Están enfermos. Estamos enfermos. Esto es un síntoma. Nada más que un síntoma. Es eso mismo lo que asusta y espanta: solo es un síntoma de algo mucho más complejo y ominoso.
Es lo que hemos hecho, es el resultado de la construcción de este mundo que tenemos delante, por otra parte. Y eso también asusta. O debería asustarnos.
Parece que la enfermedad se acentúa en el epicentro del sistema por lo que implica.
ResponderEliminarDaniel:
ResponderEliminarEstuve, desde que me enteré de esta masacre, pensando en "El Malestar de la Cultura" de Freud.
Esta cita, por ejemplo:
"La cultura yugula el peligroso gusto agresivo del individuo debilitándolo, desarmándolo y guiándolo mediante una instancia situada en su interior, como si fuera una guarnición militar en la ciudad conquistada”
Habrá que hacer algo. Digo, de pronto, me parece.
Hablando del tema hace timepo había hecho un post:
ResponderEliminarAntiguamente, en un mundo en el que el hombre estaba integrado en la naturaleza, la mitología servía de orientación. Así, junto con el bagaje de costumbres, normas y bienes necesarios para su subsistencia y adecuados para la convivencia, el hombre recibía en su educación un conjunto remoto de modelos y ejemplos.
Los mitos y arquetipos representaban situaciones de referencia necesarias para la supervivencia en un mundo constituido tradicionalmente. Si algo era, vivir era repetir lo que otros muchos hicieron antes. La originalidad de cada uno tenía unos márgenes bien marcados por los mitos que eran, por lo general, infranqueables.
Había en el mito una tendencia a la exageración y así por ejemplo podríamos oír los casos de aquél que había devorado a sus hijos o de aquél otro que por pensar había sido castigado a que los pájaros devorasen sus entrañas. Situaciones, por lo general, extremas, a las que la vida real tendería ciertamente más, por lo general, sin alcanzarlas. Si algo era entonces la vida, era fenómeno colectivo y si en algún caso la individualidad destacaba, por lo general sería contemplada como algo previsto, parte ínfima de una serie de ciclos o fragmento incluido en un epiciclo. Si era algo, la vida era más algo basado en la repetición que búsqueda desesperada de la innovación. Un caminar siempre difícil, pero más seguro por ocurrir en camino trazado por otros pasos y franqueado por los mitos, quienes venían así orientando al hombre y marcando sus límites.
Pero andando en su historia, el hombre se llega a ver a si mismo como excepción o maravilla destacada en medio de una naturaleza que le ha de servir. Cualesquiera que sean las causas de tal visión, cualesquiera sus propósitos e incluso siendo tales propósitos indefinidos, el entorno ha de servir para cumplirlos. La naturaleza deja de escribirse con mayúsculas y pasa de ser algo sagrado o por lo menos superior a esa condición de herramienta para no se sabe muy bien qué.
Hemos aquí llegado. Al tiempo de la aventura, que, por necesidad ha de ser mucho más corto y peligroso que el tiempo anterior, tradicional y cíclico. Aquí, los viejos epiciclos se substituyen hoy por líneas rectas hacia un abismo seguro. En ausencia de sus cualidades tradicionales, los antiguos mitos son substituidos también por otro género de herramientas al servicio del hombre y sus intereses desconocidos. Se convierte así el mito protector e indicador de los márgenes en un anti-mito: Herramienta de destrucción.
¿Pero cuáles son estos anti-mitos? ¿En qué se basan?
A diferencia de aquellos mitos protectores del antiguo, los anti-mitos del mundo moderno, invitan al hombre a su rápida consumación. La imposiblidad de superar su individualidad, la fé en que, siendo individuo, ha de superar a otros indivíduos. La obligación de alcanzar tal estado de superioridad. La creencia en que mediante el esfuerzo uno llegará a ser mejor que los de su entorno: Superior. Excelente. Único. Number one.
Ninguna actividad como esa religión llamada hoy deporte de alta competición ha podido servir mejor para el establecimiento de estos (anti)-mitos del mundo moderno.
Deporte de alta competición cuya filosofía, o mejor dicho, anti-filosofía, tiene su raíz y fundamento en aquellas tesis de la biología que en realidad cuando se estudian, se descubre que no proceden de la biología sino de algunas perspectivas sociales.
¿Les suena la selección natural? ¿La supervivencia del más apto? Pues bien, el sólo pensar en la existencia de alguien que por sí mismo , por su naturaleza, sus propias cualidades o por su esfuerzo pueda ser denominado más apto, es una aberración. Anti-mito que está llevando a muchos por nuevos caminos de sufrimiento desconocidos. Así, en lugar de marcar los límites, estos nuevos anti-mitos invitan a buscarlos por uno mismo. Desenmascarar su fundamento es el primer paso en la vía de evitar sus desastres.
http://carnespodridas.blogspot.com.ar/2012/08/el-anti-mito-del-ganadorherramienta-de.html