Un libro que se ha citado y comentado bastante en los últimos días es "Ecofascismo" de Jorge Orduna. Luego de una atenta lectura del mismo (lo tengo en mi poder desde hace bastante), encontré en ese texto un par de problemas bastante graves: el primero de ellos es que a lo largo de la argumentación se extraen conclusiones forzadas de premisas que no son pertinentes. De esta forma se falsea el análisis transformando supuestos en hipótesis demostradas. Estas peticiones de principio indican relaciones directas que se dan por probadas, pero que no son demostradas a lo largo del libro.
El segundo es que la propuesta del libro es al menos infantil: señala que las entidades que defienden el medioambiente en realidad protegen los recursos para que sean usados por los paìses desarrollados. A lo que el autor replica diciendo que, esos paìses que se cansaron de contaminarse ahora se arrogan el derecho de establecer áreas para conservar. Y al hacer éso no nos dejan contaminarnos a gusto y piacere. O sea, en vez de buscar un esquema superador Orduna reclama el derecho a contaminarnos y lo equipara a la soberanía, que vendría siendo, poder contaminarnos como se nos cante el ángulo obtuso. Ni más ni menos lo que hacen los niños cuando justifican alguna travesura, amparándose en la conducta de otros niños.
Según mi propio y estrecho punto de vista, el libro tiene una debilidad argumental notable.
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Ahora, hay muchos en éstos días que recurren a este libro como argumento para defender la megaminería. Y al hacer éso incurren en una contradicción grave, porque, lo que denuncia Orduna (que los países centrales se reservan los recursos mediante la ecología), o sea, la apropiación de los recursos naturales por parte de multinacionales, es lo que ocurre con la megaminería.
Lo contrario a lo que indica Orduna sería que esos recursos fueran extraídos por empresas nacionales (que según el libro, deben ser autorizadas a contaminar alegremente). O sea ¿en qué quedamos?
Y en general, los que defienden la megaminerìa y Orduna, también ignoran (o fingen ignorar) un hecho central: el reclamo por el ambiente ha virado desde la conservación de lugares o espacios no contaminados a la defensa de los medios necesarios para sostener la vida humana en el planeta (como el agua o el aire). Hay una diferencia entre lo que se hacía antes y lo que se hace ahora y es de muy mala fe confundir los tantos.
El hombre, tal como lo señaló Norbert Elías, vive en un entramado de relaciones complejas, y en ese entramado, el medio que lo mantiene vivo es una condición sine qua non.
La pelea es para mantener las condiciones que permiten la vida, no para perpetuar al Panda.
Por tanto, sugeriría buscar otra fundamentación para discutir el tema de la minería.
Es más, sobre el Ecofascismo hay bastante escrito y de mejor calidad argumentativa.
Respetuosamente, yo.
excelente
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminarChas gracias.
Algún día leerás cosas un poco más placenteras.
ResponderEliminarLo sé, soy una hedonista.
Mariam:
ResponderEliminarEs que es placentero en algún sentido, al menos para mi que soy un refutador de leyendas.
En ningun momento el Gobierno planteo la discusion sobre la cuestion politica/economica de la cuestion mineras, salvo para decir que generaria trabajo. Le conviene en la discusion mantener la linea de si es contaminante o no, pero ni a palos hablar de que mientras levanta la bandera de Malvinas entrega al mejor postor las riquezas nacionales.
ResponderEliminarLo obsceno de esto no solo es la destruccion del suelo argentino, la contaminacion o de pretender de seguir adelante con el plan a pesar de gran parte de la poblacion en contra, lo OBSCENO es las migajas que dejan en las provincias, una miseria digna del conquistador español cambiando baratijas por oro.
Saludos