Hemos hablado en este lugar largo y tendido acerca de la falta de coherencia entre la palabra y el gesto. Ahora retomamos el asunto de una manera, si se quiere, más frívola: es alarmante y creciente la falta de coherencia entre el anuncio y el objeto anunciado considerado en sí propio, entre la publicidad y el servicio publicitado considerado en sí propio. Una falta de coherencia tal que, en la práctica el objeto publicitado que adquiere el consumidor no se parece ni un poco al que engalana rampante el afiche en technicolor. Grande es la sorpresa del tal consumidor cuando descubre que el servicio que contrató no guarda coherencia con el servicio promocionado.
Que desilusión señor, qué desilusion.
y si llama ya le regalan el moñito y 74 metros -con trampa- de papel tisu
ResponderEliminarHilda:
ResponderEliminarLo descripto es, creo, el quid pro quo de la venta en éstos días. Engañar y por parte del consumidor, dejarse engañar.
Pa' mí es el modelo de venta a todo nivel. Pasa en los big bussiness too.
ResponderEliminarCordialmente,
Yo.
Eso les pasa por tener plata para gastar. Kapitalistas.
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