Nos informa el insigne Bartolomé De Vedia que allá en el primer centenario
"la República Argentina era más que un país: era una fiesta de la historia y del sentimiento patrio. No sólo por el entusiasmo y el fervor con que la población y los gobernantes habían unido sus esfuerzos para celebrar el primer centenario de la patria, sino también porque nadie dudaba ya de que el país había alcanzado niveles de pujanza, desarrollo y esplendor que lo estaban llevando a una posición descollante en el conjunto de las naciones hispanoamericanas" Las palabras de De Vedia exhalan ese tufo a discurso escolar prefabricado con el que fuimos bombardeados durante años. Y como en esos discursos de ocasíón, la historia es ocultada con el mayor entusiasmo.
Continúa Bartolomé diciendo: "El mismo día en que el país cumplía cien años, el diario LA NACION decidió celebrar el acontecimiento con la publicación de un suplemento periodístico de excepcionales proporciones, que tenía casi mil páginas y que incluía sustanciosos textos, así como un amplio despliegue de grabados y fotografías. Basta una mirada a esa monumental edición conmemorativa, hoy conservada celosamente en los archivos, para tener una idea de lo que significaba como aporte cultural destinado a realzar y potenciar la significación histórica de aquel primer centenario de la patria".
Aunque suene altisonante, De Vedia está lamiéndole las patas al diario La Nación. Ninguna sorpresa. Tampoco es una sorpresa la lista de los colaboradores de ese número especial:
"Entre otros, escribían en ese monumental suplemento Joaquín V. González, Osvaldo Magnasco, Leopoldo Lugones, Florentino Ameghino, Rubén Darío, Carlos Octavio Bunge, Calixto Oyuela, Ricardo Rojas, Enrique García Velloso y Pastor Obligado, por mencionar sólo a algunos"
El lector puede conjeturar la naturaleza de esa edición especial del centenario. Pero no me dejen hablar a mi. Leamos a De Vedia:
"La publicación se abría con un lúcido y extenso trabajo de Joaquín V. González, titulado "El juicio del siglo"...Explicaba el autor las dificultades que había tenido que sortear para cumplir esa tarea. Y recordaba que hasta el historiador argentino más acaudalado en documentación histórica -se estaba refiriendo, fuera de toda duda, al general Mitre- "había empleado casi la totalidad de su fecunda existencia en la tarea de acumular y ordenar los materiales que requería la empresa en la que estaba empeñado". Recordemos que Mitre había fallecido en 1906, cuatro años antes del centenario."
Acá se entrelazan las alabanzas de Joaquín V.Gonzalez con las alabanzas de Bartolomé De Vedia de forma tal que uno no puede determinar quién es más genuflexo de los dos.
Y como los dos son mitristas, arriban a conclusiones similares:
"Joaquín V. González culmina con el análisis del momento en que trabajosamente se produjo la alianza de fuerzas heterogéneas que permitió llegar a la batalla de Caseros y abrió el camino hacia la definitiva unión nacional. El acuerdo, la conciliación y el espíritu de unidad que en vano se habían estado buscando desde 1820 se lograron a partir de la caída de Rosas. Eso permitió que la ley infalible del progreso y la libertad fuera por fin una realidad para los argentinos. El artículo de Joaquín V. González incluye todavía esta precisa reflexión: "Tras haber dado al mundo un alto ejemplo con el derrocamiento de una tiranía anacrónica, se crearon las condiciones básicas para la proclamación definitiva de la unión nacional y, desde ese día, la Argentina empezó a ser iluminada por el sol de una nueva era, por el sol de la grandeza futura, que ya nunca más dejó de brillar, hasta hoy, en el cielo de la patria". No olvidemos que esto fue escrito en 1910"
Eso, no olvidemos que esto fue escrito en 1910 y rememorado en 2010 por Bartolomé De Vedia. Extraña concepción de la tiranía la que tienen estos muchachos. Muy rara.
Y acá Bartolomé hace gala de su abolengo:
"La edición homenaje que LA NACION dedicaba al Centenario incluía diferentes textos evocativos o reivindicatorios de determinados aspectos de la historia y de la realidad nacional. "Resumen histórico", un artículo que lleva la firma de Joaquín de Vedia, incluía una crónica minuciosa de la historia de la Argentina, que partía de la llegada de Cristóbal Colón. El escritor y periodista culminaba su análisis con esta reflexión: "Después de Caseros, que dignificó la victoria de la razón y la razón de la victoria, quedó en claro que el camino hacia la construcción de las instituciones nacionales debía surgir del diálogo entre las dos personalidades públicas que encabezaban las únicas fuerzas que habían quedado en pie tras la oscura noche del caudillismo y la tiranía. Esas personas eran Urquiza y Mitre. Cuando en 1862 Mitre fue elegido presidente de la República y cuando logró completar, seis años después, su mandato, quedó inaugurado el ciclo de las renovaciones constitucionales según el régimen establecido en 1853".
Aparte de los elogios innecesarios y rimbombantes, los De Vedia, aquel de 1910 y éste de 2010, siguen insistiendo en el relato de los ganadores, de los que a sangre y fuego agarraron la sartén por el mango y no la sueltan por nada. Y por supuesto, están dispuestos a reventar a cualquiera que discuta sus privilegios. Y a esa defensa irrestricta de sus ventajas la llaman "victoria de la razón". O sea, todo lo demás que se parezca a sus intereses no obedece a "la razón de la victoria". Lindos muchachos.
Concluye De Vedia, el de 2010:
El monumental volumen que LA NACION puso en manos de sus lectores el 25 de mayo de 1810 se propuso mostrar la imagen multiforme y total de un país que se había puesto definitivamente de pie y estaba ya en marcha, de cara al futuro y con un claro sentido del rumbo histórico que debía tomar. Esa era la Argentina que salía a buscar su lugar en la historia. Una Argentina integrada en el mundo, una Argentina asombrosamente pluralista, una Argentina que había convertido en realidad los ideales y los sueños de Mayo de 1810.
Claro que a De Vedia, el de 1910 y al de ahora, el de 2010, se les olvidó que el festejo era más bien para unos pocos. Para esos pocos que tenían su representación más acabada en las páginas del diario La Nación. Unos pocos que no eran los que creaban la riqueza del país de la que estos señores disfrutaban.
Cuando hablan de la pujanza y del país próspero olvidan mencionar las condiciones en la que vivía la mayoría de la población en 1910: hacinados, mal alimentados, con índices de mortalidad infantil desorbitantes, en la peor miseria, amontonados en los conventillos, esclavizados en la zafra, muriendo en el interior de las minas, trabajando 14 horas al día por un sueldo miserable. De todos esos sujetos, De Vedia y los exaltadores de aquel primer bicentenario no se acuerdan.
Y tampoco se acuerdan ahora. Aunque digan lo contrario.
En fin, lo de siempre, tomar una parte de la realidad, la de los que festejaban en 1910, y presentarla como el todo. Todismo Histórico. Una corriente que inauguró Mitre y tiene una legión de seguidores.