Los "organismos mutilaterales" han sufrido una repentina amnesia, una muy conveniente pérdida de memoria: hace dos días "el FMI y el BM instaron a crear empleo como motor contra la pobreza", o sea, justo lo contrario a lo que han pregonado durante décadas empujando a los países a destruir empleo sistemáticamente, y por ende, incrementando la pobreza con perversa eficiencia.
Hoy, Ángel Gurría, secretario general de la OCDE "lamentó que "cinco años (después del inicio de la crisis) sigamos igual". Y además dijo que "hay un problema de desempleo fuerte, sobre todo entre los jóvenes, con desigualdades crecientes y un crecimiento débil, en algunos casos incluso una contracción del crecimiento".
Lo que no dice Gurría ni el FMI ni el BM es que ellos, como instituciones punta de lanza del capitalismo han sido responsables de esa situación que ahora describen. Fue y es la política económica de cuño ultraortodoxo la que ha generado el desastre económico en que estamos metidos.
Pero es más profundo el asunto: no es sólo que el mundo cruje bajo los efectos de la economía de mercado y el capitalismo. Asistimos a la desintegración del capitalismo como tal y del sistema ideológico-político que lo sustenta. Hay muchas y muy fuertes señales de esto último. Al final de esa implosión hay varias alternativas (alejadas del pretendido "fin de la historia" de Fukuyama y el triunfo inevitable que asegura la historia de los marxistas ortodoxos): o el capitalismo se reconfigura y se vuelve más mortífero (porque esa es su condición de existencia) o aparecen nuevos modos de organizar la sociedad, con una economía fundada en valores distintos (esa joda de la "crisis de valores" es eso, una joda: en realidad sufrimos el triunfo de una determinada escala de valores). O nos vamos todos a la mierda, que es una posibilidad también muy concreta. También hay señales de alerta en el horizonte.
Es un momento peligroso, porque las potencias que ven decaer su influencia y posición central en el escenario mundial pueden apelar, y de hecho apelan, a su capacidad militar para intentar sostener su perdida influencia (con la complicidad de los agentes locales de cada país que actúan como quintacolumnistas de esos gigantes en caída libre). Cosa que podemos comprobar repasando las "reuniones multilaterales" en donde sin pudor alguno intentan formatear al mundo para seguir siendo los patrones de la vereda.
La desesperación empuja a tomar decisiones drásticas e irreversibles. Esperemos que la cintura política del resto del orbe impida que, en su estertor de agonía, las potencias militares arrastren al mundo a un conflicto global.
Que tres organismos vampiros como el FMI, el BM y la OCDE señalen las consecuencias de sus políticas sin reconocer la participación que tuvieron en el asunto es una muy mala señal. Pese a que parezca lo contario.
Si puedo acotar: el marxismo ortodoxo (o al menos el mejor marxismo... Bueno, digamos el marxismo que me gusta a mí, no quiero pelar citas) no plantea ningún fin inevitable de la historia. La acertada consigna "Socialismo o Barbarie" lo deja clarito. Creer que el socialismo es "inevitable" es un error en el que cayó muchagente de buena voluntad, pero lleva a la inacción y en el fondo es un pensamiento religioso.
ResponderEliminarLa responsabilidad del destino humano es humana, está en manos del ser humano. Esto es materialismo dialéctico, muy elemental si se quiere, pero no desacertado.
Socializar los medios de producción es a esta altura mero sentido común. O debería serlo.