miércoles, 1 de junio de 2011

NO EN MI NOMBRE

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Hay una costumbre que se repite con insistencia y que sigue gozando de buena salud: aludir a un supuesto “todos” que expresaría coincidencia unánime en torno de algún tema o acción. Por ejemplo, “todos sabemos que es así” o “todos los argentinos piensan…”
De entrada nomás aparece la sospecha básica: “todos” no pueden ser “todos” dado que al menos yo, que soy una parte hipotética de ese todos, no comparto la opinión ni pienso lo mismo que el resto.
Entonces soy la refutación in situ de aquellas primeras peticiones de principio. Por lo tanto, y siguiendo esta lógica, la proposición “todos los x piensan que y” carece de sustento.
Pero, pese a esa palmaria ineficacia, la proposición se sigue repitiendo como una letanía. Castoriadis advierte: "Jamás es el logos el que escucháis; siempre es a alguien tal como es, desde donde está, que habla por su cuenta y riesgo, pero también por el vuestro. Y lo que, en el “teórico puro”, puede ser planteado como postulado necesario de responsabilidad y control de su decir, ha llegado a ser, entre los pensadores políticos, cobertura filosófica detrás de la cual habla –ellos hablan. Hablan en nombre del ser y del eidos del hombre y de la ciudad –como Platón-; hablan en nombre de las leyes de la historia o del proletariado –como Marx. Quieren abrigar lo que tienen que decir –que puede ser, y ciertamente fue, infinitamente importante- detrás del ser, de la naturaleza, de la razón, de la historia, de los intereses de una clase “en nombre de la cual” se habrían expresado. Pero jamás nadie habla en nombre de nadie."
Cabe sospechar entonces que aquellos que expelen alguna opinión con el sujeto “todos” o aludiendo a una condición que “todos” comparten, desean encubrir sus opiniones y legitimarlas mediante el recurso de adjudicarle las mismas a un colectivo. Un colectivo tácito que no puede coincidir o disentir con el señor que habla en su nombre, al menos en ese momento.
Pese a sus defectos, la democracia permite dilucidar, mediante el voto (y esperamos aún, con una mayor participación popular) cuál es la posición que toma el colectivo ante los procesos que se someten a escrutinio.
Cada vez que alguien, algunos, intenten apropiarse de una supuesta representación colectiva en nombre de la cual sus palabras serían infalibles hay que recordar los conceptos de Castoriadis y extremar los cuidados al respecto.
Por lo pronto, Todistas del mundo, no en mi nombre.

6 comentarios:

  1. Todo el mundo lo entiende Dormi,quédese tranquilo.

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  2. Usted es un cínico que no cree en las cosas buenas, a mí de chiquito me hicieron "todista", me encantaba el Toddy, calentito, espeso. Y ya ve, ahora soy lindo, inteligente, mucho más que la sarlo ésa, si hasta tengo los ojos verdes.
    Tiene que cambiar sus modos de pensar, abrirse al mundo, a las buenas enseñanzas, eso, tómese un Toddy y sea un experto cabal.
    Aprenda de ratzi. Todos podemos ser mejores.

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  3. Moscón:
    Por eso soy tan popular. Se sabe que la popularidad se define por la facilidad con la que se comprende lo que uno dice. Como Tinelli ¿vió?

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  4. Leno:
    Eso, incluso para los que les gusta el rugby.

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  5. Ram:
    Ah no. A mi del nesquick no me saca.

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Bueno, os dejo en libertad. Disculpen las molestias ocasionadas.