Claramente, el "manejo" de la crisis ha estrellado a casi seis millones de españoles. Aunque claro, para Angelita Merkel hay que seguir haciendo sacrificios. Aunque luego ella misma indique que semejantes sacrificios (que la teutona exige para cualquier país que no sea Alemania) no sirven casi para nada.
¿Cuánto tardarán en darse cuenta que la "sangre, sudor y lágrimas" que les obligan a derramar engorda bolsillos ajenos, transfiriendo la riqueza social a los capitales concentrados?
¿Cuánto tiempo más permitiremos que el asesino global llamado neoliberalismo dicte decisiones y fije rumbos? Y la pregunta no va dirigida solamente a los españoles. También a nosotros, dado que muchos incautos están escuchando con atención y se muestran dispuestos a dar su voto a personajes alineados con los asesinos seriales.
¿Se nos habrá olvidado la memoria?
Cuando la desesperación es mucha es fácil caer en "todo es lo mismo" y la traición del PSOE no ayuda precisamente a marcar diferencias. De ahí a que resulte tan fácil votar a los verdugos una vez más.
ResponderEliminarIzquierda Unida debe haber jugado muy mal sus cartas si aún hoy no es vista como una opción viable.
Hay que tener en cuenta que el sistema de representación proporcional en España es truchísimo, más que democracia es bipartidismo impuesto.
ResponderEliminarDe todas formas no creo que el PSOE haya traicionado nada, siempre fueron como mucho el PP con buenos modales.
El capitalismo es miseria cíclica global. Entre el centro y la periferia se balancea la crisis hundiendo cada vez más el nivel de vida de la mayoría de la población. Ahí va el panfleto: socialismo o barbarie.
Iris:
ResponderEliminarYo tengo la sospecha que los españoles tendrán que construir una alternativa distinta a sus dos partidos históricos. Más que nada porque, en vez de representarlos, los han sustituído.
Jack:
ResponderEliminarEse es el fondo del asunto. Creo que hace falta entender y darse cuenta cuál es el problema de fondo para poder solucionarlo. De lo contrario, lo que hacemos es medicina occidental, atacar los síntomas sin solucionar el problema central.