La "gris mediocridad del cristianismo" en América Latina es un resultado que ha logrado la Iglesia Católica con su actuación en la región. Ahora se sorprenden y escanzalizan (sin deslizar ni una sola autocrítica, no sea cosa) por la escasa adhesión que despiertan y porque los cristianos "hoy han sepultado su bautismo bajo una capa de consumismo e indiferencia."
Las pocas y honrosas luces de la Iglesia Católica en América Latina fueron silenciadas por la jerarquía eclesiástica que las condenó al silencio, cuando no a la muerte. Recordemos el empeño de Juan Pablo II y Benedicto XVI en destruir la Teología de la Liberación. Recordemos el mutismo mostrado frente al asesinato, secuestro y torturas de cristianos de base, sacerdotes del tercer mundo, etc. Recordemos la adhesión automática a los postulados de la doctrina de la seguridad nacional. Recordemos su amistad entrañable con los dictadores y represores, so color de expulsar "al comunismo". Recordenos su exaltación de los "valores tradicionales" arraigados y la bendición del exterminio de los que se opusieran a ellos intentando "introducir doctrinas extrañas al ser nacional".
Recordemos.
Ya que estos señores no recuerdan o no quieren recordar quiénes son y lo que hicieron.
Ya que tienen una memoria tan selectiva.
Ya que, tomando un concepto que les gusta mucho usar, están fundando un relato parcial de la historia.
Cuando uno respasa las consideraciones que hace el Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), profesor Guzmán Carriquiry, puede descubrir que todos tienen la culpa menos ellos.
Que el problema es "la educación católica", la catequesis y otras fruslerías por el estilo y no tienen en cuenta o no quieren tener en cuenta sus propios actos. Esos actos, su actuación en América Latina es lo que ha alejado a sus fieles, que huyen azorados por la prédica que no se condice con los hechos.
Dejen de buscar las causas en los otros. Uds. son la causa. Uds. son el problema.
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Bueno, os dejo en libertad. Disculpen las molestias ocasionadas.