mueve con agilidad y con precisión busca y encuentra las opciones correspondientes. Todo camina sobre ruedas hasta la fase final. La fatídica fase final. Se sabe que los comerciantes no desperdician oportunidad para vender sus porquerías y los bancos son, al fin y al cabo, comerciantes. Entonces aprovechan que el atribulado consumidor está usando el cajero para intentar venderle un seguro contra robos en el propio cajero. Linda manera de levantarle a uno el ánimo. Y el momento que eligen para semejante faena es el punto en que, al culminar la operación solicitada el aparato escupe la tarjeta y nos da las gracias.
El tiempo en que la tarjeta es expulsada ya está grabado en el marote de cada usuario de forma tal que, cuando esa operación no ocurre, cuando nada pasa, esperamos lo peor: el cajero por algún misterioso complot nos ha retenido la tarjeta. El pánico se apodera del nosotros, en este caso de la señora que, pese a su solvencia técnica presiente que algo hizo mal y por eso su tarjeta no sale de la entrañas de la máquina. “-Pero si yo hice todo bien ¿qué pasa?” conjetura para su coleto la dama. Se castiga a si misma por no haber anotado el número ése que cuando uno está por usar el cajero le avisa que ante cualquier inconveniente llame al teléfono etc. “-Puta madre” piensa la señora aunque no lo dice en voz alta. “-Cajero de mierda”.
Entonces advierte que en la pantalla hay una pregunta nueva. Una pregunta que es una oferta de venta de servicios. En una ominosa y larga oración el banco le ofrece el seguro del cajero y al fondo a la derecha pone dos botones: uno verde y uno rojo. Verde que implica contratar el seguro y rojo que no. Botones similares a los que se usan cuando uno quiere terminar con los trámites del cajero. La señora lee y, luego de dos largos minutos comprende que le quieren vender algo y que ella no desea comprar nada. Entonces observa que los botones de la pantalla tienen mensajes distintos a los habituales. El verde indica “¿Desea contratar el seguro ahora?” y el rojo “Hacerlo en otra ocasión”. Obsérvese que no existe la opción de “Métanse el seguro en el orto” o sea, no quiero comprar una mierda.
La señora indica que no quiere seguro ahora y ahí, por fin, el cartel de “No quiero realizar ninguna otra operación con este cajero de mierda que encima me quiere vender porquerías”. La señora finaliza su safari, extrae la tarjeta y se va puteando, ahora sí, a un volumen más que audible.
Lo dicho, animismo puro.
Y nosotros en la fila. Como Marat en su bañadera.
PREGÚNTOME
¿De qué culo sale la sangre que financia el viaje de la Yoani?
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Tres meses de viaje.
Barato no debe salir.
Pero calculo que la habrán invitado ¿no?
Nada de teorías conspirativas señores.
Con la CIA a otra parte che.
No sean desconfiados.
domingo, 17 de febrero de 2013
GRACIAS POR AVISAR
...
¿Como qué lo vemos entonces?
¿Una reunión de viejos crápulas?
¿Un encuentro de la mafia?
¿Todas las anteriores?
No joda Don Lombardi, es política.
sábado, 16 de febrero de 2013
MIRA QUE NOVEDAD
Ahora me entero que Lescano es "obrero".
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"Los temas del movimiento obrero", que curiosa manera de llamarle a los negocios que han montado suplantando a los que dicen representar.
ILUMINADOS POR EL JUEGO
En mi pueblo había (hay, porque no se ha muerto que yo sepa) un jugador de fútbol de excepción: Armando Natel, cuyo alias es Rafucho. Deportista de características inusuales, habilidoso, con una pegada que envidiaría cualquier jugador de primera y además, con una puntería cercana a la infalibilidad papal. Para contrabalancear tantas virtudes, El Rafucho era un juerguista consumado, poco afecto al entrenamiento, amigo de la noche, las bebidas espirituosas y la concupiscencia reiterada, cosa ésta que enojaba a sus ocasionales entrenadores que no lograban que El Rafucho se tomara algo en serio, incluso su propia carrera.
En eso estaba, digo, haciendo equilibrio entre el cielo y el infierno, cuando se presentó uno de esos momentos irrepetibles en la vida de un pueblo chico infierno grande: uno de los clubes que partían en dos a la afición de la localidad había instalado por fin la iluminación en su cancha. Y para inaugurarla a toda orquesta, el partido del campeonato local contra el archirrival, el otro club del pueblo, fue reprogramado para ser disputado de noche, aprovechando las luces antes citadas.
El anfitrión, Club La Dormida, estaba al tope de las posiciones en el campeonato y le sacaba cinco puntos al segundo (en esa época eran dos puntos por partido ganado). El rival de siempre, Club California del Este, estaba de mitad de tabla para abajo, con una serie de malos resultados que se repetían.
Para el clásico los anfitriones desplegaron una parafernalia enorme: adornaron los costados de la cancha con banderas que hablaban de la inauguración, se habían provisto de abundante cotillón, sombreros, pirotecnia y hasta una banda que amenizaba los cantos de la hinchada. Se sentían seguros del triunfo dada la coyuntura. Conjeturaban que, una victoria en la inauguración contra el adversario de toda la vida, merecía un festejo apoteótico.
Por otra parte, el alicaído California del Este intentaba recuperar algo de ánimo para enfrentar la ocasión. Olfateaban, sus hinchas y jugadores, que los habían elegido como sparrings para que el club La Dormida se luciera mostrando además de la superioridad en infraestructura, la solvencia deportiva que los mantenía en lo alto.
La única carta que tenían los visitantes era El Rafucho. Una carta incierta dado que el jugador estaba a prueba en un club de la primera mendocina y no había certeza de su participación en el match. Aunque, hay que decirlo, los californianos mantenían sobre el asunto un silencio pertinaz que apuntaba, entre otras cosas, a minar la tranquilidad de los locales.
En esa guerra de nervios estábamos cuando llegó el día del partido.
Hubo encuentros previos de las divisiones inferiores, ganados ambos por el Club California del Este. Quizás por la cabeza de algún hincha del Club La Dormida transitó la idea de presagio. Pero como los oráculos a esa hora estaban cerrados por clásico, nadie pudo consultar ninguna fuente de sabiduría superior.
Y entonces se vino el partido de primera. Ante la mirada extasiada de su público ingresó a la cancha el Club Social y Deportivo La Dormida. Sus jugadores estrenaban camiseta y auspicio. Se los veía pletóricos de entusiasmo, contagiados por el fervor de la multitud. Posaron seguros de sí mismos bajo el intenso reflejo de las luminarias.
Luego todos en la cancha contuvieron la respiración: entró al campo de juego el Club California del Este. Y la peor pesadilla de los rivales, El Rafucho, venía a la cabeza, portando el balón.
De todas formas, tanta era la eficacia que había demostrado el Club La Dormida, que la presencia de Natel era, quizás, un ingrediente más para aderezar la ensalada del triunfo (“les ganamos con el Rafucho y todo”).
El árbitro, ya concluidos los trámites previos, dio comienzo al match. Para beneplácito de los locales su equipo marcó el primer tanto apenas a los diez minutos de comenzado el encuentro. Y durante los cuarenta y cinco minutos iniciales dominaron el juego de punta a punta. Solo la habilidad del arquero (y el culo que lo asistió) evitó que el marcador se agrandara.
Los quince minutos de entretiempo sirvieron para que los inauguradores, con ojos brillantes, disfrutaran lo que parecía un triunfo abrumador e inapelable.
Llegó el second half. Y pasó lo inesperado. La Dormida se lanzó en un ataque coordinado que parecía iba a terminar en la red. Pero la pierna del cinco se interpuso providencialmente enviando por rebote el balón a la mitad de la cancha.
Allí estaba El Rafucho que hasta ese momento había sido neutralizado con éxito por la defensa rival. Pero ¡ay las parcas!, su marcador lo perdió de vista un segundo y el Rafucho paró la pelota y encaró el campo contrario. Evadió a un marcador de punta y, desde el borde del área grande, lanzó un zurdazo inapelable contra el arco. Disparo que se hundió en el ángulo derecho del arquero que, como dice la tradición, se tiró para la foto.
Como era de esperar, el silencio se apoderó de la hinchada del Club La Dormida. La otra hinchada, recuperada la esperanza, le dio más énfasis a sus arengas contagiada por el inesperado regalo que el cielo le había hecho al equipo.
Pero la cosa recién comenzaba: aprovechando el estupor de los locales, la delantera del Club California recordó la esencia de su misión en la cancha y comenzó a jugar como si supiera. Y en uno de esos lances dejó otra vez al Rafucho de frente al arco, solo como Adán en el paraíso antes de perder su costilla. Casi paladeando el momento, el jugador apuntó y disparó hundiendo la pelota en el ángulo izquierdo del arco. Esta vez el arquero decidió que era inútil incluso posar para la foto y se quedó inmóvil, contemplando el gol.
A esta altura la parcialidad visitante tocaba el cielo con las manos mientras los locales sudaban la gota gorda. Sin advertirlo el festejo se estaba trocando en tragedia.
Y como a todo postre le viene bien una frutilla, ahí estaba El Rafucho para hacerle los honores.
Perdida la compostura, un enojado marcador central se lanzó contra las piernas de Natel, que había recibido un pase quirúrgico del 10. El Rafucho lo miró de reojo y lo dejó venir. En el momento del impacto desplegó en el aire la clásica bicicleta, haciendo pasar al marcador por debajo, quedando otra vez de frente al arco. Pero Natel estaba dispuesto a cerrar el asunto con un espectáculo. Entonces, en vez de patear y terminar con la agonía, enfrentó al otro marcador que venía desesperado a su encuentro. Amagó a la izquierda, luego a la derecha y cuando el desorientado jugador quedó con las piernas abiertas de par en par por el súbito cambio de dirección le tiró un caño que lo dejó fuera de juego tratando de explicarse por dónde había pasado el balón. El arquero que había comprendido que El Rafucho quería deslumbrar salió a cortarlo en el borde del área chica. Natel venía a la carrera, observándolo. Esperó que el guardameta se arrojara a sus pies para elevar la pelota y pasársela con delicadeza por encima del cuerpo, a una altura suficiente para que no la alcanzara pero para dejarle la sensación que podría tocarla. La pelota cayó tras el arquero y El Rafucho la volvió a poner bajo su pie.
Así, con porte de rey o al menos de príncipe, entró trotando con pelota y todo en el arco del rival.
En ese instante pasaron varias cosas: la numerosa parcialidad local inició la retirada cuando faltaban más de quince minutos para que terminara el partido, la hinchada visitante se pellizcaba para saber si era cierto o estaba soñando, El Rafucho recorría la cancha mostrando una sonrisa de oreja a oreja que quedó inmortalizada en las fotos que sacaban los periodistas que cubrían el evento. Y lo más importante: la fiesta de inauguración se suspendió por acuerdo tácito de los locales. Ahí quedaron los fuegos artificiales y las vituallas preparadas al efecto.
Una vez finalizado el partido, apenas los protagonistas se perdieron en los vestuarios, las luces se apagaron prontamente, como para olvidar lo ocurrido.
La hinchada visitante en cambio, recorrió una y otra vez las calles del pueblo en caravana de triunfo y muchos se fueron a dormir de madrugada con varias copas de más. Incluido el Rafucho, claro está.
Luego el mundo siguió su curso: California del Este persistió en su mala campaña y el Club La Dormida ganó el campeonato con una diferencia de puntos considerable. Pero la caravana del triunfo que intentaron no fue del todo entusiasta, a pesar del esfuerzo de los protagonistas.
Pasa que, cuando atravesaron las calles algunos vecinos salieron a la calle enarbolando linternas encendidas. Con ese solo gesto les recordaron que la verdadera batalla había tenido lugar unos meses antes y la habían perdido. Y que esa derrota no era una derrota cualquiera. Que esa derrota era superior al campeonato que trataban de ensalzar sin éxito. El Rafucho fue uno de los que prendieron linternas esa noche. Aunque, tal como la batalla, esas luces las había encendido unos meses antes.
Yo, que soy parte todavía de la hinchada visitante, cuento esto porque la objetividad no existe y además, para prolongar el festejo en el tiempo. Este gesto escrito sería el equivalente a la linterna que esgrimí con fiereza durante la caravana de los campeones.
Quizás, con suerte, haya algún hincha del Club La Dormida leyendo y viéndose en la obligación de recordar.
En eso estaba, digo, haciendo equilibrio entre el cielo y el infierno, cuando se presentó uno de esos momentos irrepetibles en la vida de un pueblo chico infierno grande: uno de los clubes que partían en dos a la afición de la localidad había instalado por fin la iluminación en su cancha. Y para inaugurarla a toda orquesta, el partido del campeonato local contra el archirrival, el otro club del pueblo, fue reprogramado para ser disputado de noche, aprovechando las luces antes citadas.
El anfitrión, Club La Dormida, estaba al tope de las posiciones en el campeonato y le sacaba cinco puntos al segundo (en esa época eran dos puntos por partido ganado). El rival de siempre, Club California del Este, estaba de mitad de tabla para abajo, con una serie de malos resultados que se repetían.
Para el clásico los anfitriones desplegaron una parafernalia enorme: adornaron los costados de la cancha con banderas que hablaban de la inauguración, se habían provisto de abundante cotillón, sombreros, pirotecnia y hasta una banda que amenizaba los cantos de la hinchada. Se sentían seguros del triunfo dada la coyuntura. Conjeturaban que, una victoria en la inauguración contra el adversario de toda la vida, merecía un festejo apoteótico.
Por otra parte, el alicaído California del Este intentaba recuperar algo de ánimo para enfrentar la ocasión. Olfateaban, sus hinchas y jugadores, que los habían elegido como sparrings para que el club La Dormida se luciera mostrando además de la superioridad en infraestructura, la solvencia deportiva que los mantenía en lo alto.
La única carta que tenían los visitantes era El Rafucho. Una carta incierta dado que el jugador estaba a prueba en un club de la primera mendocina y no había certeza de su participación en el match. Aunque, hay que decirlo, los californianos mantenían sobre el asunto un silencio pertinaz que apuntaba, entre otras cosas, a minar la tranquilidad de los locales.
En esa guerra de nervios estábamos cuando llegó el día del partido.
Hubo encuentros previos de las divisiones inferiores, ganados ambos por el Club California del Este. Quizás por la cabeza de algún hincha del Club La Dormida transitó la idea de presagio. Pero como los oráculos a esa hora estaban cerrados por clásico, nadie pudo consultar ninguna fuente de sabiduría superior.
Y entonces se vino el partido de primera. Ante la mirada extasiada de su público ingresó a la cancha el Club Social y Deportivo La Dormida. Sus jugadores estrenaban camiseta y auspicio. Se los veía pletóricos de entusiasmo, contagiados por el fervor de la multitud. Posaron seguros de sí mismos bajo el intenso reflejo de las luminarias.
Luego todos en la cancha contuvieron la respiración: entró al campo de juego el Club California del Este. Y la peor pesadilla de los rivales, El Rafucho, venía a la cabeza, portando el balón.
De todas formas, tanta era la eficacia que había demostrado el Club La Dormida, que la presencia de Natel era, quizás, un ingrediente más para aderezar la ensalada del triunfo (“les ganamos con el Rafucho y todo”).
El árbitro, ya concluidos los trámites previos, dio comienzo al match. Para beneplácito de los locales su equipo marcó el primer tanto apenas a los diez minutos de comenzado el encuentro. Y durante los cuarenta y cinco minutos iniciales dominaron el juego de punta a punta. Solo la habilidad del arquero (y el culo que lo asistió) evitó que el marcador se agrandara.
Los quince minutos de entretiempo sirvieron para que los inauguradores, con ojos brillantes, disfrutaran lo que parecía un triunfo abrumador e inapelable.
Llegó el second half. Y pasó lo inesperado. La Dormida se lanzó en un ataque coordinado que parecía iba a terminar en la red. Pero la pierna del cinco se interpuso providencialmente enviando por rebote el balón a la mitad de la cancha.
Allí estaba El Rafucho que hasta ese momento había sido neutralizado con éxito por la defensa rival. Pero ¡ay las parcas!, su marcador lo perdió de vista un segundo y el Rafucho paró la pelota y encaró el campo contrario. Evadió a un marcador de punta y, desde el borde del área grande, lanzó un zurdazo inapelable contra el arco. Disparo que se hundió en el ángulo derecho del arquero que, como dice la tradición, se tiró para la foto.
Como era de esperar, el silencio se apoderó de la hinchada del Club La Dormida. La otra hinchada, recuperada la esperanza, le dio más énfasis a sus arengas contagiada por el inesperado regalo que el cielo le había hecho al equipo.
Pero la cosa recién comenzaba: aprovechando el estupor de los locales, la delantera del Club California recordó la esencia de su misión en la cancha y comenzó a jugar como si supiera. Y en uno de esos lances dejó otra vez al Rafucho de frente al arco, solo como Adán en el paraíso antes de perder su costilla. Casi paladeando el momento, el jugador apuntó y disparó hundiendo la pelota en el ángulo izquierdo del arco. Esta vez el arquero decidió que era inútil incluso posar para la foto y se quedó inmóvil, contemplando el gol.
A esta altura la parcialidad visitante tocaba el cielo con las manos mientras los locales sudaban la gota gorda. Sin advertirlo el festejo se estaba trocando en tragedia.
Y como a todo postre le viene bien una frutilla, ahí estaba El Rafucho para hacerle los honores.
Perdida la compostura, un enojado marcador central se lanzó contra las piernas de Natel, que había recibido un pase quirúrgico del 10. El Rafucho lo miró de reojo y lo dejó venir. En el momento del impacto desplegó en el aire la clásica bicicleta, haciendo pasar al marcador por debajo, quedando otra vez de frente al arco. Pero Natel estaba dispuesto a cerrar el asunto con un espectáculo. Entonces, en vez de patear y terminar con la agonía, enfrentó al otro marcador que venía desesperado a su encuentro. Amagó a la izquierda, luego a la derecha y cuando el desorientado jugador quedó con las piernas abiertas de par en par por el súbito cambio de dirección le tiró un caño que lo dejó fuera de juego tratando de explicarse por dónde había pasado el balón. El arquero que había comprendido que El Rafucho quería deslumbrar salió a cortarlo en el borde del área chica. Natel venía a la carrera, observándolo. Esperó que el guardameta se arrojara a sus pies para elevar la pelota y pasársela con delicadeza por encima del cuerpo, a una altura suficiente para que no la alcanzara pero para dejarle la sensación que podría tocarla. La pelota cayó tras el arquero y El Rafucho la volvió a poner bajo su pie.
Así, con porte de rey o al menos de príncipe, entró trotando con pelota y todo en el arco del rival.
En ese instante pasaron varias cosas: la numerosa parcialidad local inició la retirada cuando faltaban más de quince minutos para que terminara el partido, la hinchada visitante se pellizcaba para saber si era cierto o estaba soñando, El Rafucho recorría la cancha mostrando una sonrisa de oreja a oreja que quedó inmortalizada en las fotos que sacaban los periodistas que cubrían el evento. Y lo más importante: la fiesta de inauguración se suspendió por acuerdo tácito de los locales. Ahí quedaron los fuegos artificiales y las vituallas preparadas al efecto.
Una vez finalizado el partido, apenas los protagonistas se perdieron en los vestuarios, las luces se apagaron prontamente, como para olvidar lo ocurrido.
La hinchada visitante en cambio, recorrió una y otra vez las calles del pueblo en caravana de triunfo y muchos se fueron a dormir de madrugada con varias copas de más. Incluido el Rafucho, claro está.
Luego el mundo siguió su curso: California del Este persistió en su mala campaña y el Club La Dormida ganó el campeonato con una diferencia de puntos considerable. Pero la caravana del triunfo que intentaron no fue del todo entusiasta, a pesar del esfuerzo de los protagonistas.
Pasa que, cuando atravesaron las calles algunos vecinos salieron a la calle enarbolando linternas encendidas. Con ese solo gesto les recordaron que la verdadera batalla había tenido lugar unos meses antes y la habían perdido. Y que esa derrota no era una derrota cualquiera. Que esa derrota era superior al campeonato que trataban de ensalzar sin éxito. El Rafucho fue uno de los que prendieron linternas esa noche. Aunque, tal como la batalla, esas luces las había encendido unos meses antes.
Yo, que soy parte todavía de la hinchada visitante, cuento esto porque la objetividad no existe y además, para prolongar el festejo en el tiempo. Este gesto escrito sería el equivalente a la linterna que esgrimí con fiereza durante la caravana de los campeones.
Quizás, con suerte, haya algún hincha del Club La Dormida leyendo y viéndose en la obligación de recordar.
viernes, 15 de febrero de 2013
LOS MISMOS PATRIOTAS
Tal como se puede comprobar, en esta orilla y en aquella, los patriotas abundan. Calculo que el cantito de la confiscación, el clima de negocios y la seguridad jurídica serán parte de los argumentos.
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Con la inestimable ayuda de la dama ciega, que se corre la venda si hace falta para defender a los próceres de siempre.
jueves, 14 de febrero de 2013
¿INQUIETUD?
Como Uds. ya me conocen, sabrán que me fascinan las teorías conspirativas. Más que nada por su dosis de misterio y porque, más de una vez, la realidad supera ampliamente cualquier fantasía.
Como en este caso en donde la evidencia 1 y la evidencia 2 indican a las claras que algo se está cocinando.
No digan que no les avisé.
Como en este caso en donde la evidencia 1 y la evidencia 2 indican a las claras que algo se está cocinando.
No digan que no les avisé.
EL HAMBRE Y LAS GANAS DE COMER
¿Ya dije que a Scioli no le daría la espalda ni mamado?
¿Ya lo dije?
¿Cuántas veces?
Que lo parió.
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ARMANDOTE A VOS
Lo curioso de esta solicitada es que Pancho medra en el Congreso Nacional hace bastante tiempo. Un tiempo en el que podría haber hecho algo de lo que declama en el panfleto. Algo que evidentemente no llevó a cabo.
La otra curiosidad es que pida a la política que no sea política, y encima destaque el gesto en negrita.
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Lo otro que se desprende de esta mala alegoría maniquea es esa última arenga: "Nos guste o no, no hay más opciones. Es ELLA o VOS. Y nosotros estamos con VOS". Adviértase la violencia que se escurre de la frase. Una violencia que no es menor. Hablando de "crispación" digo. Es casi como el argumento que indica que "era él o yo" luego de haber disparado contra alguien.
Supongo (y supongo mal calculo) que un tipo con responsabilidades legislativas debería tener más cuidado con lo que dice y propone. Pero es Pancho, y con él, ya se sabe, la desmesura es algo cotidiano.
miércoles, 13 de febrero de 2013
DIME QUIÉN TE DA LAS GRACIAS
"Las gracias del Opus Dei a Benedicto XVI".
Dime quién te da las gracias y te diré quién fuiste. Algo que, como Carlos Lombardi, ya sospechábamos.
Dime quién te da las gracias y te diré quién fuiste. Algo que, como Carlos Lombardi, ya sospechábamos.
ME VOY UNOS DÌAS Y SE ARMA LA GORDA
¿Ves? No me puedo descuidar. Me tomo unos dìas para recuperar el equilibrio ecològico y ¡patapúfete!: renuncia Benedicto XVI, un amigo de este blog.
Ahora, no es su renuncia lo que me llama la atención (si me preguntan porqué tan poca sorpresa, les diré que las cartas estaban echadas desde junio de 2012 cuando esta noticia paso sin pena ni gloria al olvido). Lo que me llama la atención es que, renuncia mediante, Benedicto XVI se ha convertido en un héroe que se inmola por motivos varios, todos ellos nobles y destaclables. Sale del tapete con una inocencia que limita con la ingenuidad.
Y la sorpresa se incrementa cuando intentan comenzar a construir la imagen de "El Papa que intentó limpiar a la Iglesia Católica". Mamita querida. Cierto es que la publicidad logra milagros. Pero tiene sus lìmites che.
...
PD:
Berni anda hecho una luz. Pura obviología criminal lo del Secretario de Seguridad que, en un tiempo breve y fructífero nos informará acerca de la estrecha relación entre el bife de chorizo y la vaca. Y todo eso lo pensó él solito.
Ahora, no es su renuncia lo que me llama la atención (si me preguntan porqué tan poca sorpresa, les diré que las cartas estaban echadas desde junio de 2012 cuando esta noticia paso sin pena ni gloria al olvido). Lo que me llama la atención es que, renuncia mediante, Benedicto XVI se ha convertido en un héroe que se inmola por motivos varios, todos ellos nobles y destaclables. Sale del tapete con una inocencia que limita con la ingenuidad.
Y la sorpresa se incrementa cuando intentan comenzar a construir la imagen de "El Papa que intentó limpiar a la Iglesia Católica". Mamita querida. Cierto es que la publicidad logra milagros. Pero tiene sus lìmites che.
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PD:
Berni anda hecho una luz. Pura obviología criminal lo del Secretario de Seguridad que, en un tiempo breve y fructífero nos informará acerca de la estrecha relación entre el bife de chorizo y la vaca. Y todo eso lo pensó él solito.
viernes, 8 de febrero de 2013
REGENERACIÓN DE NEURONAS EN PROGRESO
Este blog, para bien o para mal, reabre sus puertas el 13 de febrero de 2013. ¡Que me van a extrañar, zalameros!
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Imagen afanada de acá
jueves, 7 de febrero de 2013
JUSTO DE LO QUE QUERÍA HABLAR: INVIABILIDAD
Hablando de los aumentos salariales que se estàn negociando a sol y a sombra, el benemérito Daniel Funes de Rioja se despachó con una de sus frases matadoras:
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"El más directo fue ayer Daniel Funes de Rioja, en su calidad de representante de Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), al afirmar que la posibilidad de tener que pagar el 30% es directamente "inviable"
...
Justo de esa palabra quería hablar con los "empresarios", cuyas opiniones resume Don Rioja con la mayor crudeza.
Hablemos de lo que llamaré "El índice Casancrem": hace cuatro años, meses más, meses menos, el consabido pote de Casancrem costaba 4,95 $ (parece un chiste ¿no?). Ahora ese mismo producto cuesta, según este lugar, 14,49 $.
Es ésto lo que a mi me parece inviable. Porque de 4,95 $ a 14,49 $ tenemos un aumento del 192,73 %. He aquí el tema.
En el medio no ocurrió ninguna catástrofe climática en el país, una guerra civil o nuclear, no hubo sequías inmensas y prolongadas que dieran al traste con la producción agrícola. Los factores de producción están intactos, esto es, no hubo descalabros que cambiaran radicalmente el modo en que se obtienen las materias primas y tampoco los procesos industriales, debido a los factores mencionados, se mantienen intactos.
Sobre el "aumento" de la materia prima nada tienen que decir porque al tambero le pagan chaucha y palito, tal como se pude comprobar.
Entonces ¿cuál es el motivo de este enorme aumento, este sí, inviable?
Ahí nomás saltará la respuesta mediática "la política social del gobierno, el gasto público, la disciplina fiscal y bla, bla, bla. que generan inflación y bla bla bla".
Me gustaría pensar que al menos nos vamos a tomar dos minutos antes de apretar "play" en el botón que indican los medios neoliberales. Digo, porque esas respuestas atávicas son lugares comunes que no explican ni un poco 192,73 % de aumento en un producto como el Casancrem.
En principio hay que señalar una verdad de perogrullo: los precios no los coloca el gobierno. Los precios son estipulados por los formadores de precios. Esos formadores de precio que le garpan al tambero 1,70 $ por litro de leche. Por lo que, en el Casancrem antes citado, la incidencia del precio de un litro de leche es del 11,73 % (hay otros procesos industriales involucrados en el Casancrem por lo que la incidencia debería analizarse con más cuidado, pero en cualquier caso la incidencia treparía a no más del 13 %). ¿ Y el resto? Ahí tendríamos que poner el componente impositivo que consiste en gravar el precio del producto con un 21 % (IVA que generalizó Cavallo, por si no lo recuerdan), el impuesto más regresivo que conozco por otra parte. Por lo que el precio sin IVA sería más o menos 12,05, por ahí. Usemos ese precio sin IVA como base y tendremos entonces que el precio del litro de leche tiene una incidencia de del 14,11 %. O sea, poniéndolo al revés, que del precio del litro de leche al precio sin IVA del casancrem hay un aumento del 608,82 %. ¿Qué tul?
Ahora nos informamos que la incidencia de la mano de obra en la cadena de productos lácteos es del 12 %, con una salvedad: la cantidad de operarios no ha aumentado desde hace diez años, cuando se procesaban 8.500 millones de litros. Con la misma cantidad de empleados se procesan hoy 12.000 millones de litros. O sea, que la mayor productividad absorbe los aumentos en los costos de la mano de obra. Entonces, pongámosle que ese porcentaje sea del 10 % considerando el aumento de productividad.
Ese 10 % más el 14,11 % del precio del litro de leche (a groso modo claro está) nos da como resultado un 24,11 % del precio sin IVA. ¿Y todo lo que queda?
Veremos entonces que ni los tamberos ni los laburantes de la cadena de producción de lácteos tienen una incidencia desisiva sobre el precio de los productos finales. Aquí deberíamos extendernos acerca de la cooptación de la cadena de producción, de monopolios, oligopolios y cartelización pero no me da la cabeza ¿vio?
Sin duda mis cálculos son bastante malos y además hay factores que no tomé en cuenta.
Pero estos razonamientos básicos alcanzan para mostrar que el problema no es el salario y que tampoco es el productor.
Con lo que damos por tierra con los argumentos de Funes de Rioja sobre la pretendida "competitividad". No es por el lado de la reducción de sueldos o disminución del porcentaje de aumento por donde se mejora la competitividad. Tampoco esquilmando al productor para que venda su producción por nada.
Quizás limitando la voracidad de los "empresarios" algo cambiaría.
Lo que es "inviable" es que los empresarios se queden con tan brutal porción de la torta.
Y quitando el IVA, eso también, al menos a los productos de primera necesidad. Si querés un BMW pagá IVA, ponele. Si comprás un litro de leche no.
Añado: si alguna vez alguien se decidiera a indagar y sincerar los costos reales de los productos que comercializan los formadores de precios, menuda sorpresa nos llevaríamos.
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"El más directo fue ayer Daniel Funes de Rioja, en su calidad de representante de Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), al afirmar que la posibilidad de tener que pagar el 30% es directamente "inviable"
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Justo de esa palabra quería hablar con los "empresarios", cuyas opiniones resume Don Rioja con la mayor crudeza.
Hablemos de lo que llamaré "El índice Casancrem": hace cuatro años, meses más, meses menos, el consabido pote de Casancrem costaba 4,95 $ (parece un chiste ¿no?). Ahora ese mismo producto cuesta, según este lugar, 14,49 $.
Es ésto lo que a mi me parece inviable. Porque de 4,95 $ a 14,49 $ tenemos un aumento del 192,73 %. He aquí el tema.
En el medio no ocurrió ninguna catástrofe climática en el país, una guerra civil o nuclear, no hubo sequías inmensas y prolongadas que dieran al traste con la producción agrícola. Los factores de producción están intactos, esto es, no hubo descalabros que cambiaran radicalmente el modo en que se obtienen las materias primas y tampoco los procesos industriales, debido a los factores mencionados, se mantienen intactos.
Sobre el "aumento" de la materia prima nada tienen que decir porque al tambero le pagan chaucha y palito, tal como se pude comprobar.
Entonces ¿cuál es el motivo de este enorme aumento, este sí, inviable?
Ahí nomás saltará la respuesta mediática "la política social del gobierno, el gasto público, la disciplina fiscal y bla, bla, bla. que generan inflación y bla bla bla".
Me gustaría pensar que al menos nos vamos a tomar dos minutos antes de apretar "play" en el botón que indican los medios neoliberales. Digo, porque esas respuestas atávicas son lugares comunes que no explican ni un poco 192,73 % de aumento en un producto como el Casancrem.
En principio hay que señalar una verdad de perogrullo: los precios no los coloca el gobierno. Los precios son estipulados por los formadores de precios. Esos formadores de precio que le garpan al tambero 1,70 $ por litro de leche. Por lo que, en el Casancrem antes citado, la incidencia del precio de un litro de leche es del 11,73 % (hay otros procesos industriales involucrados en el Casancrem por lo que la incidencia debería analizarse con más cuidado, pero en cualquier caso la incidencia treparía a no más del 13 %). ¿ Y el resto? Ahí tendríamos que poner el componente impositivo que consiste en gravar el precio del producto con un 21 % (IVA que generalizó Cavallo, por si no lo recuerdan), el impuesto más regresivo que conozco por otra parte. Por lo que el precio sin IVA sería más o menos 12,05, por ahí. Usemos ese precio sin IVA como base y tendremos entonces que el precio del litro de leche tiene una incidencia de del 14,11 %. O sea, poniéndolo al revés, que del precio del litro de leche al precio sin IVA del casancrem hay un aumento del 608,82 %. ¿Qué tul?
Ahora nos informamos que la incidencia de la mano de obra en la cadena de productos lácteos es del 12 %, con una salvedad: la cantidad de operarios no ha aumentado desde hace diez años, cuando se procesaban 8.500 millones de litros. Con la misma cantidad de empleados se procesan hoy 12.000 millones de litros. O sea, que la mayor productividad absorbe los aumentos en los costos de la mano de obra. Entonces, pongámosle que ese porcentaje sea del 10 % considerando el aumento de productividad.
Ese 10 % más el 14,11 % del precio del litro de leche (a groso modo claro está) nos da como resultado un 24,11 % del precio sin IVA. ¿Y todo lo que queda?
Veremos entonces que ni los tamberos ni los laburantes de la cadena de producción de lácteos tienen una incidencia desisiva sobre el precio de los productos finales. Aquí deberíamos extendernos acerca de la cooptación de la cadena de producción, de monopolios, oligopolios y cartelización pero no me da la cabeza ¿vio?
Sin duda mis cálculos son bastante malos y además hay factores que no tomé en cuenta.
Pero estos razonamientos básicos alcanzan para mostrar que el problema no es el salario y que tampoco es el productor.
Con lo que damos por tierra con los argumentos de Funes de Rioja sobre la pretendida "competitividad". No es por el lado de la reducción de sueldos o disminución del porcentaje de aumento por donde se mejora la competitividad. Tampoco esquilmando al productor para que venda su producción por nada.
Quizás limitando la voracidad de los "empresarios" algo cambiaría.
Lo que es "inviable" es que los empresarios se queden con tan brutal porción de la torta.
Y quitando el IVA, eso también, al menos a los productos de primera necesidad. Si querés un BMW pagá IVA, ponele. Si comprás un litro de leche no.
Añado: si alguna vez alguien se decidiera a indagar y sincerar los costos reales de los productos que comercializan los formadores de precios, menuda sorpresa nos llevaríamos.
miércoles, 6 de febrero de 2013
EL ESTADISTA QUE TODOS QUIEREN TENER EN SU MESITA DE LUZ
...
No no.
El "clima de tensión" proviene de otros lugares.
Recuérdese quiénes fueron los autores de este escrache.
¿Acaso tiene vocación de bombero Don Macri?
De ese bombero que todos conocemos, claro.
...
Nota:
Dos perlita màs del dialogador compulsivo:
1.-Diciendo que León Gieco es peor que Del Sel.
2.-Criticando a Massa (uno de sus amigos) porque según él, no sabe nada.
...
Una profunda capacidad de diálogo y consenso.
Estos vendrían siendo ejemplos on line de la mentada "crispación"
...
Nota:
Dos perlita màs del dialogador compulsivo:
1.-Diciendo que León Gieco es peor que Del Sel.
2.-Criticando a Massa (uno de sus amigos) porque según él, no sabe nada.
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Una profunda capacidad de diálogo y consenso.
Estos vendrían siendo ejemplos on line de la mentada "crispación"
martes, 5 de febrero de 2013
AL HOMBRE FLECHA NADIE LE TOCA EL CULO
Nunca se quejaron mientras las Calificadoras jodían al resto del mundo, dejándolo tujes pa´rriba. Calculo que ese estado de cosas les trajo algún que otro beneficio. Pero el capitalismo es sasí y muerde la mano incluso del país que lo defiende a capa y espada.
Porque el capitalismo es, ante todo, capitalismo. Y los capitalistas son, ante todo, capitalistas.
Por eso ahora sí protestan y mueven las cachas tratando de poner en caja a las beneméritas instituciones esotérico-económicas.
Un refrán dice "Cría cuervos...", pero, qué culpa tienen los cuervos para que los anden comparando con Standard & Poor´s.
PD:
El título hace referencia a un viejo chiste semiverde que los memoriosos tendrán a bien recordar.
Porque el capitalismo es, ante todo, capitalismo. Y los capitalistas son, ante todo, capitalistas.
Por eso ahora sí protestan y mueven las cachas tratando de poner en caja a las beneméritas instituciones esotérico-económicas.
Un refrán dice "Cría cuervos...", pero, qué culpa tienen los cuervos para que los anden comparando con Standard & Poor´s.
PD:
El título hace referencia a un viejo chiste semiverde que los memoriosos tendrán a bien recordar.
lunes, 4 de febrero de 2013
MAL VAMOS...
Si los que tienen que hacer que se cumpla la ley son los que, en la práctica, la violan sistemáticamente.
Así, el pobre tipo de a pata que es uno queda preso de dos predadores: los señores chorros (cuya excarcelación tiene precio y se negocia, cuyos servicios son requeridos por los guardianes del orden para recaudar algunos pesos mal habidos, cuyas acciones son estimuladas por cierto sector de las fuerzas de seguridad para justificar lo injustificable, cuya impunidad las más de las veces tiene que ver con zonas liberadas que responden a la distracción para nada desinteresada de las fuerzas del orden) y los señores guardianes del orden que, en realidad están a su propio servicio y al servicio de otros con más poder que también están a su propio servicio que a su vez están al servicio de otros con más poder todavía que están, of course, a su propio servicio.
Por lo tanto verán ladrones que con el mayor desparpajo y despliegue de armas roban una casa en una calle transitada a las tres de la tarde (hecho comprobado) y huyen con paso cansino por esa misma avenida sin que aparezca uno solo de los móviles policiales que recorren la zona cada diez minutos pero justo a esa hora no aparecen ni con la orden de usía. Una casualidad.
O la entrada a las nueve y media de la noche a otra casa saltando la reja, amenazando a toda una familia que cena, bebé incluído, sin que tampoco apareza uno solo de esos llamativos vehículos policiales que fatigan la cuadra todo el tiempo pero justo en ese momento no están (hecho comprobado) y cuando aparecen respondiendo al llamado del 911 ni siquiera entran a la casa para verificar el asunto, aunque fue un robo a mano armada, para ser más específico, tres manos armadas y un cretino amenazando a los gritos montado en su consumo de cocaína.
Tanta impunidad que todos los descriptos actúan a cara descubierta, dejando huellas y rastros por todas partes. Huellas y rastros que la benemérita policía ni siquiera se detiene a considerar.
Dirán los ingénuos de siempre: "-Es que no los dejan actuar, tienen las manos atadas". Yo diré que sí, que tienen las manos atadas, pero no por la ley sino por los compromisos que tienen con el delito mismo. No lo combaten, lo administran. Para lo cual tienen padrinos políticos, que no quepa la menor duda.
Ergo: ya no se sabe de qué lado está la ley, si es que está en algún lado fuera del código penal en donde duerme el sueño de los olvidados. Parece que la ley y su cumplimiento depende de unos factores que no tienen un soto que ver con los procedimientos y normas establecidos. Normas y procedimientos que son tan violentados como los hogares amenazados por los ladrones que gozan de una sugestiva impunidad.
Unamos a tanta impunidad cómplice la reciente desaparición de armas del Renar, la creciente connivencia entre la policía y los narcotraficantes y otras delicias más, y tendremos, tenemos, un panorama desalentador, ominoso.
Agreguémosle la brutalidad policial que se ensaña con el pobrerío, la propensión a la tortura, la costumbre persistente de pedir y obtener coimas.
¿En dónde nos refugiamos entonces, ciudadanos de a pie, cuando todo está en contra, cuando somos un mercado tanto para los chorros como para la policía que recauda con mano de obra alquilada o atendida por sus propios dueños?
A mi en este punto me aparecen algunas preguntas para las que no tengo respuestas: ¿Qué se puede hacer?¿Cómo se puede solucionar este despelote? ¿Cómo se cambia este paisaje espantoso?
Me asusta no tener respuestas, porque de esas respuestas dependen muchas cosas.
Lo que sí me queda absolutamente claro es que hasta ahora, lo que se ha hecho sobre el tema ha fracasado estrepitósamente o, sospecho, el fracaso ha sido uno de los objetivos de las medidas tomadas.
Nadie se le atreve al asunto.
Y lo pagamos muy caro. Muy pero muy caro.
Así, el pobre tipo de a pata que es uno queda preso de dos predadores: los señores chorros (cuya excarcelación tiene precio y se negocia, cuyos servicios son requeridos por los guardianes del orden para recaudar algunos pesos mal habidos, cuyas acciones son estimuladas por cierto sector de las fuerzas de seguridad para justificar lo injustificable, cuya impunidad las más de las veces tiene que ver con zonas liberadas que responden a la distracción para nada desinteresada de las fuerzas del orden) y los señores guardianes del orden que, en realidad están a su propio servicio y al servicio de otros con más poder que también están a su propio servicio que a su vez están al servicio de otros con más poder todavía que están, of course, a su propio servicio.
Por lo tanto verán ladrones que con el mayor desparpajo y despliegue de armas roban una casa en una calle transitada a las tres de la tarde (hecho comprobado) y huyen con paso cansino por esa misma avenida sin que aparezca uno solo de los móviles policiales que recorren la zona cada diez minutos pero justo a esa hora no aparecen ni con la orden de usía. Una casualidad.
O la entrada a las nueve y media de la noche a otra casa saltando la reja, amenazando a toda una familia que cena, bebé incluído, sin que tampoco apareza uno solo de esos llamativos vehículos policiales que fatigan la cuadra todo el tiempo pero justo en ese momento no están (hecho comprobado) y cuando aparecen respondiendo al llamado del 911 ni siquiera entran a la casa para verificar el asunto, aunque fue un robo a mano armada, para ser más específico, tres manos armadas y un cretino amenazando a los gritos montado en su consumo de cocaína.
Tanta impunidad que todos los descriptos actúan a cara descubierta, dejando huellas y rastros por todas partes. Huellas y rastros que la benemérita policía ni siquiera se detiene a considerar.
Dirán los ingénuos de siempre: "-Es que no los dejan actuar, tienen las manos atadas". Yo diré que sí, que tienen las manos atadas, pero no por la ley sino por los compromisos que tienen con el delito mismo. No lo combaten, lo administran. Para lo cual tienen padrinos políticos, que no quepa la menor duda.
Ergo: ya no se sabe de qué lado está la ley, si es que está en algún lado fuera del código penal en donde duerme el sueño de los olvidados. Parece que la ley y su cumplimiento depende de unos factores que no tienen un soto que ver con los procedimientos y normas establecidos. Normas y procedimientos que son tan violentados como los hogares amenazados por los ladrones que gozan de una sugestiva impunidad.
Unamos a tanta impunidad cómplice la reciente desaparición de armas del Renar, la creciente connivencia entre la policía y los narcotraficantes y otras delicias más, y tendremos, tenemos, un panorama desalentador, ominoso.
Agreguémosle la brutalidad policial que se ensaña con el pobrerío, la propensión a la tortura, la costumbre persistente de pedir y obtener coimas.
¿En dónde nos refugiamos entonces, ciudadanos de a pie, cuando todo está en contra, cuando somos un mercado tanto para los chorros como para la policía que recauda con mano de obra alquilada o atendida por sus propios dueños?
A mi en este punto me aparecen algunas preguntas para las que no tengo respuestas: ¿Qué se puede hacer?¿Cómo se puede solucionar este despelote? ¿Cómo se cambia este paisaje espantoso?
Me asusta no tener respuestas, porque de esas respuestas dependen muchas cosas.
Lo que sí me queda absolutamente claro es que hasta ahora, lo que se ha hecho sobre el tema ha fracasado estrepitósamente o, sospecho, el fracaso ha sido uno de los objetivos de las medidas tomadas.
Nadie se le atreve al asunto.
Y lo pagamos muy caro. Muy pero muy caro.
domingo, 3 de febrero de 2013
sábado, 2 de febrero de 2013
AHORA ME EXPLICO
Ahora entiendo la amistad entre el niño Mauricio y el niño José María.
...
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Comparten las mismas ideas.
O sea, "una agenda de libertad", según Aznarito.
Y el honor, claro está.
viernes, 1 de febrero de 2013
REGALAR LO QUE NO TE PERTENECE NO ES REGALAR, ES AFANAR
Yo tengo pensado regalarle el Big Ben a alguna entidad sin fines de lucro, por ejemplo la Asociación de Veteranos de Malvinas, para que puedan financiarse mediante el cobro de la entrada correspondiente. ¿Les parece una locura?
No lo es. No al menos si tomamos en cuenta este otro regalo que replica las condiciones del anterior.
Es hora de devolverles el saque con la misma raqueta. Asi que ya saben, en breve enviaremos a los veteranos a que tomen posesión del Big Ben.
Y dadas las circunstancias, no tienen derecho a protestar.
No lo es. No al menos si tomamos en cuenta este otro regalo que replica las condiciones del anterior.
Es hora de devolverles el saque con la misma raqueta. Asi que ya saben, en breve enviaremos a los veteranos a que tomen posesión del Big Ben.
Y dadas las circunstancias, no tienen derecho a protestar.